Valide-i Şehide/Madre martirizada

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16 de marzo de 1655

El suave viento impactaba contra tu cara mientras suspirabas el aire del lugar. El olor a mar mezclado con flores da un toque especial. De pronto, en medio de esa tranquilidad, hueles a humo indicándote que algo se quema a tu alrededor por lo que tienes que huir para no ser alcanzado por ese fuego. Extrañas aquel olor a mar, sin embargo, sabes que ya no puedes volver a ese lugar ya que te perdiste. Sólo te quedan dos opciones; pelear por sobrevivir o darte por vencido y morir. ¿Qué harías? El instinto te hace querer seguir peleando y así lo haces.
Yo tuve que hacer lo imposible para sobrevivir; pelear, aunque muriera en el proceso.

Fui arrebatada de mi hogar por algo superior a mi, ese algo tenía otros planes para mi. ¿Cuáles eran? ¿Ser la mujer mas poderosa del imperio otomano o ser una mujer desdichada? No importaba, nunca lo sabría o al menos no hasta el día de mi muerte. Muchos ya me han nombrado Valide-i Şehide que significa la madre martirizada. Esas personas tienen razón pero, el dolor es parte de crecer. Al parecer crecí demasiado.

Ben Valide-i Muhtereme Kösem Sultan.
Ben imparatorluğun ışığıyım.

—¡Atención! —gritó Bülbül agha quien ya era el eunuco principal del harem. —¡Valide-i Muhtereme Kösem Sultan está aquí! —anunció.

Todos los presentes me hicieron reverencia mientras yo entraba al harem con la cabeza en alto. Miraba de reojo el miedo en la mirada de las nuevas concubinas, ellas sabían que era alguien de temer y no se equivocaban.

Caminé hasta llegar frente a una silla de madera que traía incrustada piedras preciosas

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Caminé hasta llegar frente a una silla de madera que traía incrustada piedras preciosas. Me senté en dicha silla y observé a todos. Me daba gusto estar donde estaba, hice muchas cosas sin necesidad de hincarme ante alguien.

Hice una seña con mi mano para que siguieran en lo suyo y así fue.

—Valide —me llamó Bülbül, llegando a mi lado.

—¿Qué ocurre?

—Sólo para recordarle que el Sultan necesita su confirmación para hacer otra escuela y a su vez la mezquita.

Asentí, recordando.

—Luego confirmaré.

Él sonrió.

—Valide ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Claro.

—¿Por qué hace muchas escuelas? Ya hasta perdí la cuenta de cuantas ha hecho.

Reí.

—De dónde vengo hay una persona que dijo una frase muy célebre.

Él me miró con atención.

—Abrid escuelas para cerrar prisiones.

Él volvió a sonreír, entendiendo mi dicha de crear más escuelas.

Valide-i Muhtereme KösemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora