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                                                  Contigo volví a confiar

Jasper 

El movimiento que había entre los guardias de seguridad empezó a ponerme realmente nervioso, y Teagan lo había notado porque no paraba de preguntarme si me pasaba algo. Tenía miedo de que me habrían pillado, de que por no cumplir con mi trabajo me hubiesen delatado. No podía dejar que me cogiesen. 

—No le hagas caso, todavía está molesto porque le dejé. 

No me importaba lo que ese chico acabase de decirme, por lo menos no en aquel momento en el que mi mente no paraba de pensar en lo que podía pasar si la policía aparecía a buscarme. Aunque si debía de admitir que me llamaba la atención que dijese que ella no era lo que aparentaba ser, estaba claro que no era igual que esa chica simpática y amable que aparecía en la tele, ¿pero ocultaba algo más allá de su mal humor? 

—No tienes nada que explicarme. 

—No iba a hacerlo, solo quería que lo supieses. Podemos irnos ya si quieres, he acabado. Le diré a Rick que...

—Déjalo, será mejor que me vaya solo. 

—¡No, espera! —me cogió del brazo antes de que pudiese irme —. ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? ¿Marc te ha dicho algo? 

—¿Qué? ¡No! No es eso —me zafé y huí antes de que pudiese volver a detenerme. 

Atravesé a todo el barullo de gente que había y bajé las escaleras rápidamente. Me desabroché la chaqueta del traje, tenía mucho calor. Miré para atrás y respiré tranquilo al comprobar que no me había seguido, sería más difícil, esa mujer tenía el don de convencerme sobre todo. Y sabía a ciencia cierta que si me hubiese pedido que me quedase junto a ella, lo habría hecho, porque era imposible decirles que no a esos ojos brillantes. 

Los dos hombres que estaban en la puerta volvieron a abrirme cuando vieron mi intención de salir, pero en el mismo momento en el que iba a salir, dos hombres con traje de policía entraron y evitaron que yo pasase. 

—¿Es usted Jasper Davis? —asentí con la cabeza —. Queda detenido por robo. 

Uno de ellos me giró y yo no me opuse, a lo lejos vi a toda la gente de la fiesta mirándome desde la planta de arriba. Me dediqué a buscar a Teagan con la mirada, pero fue inútil, los veía a todos menos a ella. 

Me puso las esposas y me agarró del brazo para empujarme y sacarme del edificio. Estaba acabado, aunque no sabía porque me habían detenido por robo, seguro había sido una excusa de mi jefa para que me llevasen preso y así sacarme ella misma de la cárcel. La alfombra roja estaba desierta y todos los seguidores que hacían cola y los reporteros se habían ido por suerte, no me apetecía ser el protagonista de las portadas de todas las revistas del día siguiente. Me metieron en la parte trasera del coche de policía y ellos se montaron los dos delante, uno de conductor y el otro de copiloto. El que no iba conduciendo me estuvo haciendo preguntas personales para rellenar mi ficha durante todo el trayecto. 

Me metieron entre rejas nada más llegar, sin darme ningún tipo de información sobre lo que me esperaba o si tenía la opción de irme si pagaba. En mi celda estaba solo, así que aproveché y me senté en el banco que había para descansar, había sido una noche muy larga, y parecía que todavía no había acabado. Me llevé las manos a la cabeza desesperado por la situación y noté como se empañaron mis ojos, así que me hice el fuerte y respiré, y como por arte de magia, las lagrimas desaparecieron. 

Yo no lloraba, llorar era de cobardes y de débiles. Desde pequeño me habían enseñado a luchar por mi mismo sin necesidad de llorarle a nada ni a nadie. Me enseñaron a ser fuerte y a no asustarme. Me lo enseñó mi padre, y todas sus lecciones pasaron a formar parte de mi vida, porque yo quería ser como el, lo deseaba, para mi el era un héroe.

Contigo volví a nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora