Contra lo adverso

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Jungkook estaba molesto, frustrado, estancado en el agujero de su propia alma dolida.

Una roca inocente fue arrancada de su terroso lecho y enviada a perecer en las profundidades del lago. Jungkook se sentía como esa roca, cayendo sin retorno en un vacío sin fondo que se torna a cada hora más oscuro y tóxico. Su corazón agujereado e incompleto añorando por la mitad faltante cada día con más fuerza, tan mal. Su bestia loca y desesperada, desquiciada por correr sin control y romper todas las barreras que le apartaban de su prometido, aferrarse a él y no apartarse nunca más. Cuánta falta le hacía Seokjin.

El azabache estaba preocupado, y a la vez asustado, desconocía las razones de la ausencia de su amado y eso no le dejaba hallar reposo. Ya habían pasado dos meses desde apareció su marca de compromiso y Jungkook había ido cada día desde aquel a esperarle sin falta; Seokjin nunca acudió. Era algo extraño, ahora que estaban comprometidos no había razón para que el naranja renegara de él, no había porqué seguirlo evitando. Por ende, la otra posibilidad restante era que Seokjin hubiese sido descubierto y aprehendido, la sola idea aterrorizaba al pelinegro. Por lo que había escuchado acerca de los Iotas, eran realmente intransigentes con su ley, ningún crimen quedaba impune y la traición podía conllevar a la ejecución. Sentir la presencia de Seokjin y el hilo de la tierra que los unía, saber que aún respiraba, es lo único que entregaba un ápice consuelo a su corazón.

Jungkook suspiró alicaído y se levantó dándose por vencido, sus esperanzas siendo engullidas por la negrura de la noche. La mirada del azabache se elevó hacia el velo de brillantes perlas y proclamó una promesa para su amado.

‹‹ Llegaré junto a ti cueste lo que cueste. Solo espera un poco y no claudiques. ››

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Seokjin estaba sentado en la repisa de su ventana, su vista en dirección al jardín, pero sus pensamientos buscando en otra vertiente. Se habían cumplido cuatro meses desde que fue aislado y a cada momento solo parecía doler más.

Los padres de Seokjin habían buscado en todas partes una forma para borrar el sello de compromiso pero nada habían hallado. Los Iota hace mucho se alejaron de su parte animal y rompieron sus ligaduras con la tierra, no eran capaces de comprender la conexión que surgía a partir de ellos, y mucho menos conocían cómo deshacerlos.

Todo ese tiempo Seokjin había estado confinado entre las paredes de su habitación, salir era demasiado arriesgado y honestamente, sus padres no confiaban en la capacidad de sus siervos para mantener la boca cerrada, así que nadie excepto su familia y Namjoon -el mayordomo de Seokjin y Hoseok y único en quien confiaban plenamente- tenía acceso a verle.

La única esperanza remanente era que los días pasara y Seokjin dejara ir su apego por aquel chico, tal vez así el compromiso se desvanecería a falta de ser reforzado, sin embargo, parecía estar resultando en algo totalmente opuesto.

Con cada instante transcurrido Seokjin solo le extrañaba más, sus pensamientos solo podían ir en dirección al Jungkook, como agua arremolinándose en un embudo, no importa cuántas vueltas diera, siempre terminaba en el mismo lugar: Jungkook. Era como tener un segundo corazón latiendo en el pecho, escuchar su dulce voz susurrándole al oído segundo tras segundo, sentir el apacible calor de su abrazo envolviéndole completamente y al mismo tiempo poder alcanzarlo. La añoranza por tocarle, por sentir sus besos, por ver su figura materializada frente a él era algo que le estaba consumiendo, lo estaba devorando desde adentro.

Cada vez eran más las horas que pasaba divagando en los retazos de sus recuerdos y su mente refutaba regresar a la cruenta realidad de su miseria, las míticas runas que sentenciaban sus almas juntas ahora transformadas en una gran mancha oscura sobre el dorso de su mano que con parsimonia trepaba en forma de finas raíces negras a lo largo de su brazo, drenando y consumiendo un poco más de Seokjin con su avance.

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-Padre, padre, por favor, solo esta vez. -Hoseok estaba desesperado, casi al punto de hincarse de rodillas y suplicar como si rogara por salvar la vida, aunque de cierto modo eso era lo que hacía, intentar salvar la vida de su hermano.

