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                                              Contigo volví a sentir un cosquilleo


Jasper

—¿Recuerdas cuando antes he dicho que no podrías ser la primera en estresarme? Pues me equivocaba. 

Teagan soltó una risita y siguió maquillándose mientras se miraba en un espejo de mano. 

Estábamos a punto de llegar a la fiesta. Me había explicado lo que debía hacer para caerle mal a su madre. Malos modales y hablar sobre dinero era lo primordial para incordiarla. Al parecer odiaba a la gente que no actuaba como un rico al que le han enseñado bien toda la vida y hablar sobre dinero la sobrepasaba, se pensaba que era de mala educación, y más si se trataba del dinero que ganaba su hija en cada actuación. 

—Falta una cosa —dejó el espejo en el asiento que estaba entre nosotros y acercó su mano a mi pelo y lo alborotó totalmente —. Pelo engominado fuera, eso es de chico perfecto. 

—¿Algo más? —dije irónico mientras me apoyaba contra mi asiento. 

Ni siquiera sabía que hacía ahí, yo había ido a salvarla, no ha hacerme pasar por su nuevo ligue. 

A medida que llegábamos, se veían colas enormes de fans esperando a que llegasen sus ídolos. Las colas giraban alrededor de los rascacielos y los policías trataban de mantener todo en orden. 

—Dos minutos Teagan. 

—Bien. Ahora Freddy nos va a dejar en la alfombra roja que hay para entrar en la fiesta. El nos abrirá la puerta y tu solo tendrás que limitarte a sonreír y a pasar la alfombra sin decir nada, solo seremos tu y yo fingiendo felicidad y agarrados de la mano. 

—Es el mejor plan para un sábado por la noche. 

—Ah si —ignoró totalmente mis quejas constantes —. Estará lleno de paparazzis intentando averiguar quien eres, tu simplemente no contestes a ninguna de sus preguntas. 

Negué con la cabeza porque seguía sin creer que hacía allí y me dediqué a mirar por la ventana. Los rascacielos me resultaban más altos de lo normal, como si de alguna forma hubiesen crecido, aunque obviamente eso era imposible y solo eran imaginaciones mías. Por lo que pude comprobar, nos estábamos acercando al barrio más rico de la ciudad, a el Upper East Side. Los edificios parecían estar más adornados y tenían decoraciones que eran muy costosas. Durante toda mi vida, había pasado dos veces contadas por esa zona, y las dos habían sido para cumplir con mi trabajo, normalmente a la gente que tenía que matar eran ricos. Políticos, actores, cantantes y mucha otra gente a la que prefería no recordar. 

Cuando llegamos, estuvimos parados unos minutos, porque al igual que nosotros haríamos, la gente se estaba bajando de sus respectivos coches para pasear por la alfombra roja luciendo los modelitos que al día siguiente iban a salir en todas las revistas de cotilleo. 

El coche se paró en seco en la acera donde daba comienzo un trozo de tela roja que acababa en una puerta enorme. Freddy se bajó del coche y nos abrió la puerta. Yo fui el primero en salir. Los focos y los flashes de todas las cámaras me dejaron ciego en cuestión de segundos. Me coloqué bien el traje y me aparté de la puerta para que Teagan pudiese salir. Freddy le ofreció la mano y esta salió del coche agarrándose su vestido negro que le llegaba hasta los tobillos. Su moño alto y perfecto, chocó un poco con la puerta del coche al salir, pero estaba tan bien hecho que ni se movió. Era obvio que era una experta en alfombras rojas, porque nada más salir sonrió y no se inmutó ante ninguna luz que iluminó toda su cara. Yo me limité a imitarla y sonreí para que pareciese que estar ahí había sido mi elección, y para que no se pensasen que era nuevo en eso de las fotos y las preguntas personales. Como habíamos acordado, Teagan me cogió de la mano y entrelazo mis dedos con los suyos. Al ver que me quedé pasmado, me estiró un poco sin que se notase y comenzamos a caminar por la alfombra sonrientes, como una pareja más. 

Contigo volví a nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora