Prólogo

147 9 2
                                    

Eran las tres de la tarde, no había nada en la televisión y mi madre no me prestaba atención, así que sin que se diera cuenta, me puse unas zapatillas y me encaminé al trabajo de mi padre.

Mi padre trabaja en un hospital, sé que tiene una ocupación muy importante donde cuida a muchísimas personas y trata de mejorar sus vidas, o al menos eso es lo que he escuchado.

Cuando tengo tiempo libre además de leer me gusta ir al hospital, en especial para ir a ver a un amigo muy especial que conocí hace 3 años cuando mi hermano Michael y yo esperábamos a que nuestro padre saliera del trabajo, ese día  un chico de mi misma edad con una gran melena rubia, de estatura media fue llevado en camilla rápidamente a la sala de urgencias donde se ubicaba mi padre, al parecer no podía respirar y según yo lo veía no iba a volver a abrir los ojos para disfrutar de un nuevo día, afortunadamente salió con vida de aquella y desde entonces lo voy a visitar siempre. Al parecer tiene que permanecer hospitalizado, ya que tiene un corazón muy débil y en cualquier momento podría tener un infarto.

—Luke, adivina quien ha venido a verte hoy también — anunció la enfermera mientras le llevaba un plato de comida, no muy apetecible la verdad pero así es como se ven todas las comidas en la mayoría de los hospitales que conozco

Luke asomó la vista hacia la puerta para encontrarse con mi mirada, sus ojos azules se encontraron con los mios, los cuales poseían un simple color miel y no eran nada asombrosos comparados con los suyos, una vez realizado el intercambio de miradas me dedicó una gran sonrisa.

—Hola ¿Cómo te encuentras hoy? ¿Crees que podamos salir a jugar?

—Estoy bien, pero dicen que es mejor que hoy me quede aquí en la habitación.

—¿No te aburres todos los días aquí, encerrado?

—La verdad, un poco sí, pero tú compañía hace que el tiempo se me pase más rápido.—Me respondía mientras se llevaba una cucharada de sopa a la boca, cuando una segunda cucharada se iba introduciendo me abalancé encima de la cama haciendo que la sopa se derramara en la sábanas.

—¡Alice! ¡Eso no es justo!—Me gritaba Luke mientras hacía pucheros.

—¡Luke se ha hecho pis, Luke se ha hecho pis! —Empecé a canturrear mientras Luke se ponía cada vez más y más rojo.

En ese momento entró la enfermera para cambiar las sabanas de la habitación.—¡Alice! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no puedes venir a jugar todos los días y armar un desastre?—Agaché mi cabeza en señal de arrepentimiento mientras la enfermera continuaba hablando —Bien, si ya has entendido eso, es hora de que vuelvas a tú casa.

—¿Qué? ¡Ni hablar!

—¡Alice, ya está bien!—Escuché decir a la voz de mi padre, mientras recibía un pequeño golpe cariñoso en la cabeza de su parte.

—¡Señor Clifford! —Gritó Luke emocionado

—¿Cómo has seguido campeón? ¿Todo bien?—Indagaba mi padre.

—Todo bien, me he sentido estupendamente —Respondía Luke con una gran sonrisa.

—Bien entonces vamos a ver cómo van tus pulsaciones—Tras una pausa mi padre prosiguió hablando.—Todo bien, tus pulsaciones son estables.

—¿Eso quiere decir, que pronto voy a estar mejor  y voy a ser capaz de ir a jugar con Alice y los demás niños en la plaza?

—Claro, solo hay que seguir con el tratamiento un poco más- decía mi padre mientras le dedicaba una sonrisa. —Bueno, Alice se tiene que ir ya a casa, mañana vendrá a hacerte compañía de nuevo ¿De acuerdo?

Broken WingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora