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                                               Contigo volví a sonreír 


Jasper

Me abrí paso entre la multitud con cuidado. Era difícil estar tranquilo mientras llevaba una pistola metida en los pantalones. Había conseguido pasar la seguridad de la entrada al concierto y eso había hecho que me relajase un poco, pero todavía no me había tranquilizado del todo. Los gritos de las fans de Teagan no me dejaban concentrarme en lo que verdaderamente quería pensar. Intentaba repasar el plan una y otra vez en mi mente aunque fuese sencillo, no quería cagarla, si lo hacía, no había marcha atrás. 

Me coloque en el único hueco libre que había. Estaba en medio de dos grupos de adolescentes alocadas. Desde mi posición podía ver el escenario perfectamente. Odiaba los espacios en los que había mucha gente, no es que tuviese claustrofobia, pero el tacto y los constantes empujones de la gente me agobiaban. 

Solo tenía que respirar hondo y esperar a que el concierto comenzase. Lo tenía todo preparado. Desde donde yo estaba era fácil disparar y dar en el blanco. Después solo tenía que huir por la puerta que tenía a varios metros, era una salida de emergencia. Nada más salir del estadio me esperaría un coche negro blindado que me iba a llevar lejos para que nadie me pillase. Además, si había algún problema o algo se complicaba, mi jefa tenía un contacto en la seguridad del concierto que me ayudaría a escapar. 

Todo estaba planeado. 

Nada podía arruinar la noche. 

Estuve esperando inmóvil durante una hora a que el concierto diese comienzo. El estadio se llenó y millares de varitas de luces led iluminaban el lugar. El escenario aún estaba vacio y las luces permanecían apagadas. Los gritos de los seguidores cada vez aumentaban más. 

A las nueve en punto las luces del escenario se encendieron y iluminaron al centro, donde empezó a asomarse la cantante a través de una trampilla. Sujetaba un micrófono de color oro en su mano derecha y el otro brazo lo tenía apoyado en su cintura. 

—Buenas noches Nueva York —gritó y la gente del estadio estalló a chillidos y aplausos. Gritaban su nombre sin parar y ella se dedicaba a sonreír y ha agradecer hasta que las primeras melodías comenzaron a sonar. 

Durante el concierto esperé el momento idóneo para disparar, pero sentía que no lo había. El miedo empezó a acechar contra mi cuando ella anunció que esa sería su última canción. Era ahora o nunca. 

Llevé lentamente la mano a mi pantalón. Mi cuerpo temblaba como no recordaba que podía hacerlo. Me levanté un poco la camiseta y agarré el arma letal sin sacarla del todo. Miré a mi alrededor para todos los lados y me fije en que nadie me estaría mirando. Era el momento. 

Pero entonces sentí que por un momento mi mirada se había topado con la suya, con la de Teagan. Ni siquiera sabía si estaba en lo cierto, pero algo dentro de mi me impidió coger la pistola y la solté antes de que alguien pudiera verme. Me llevé las manos sudorosas a la cara nervioso y me pasé una mano por mi pelo engominado. Podía notar las gotas de sudor cayendo por mi frente a chorretones mientras sentía que iba a derretirme del calor que tenía. Empecé a marearme y una chica que estaba a mi lado lo notó porque me preguntó si estaba bien. Le contesté que si y le resté importancia con la mano. 

Cuando la cantante dio el concierto por finalizado, esperé a que todos se fuesen para salir. No estaba seguro de lo que hacía, me estarían esperando fuera para matarme o para obligarme a matarla lo más rápido posible. Pero yo no podía hacer eso, algo en esa mujer me lo impedía. Quizás eran sus ojos marrones brillantes o su voz, que era capaz de erizarte la piel en cuestión de segundos. 

Contigo volví a nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora