Un día de invierno, sentada en un sillón con un tazón de chocolate caliente acompañado de un Donut y jengibre, envuelta en mi bata de andar por casa, leyendo algún que otro poema más dulce que un bombón. Celestina me llamaban, como debería ser. Salgo a la calle, no quiero estar encerrada en casa sin hacer nada, solamente quiero entablar alguna amistad con alguien interesante que me haga sentir querida, alguien que sin necesidad de hacer una radiografía sepa como soy por dentro con tan solo mirarme. Puede que el alcohol y las drogas no llenen el vacío que llevo dentro. Soy como el dios mensajero Mercurio, que nunca encontrará amor en un conjunto ordenado de átomos. El mundo está lleno de personas y ni siquiera el hombre mas gallardo puede convertirse en alguien para mí. ¡Deja de soñar! Necesitas bajar de las nubes para poder observar el cielo desde la tierra. No tengo nada que ofrecer, solo quiero minimizar esta soledad que me asola cada noche sin nadie con quien dormir a mi lado y despertarme con una sonrisa. Nunca tuve una cicatriz de algo tan doloroso como el amor y me gustaría tenerla para poder recordar los buenos momentos y no olvidarme de lo que me hizo sentir mal para poder estar alerta la próxima vez. Quiero que al mirarme en el espejo me quiten todas las inseguridades para minimizar el asco que me tengo a mí misma.

ESTÁS LEYENDO
¿Que historia escribiremos hoy?
Short StoryHistorias cortas muy diferentes para reírse y emocionarse