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La noche cernía sobre la maravillosa Capital del Reino de Pyros. Las estrellas se movían, emitiendo grandes particulas fugaces de distintos colores, entre ellos, amarillo y azules. Sin duda, un espectáculo colorido digno de ver. Reah y Alduín se encontraban en la halcoba de Los Reyes. Reah se encontraba desnuda, tapando su vergüenza con una de las pieles mas gruesas que habían. Alduín, al contrario, estaba totalmente destapado. Alduín se posicionó encima de Reah, con ganas de querer hacerlo, comenzó a besuquerarle el cuelo con aquellos gruesos rabios que el tenía. La Reina comenzaba a tener unas heridas en el cuello de tantos mordiscos que el Rey le ocasionaba.
Reah se tornaba mas nerviosa cada vez que Alduín se acercaba. Reah temía por lo que le pudiera hacer; Alduín en la cama era bastante peligroso, o almenos ella sentía. Alduín notó como Reah estaba temblando sin parar; por un momento pensó que estaba enferma y que debía acudir al maestre a por algún tarro de ungüentos. Alduín se separó de Reah, pues ya sabía lo que estaba ocurriendo entre aquellos dos jovenes; Reah sentía miedo.
— Mi Reina, sabéis que podeis pedirme parar en cualquier momento. No quiero haceros daño, y menos a vos. Sois mi esposa, ¿Por qué os haría daño?
Alduín habló con muchísima tranquilidad hacia Reah. Lo último qur quería, era asustarla. Amaba a esa mujer ante todo, no dejaría que nada ni nadie le hiciese algún tipo de daño. Reah le miró a los ojos, haciendole ver que todo estaba bien y que podía seguir continuándo, pero ella bien sabía, que no quería seguir con aquel momento, tan solo descansar despues de la ajetreada noche de bodas. Alduín de seguida miró sus lagrimosos ojos y se separó de ella hacia uno de los extremos de la cama, y agachó su cabeza.
— ¿Sabéis mi Reina? Sé quien sois. Sé cómo vuestro hermano se despidió de vos. Vi cómo el mismisimo Eldrüin Leaf te besó la mejilla y te habló en Élfico. No le conté a nadie sobre esto, de lo contrario, te matarían cuando salieses por la puerta de la fortaleza. Te amo Reah Drakkar, o Leaf, me da lo mismo, solo quiero a Mi legítima Reina.
Reah suspiró y comenzó a llorar. Alduín le recordó aquel momento tan duro que pudo pasar. Saber que su hermano se fué y que nunca volvió a por ella, le entristeció muchisimo mas. Ahora que alguien lo sabía, Reah estaba en un tremendo peligro. Tenía miedo de que averiguasen toda la verdad. Ella, su hermano, su padre... Su madre. Era todo muy confuso para ella. ¿Cómo logró ver todo aquello.? Reah se secó las lagrimas y se puso de costado en la cama, apagando la vela con los dedos sin que el fuego le afectase.
Al día siguiente, por la madrugada, Reah se despertó. Al parecer, Alduín ya no se encontraba en el lecho, así que Reah se dió un baño de agua hirviendo y se preparó con uno de sus mejores vestidos azules, y se dirijió hacia la Sala del Trono, en la que supuestamente, se encontraria su esposo Alduín.
Una vez que Reah llegó a la Sala, se sentó en su trono al lado de Alduín. Le dió un beso en la mejilla a su amado y se posicionó para recibir todas las quejas y asuntos de los habitantes de Pyros. Habían diversos problemas provenientes de los puertos. Últimamente, se sacaban menos maricos del mar y eso podía ocasionar una crisis de subsistencia por la diversidad de la comida. Alduín dejaba pasar los problemas, pero Reah prestaba atención a todo aquello y actuaba de la mejor manera posible.
De pronto, un cuervo penetró los cristales de la Fortaleza. Entró sin el permiso de la lechucería y cayó a los piés de la Reina Reah. El cuervo tenía un mensaje, con un sello de la Casa Dyke de las Islas. El sello era de color rojo, así que parecía de suma importancia. Reah lo abrió y comenzó a redactarlo. Alduín y el maestre prestaban atención al asunto mientras esperaban a que Reah diese porfín la noticia.
— Haber... La Carta menciona que todas las Islas de Slyrn, corren un gran peligro marítimo. Dicen que han avistado en sus costas de Dyke, un Leviathán. Una criatura que era cazada por nuestros antepasados y ahora se estan tomando la justicia por sus costumbres. Matar a todo aquel marinero que caze.
El Maestre cayó al suelo tras escuchar la noticia. Al parecer se había desmayado. ¿De la impresión o del terror? El Maestre se dió un golpe en la cabeza con uno de los escalones, cosa que provocó la muerte de este por un desgarramiento cerebral. Alduín y Reah no se podían explicar, como un Leviathán podía aparecer despues de mas de mil años de extinción.
El Rey Alduín no sabía que hacer en aquel instante. Si no había comercio marítimo entre las Islas y ellos, habría una crisis de hambre y económica a la vez. Tan solo podían pedir suertes al Dios Dracónido para que todo aquello saliera bien y no ocurriese nada malo para los Isleños. Alduín se levantó y se fué directo a la halcoba, pensaba en que hacer, y solo se le ocurrió una cosa, aunque pudiera acabar fatal para Zahra Casille. El sabía lo que había escondido en las mazmorras. El crió a aquello y lo tuvo que dejar allí encerrado.
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⛰ | Slyrn, El Mundo Perdido •
FantasyTítulo → "Slyrn, El Mundo Perdido". Autor → SeryonHunters Estado → En Publicación Libro → Número 1 Ilustración → Actores y Lugares de TV ↓PREMIOS↓ #9 en Medieval. 28/5/20 ↓SINOPSIS↓ En un mundo muy extraño, las leyes del realismo medieval y las leye...