-Es demasiado peligroso, no puedo permitir que se arriesguen de esa forma -el hombre habló con firmeza y sin vacilaciones. El señor Kim era alguien recto, una vez decidía algo era casi imposible hacerme cambiar de parecer.

Hoseok acortó la distancia entre su padre y él, tomó la mano del hombre entre sus palmas temblorosas y le miró directamente a los ojos, un amargo trago bajó por su garganta antes de volver a hablar.

-Padre, mi hermano se está muriendo. Tal vez se encuentra bien físicamente, pero su mente se está desvaneciendo. Seokjin ya no habla, apenas come, no camina ni va al baño si alguien no le lleva, es como cascarón con el interior vacío. Solo se queda todo el día mirando a la nada. Ya ni siquiera sé si me reconoce -las palabras arañaban su garganta, cada una más dolorosa que la anterior, Hoseok sentía que su voz se quebraría en cualquier instante. -Padre, bien sabido es para todos que Seokjin ama la naturaleza más allá de lo que somos capaces de comprender, si lo llevo allí es posible que reaccione, que vuelva un poco en sí.

-Hoseok... -la voz del hombre sonó ligeramente titubeante y el muchacho no supo si fue debido a la lástima por estarle viendo rebajarse a deplorables súplicas de aquel modo o si algo de la desesperación reflejada en sus ojos habría logrado tocar el endurecido corazón de su padre, pero fuese lo que fuere, Hoseok supo que tenía una oportunidad de lograr su cometido.

-Se lo imploro, padre, deme este voto de confianza. Yo necesito hacer esto por él, debo intentarlo. Es demasiado doloroso ver cómo Seokjin se desvanece entre mis manos y no ser capaz de hacer nada para evitarlo, me hace sentir tan impotente.

-Bien -el señor Kim exhaló derrotado -, puedes llevar a Seokjin, pero debes asegurarte de ser extremadamente discreto y cuidadoso durante el trayecto por las calles, si alguien los descubriese... -una severa arruga se formó en su frente. Hoseok sintió el peso de la mano libre de su padre descansar sobre su hombro -. Ni siquiera quiero pensar en ello. Solo ten mucho cuidado.

- Gracias, padre.

Hoseok sonrió con dicha ante su triunfo y abandonó el estudio a paso veloz para ir en busca de su hermano.


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-Jin... Jinnie... -Seokjin apenas era capaz de responder al llamado de su hermano más joven, en su cabeza solo podía sentir el eco lejano de su voz y ver una borrosa silueta desenfocada que se agrandaba gradualmente. Unas manos medianas se envolvían alrededor de su cintura y trataban, con sutil delicadeza, de ponerle en pie sin mucho resultado en su tarea.

-Vamos, Jin, levanta, necesito que lo hagas. -Namjoon ingresó en la habitación trayendo en brazos el gran abrigo que usarían para cubrir a Seokjin y rápidamente se deshizo de la prenda encima de una silla para ayudar a su joven amo que luchaba arduamente por mover el cuerpo endeble del naranja.

El mayordomo apoyó una de sus rodillas sobre la cama y subió un brazo de Seokjin pasándolo por encima de sus hombros, Hoseok no tardó en imitar el gesto y entre ambos lograron cargarle a rastras hasta el lavabo del pequeño baño adjunto.

Seokjin se despertó por la sensación del agua helada deslizándose por su rostro, bajando por el cuello hasta perderse en su camisa medio mojada. El chico levantó la mirada, aun intentando comprender lo que sucedía a su alrededor, pero el reflejo que vio en el sencillo espejo le dejó descolocado.

Sí, el muchacho de cabellos naranjas que le miraba lucía como él, pero reconocía esos ojos vacíos teñidos de gris pálido, esa tez blanquecina de carácter sepulcral, ni las negras venas trepando por el cuello, mancillando parte del rostro. Ese no era él, no podía serlo.

-Seokjin, ¿me escuchas? -Unos dedos palmearon su mejilla con ligeros toques y Hoseok quiso llorar de felicidad al ver un atisbo de reconocimiento por parte de su hermano mayor. Aun quedaba algo de él.

-¿Hobi...? ¿Qué ha pasado conmigo?











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Espero que haya quedado medianamente bien el capítulo, hago lo que puedo, sorry.

Nos leemos luego, Kisses 🐰💖

Iota & Gamma «kookjin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora