Respirando fuego

『 parte cuatro: Pecando entre las llamas del inframundo.

Forks, Washington.

Can you feel the warmth? Yeah
As my kiss goes down you like some sweet alcohol
Where I'm coming from, yeah
It's the darker side of me that makes you feel so numb

Cause we're hot like hell
Does it burn when I'm not there?
When you're by yourself
Am I the answer to your prayers
I'm giving you that pleasure heaven
And I'll give it to you

  Hotter than hell

4 meses después

Sus ojos celestes se encontraban concentrados sobre el vidrio de la biblioteca esa noche opaca, observando fijamente como del cielo espeso caían infinitas y pequeñas bolas de nieve blancas, con una disimulada sonrisa dibujada en sus cincelados labios sonrosados. Sus dedos cubiertos por unos guantes de lana color negro fueron hacia sus pómulos, sintiendo la frialdad de su piel traspasando los cálidos guantes. Suspiro, y mordió su labio inferior, llevando su mente a un lugar lejano, cubierto de maleza verde en cobijada por capaz de nieve, y en medio de aquel sublime paisaje de la montaña, se encontraba ese diabólico demonio de esmeraldas incrustadas en aquellos expresivos fanales que lo había hecho cometer pecados silenciosos mientras era consumido por esos labios de serpiente venenosa.

Toco la tela de aquella sudadera que había pertenecido a Harry Styles unos días anteriores, pero que ahora le pertenecía a él tras haber ganado —o tal vez lo había dejado ganar— en una pequeña pelea en su formas lobunas. Después había disfrutado acurrucarse sobre el alfa cuando terminaron de jugar en la montaña alta, mientras tallaba su cabeza sobre el abundante pelaje azabache de su lobo, marcándolo con su olor como un adolescente hormonal.

Cuando se encontraba a su lado el tiempo parecería detenerse y transcurría en lentos bellos recuerdos que se quedaban grabados en su mente como aquellos tatuajes tallados sobre sus cuerpos. Él lo hacía soñar despierto cada segundo que se encontraba a su lado, y cuando dormía en la frialdad de sus sabanas ya no necesitaba quedarse noches en vela anhelando su libertad en sueños que parecían lejanos. A su lado la libertad era exquisita como el más dulce néctar de las flores de primavera.

Su mano cubrió sus delicados labios, escondiendo aquel deslumbrante gesto que emergió lleno de felicidad y que no deseaba desaparecer.

—Estos últimos meses has estado...diferente—la voz baja de Danielle le perforó sus pensamientos mientras iba volviendo a la despiadada realidad en la que se encontraba. La observó detenidamente con sus resplandecientes fanales celestes, mirando cómo atendía a una chica alfa de cabello rizado y expresión amigable.

—Sigo siendo el mismo—habló despacio, acomodando un mechón rebelde que caía sobre su frente.

—Estas más feliz, tranquilo... muy diferente a lo que estamos acostumbrados todos—ambos se miraron unos segundos en silencio. El alfa se encogió de hombros, bebiendo de su capuchino caliente—. ¿Estas saliendo con alguna omega?

Apretó los labios, mientras agitaba en un movimiento circular el vaso entre sus manos, escuchando los murmullos de las personas que se encontraban dentro de la biblioteca. Un dolor sobre su pecho cruzó ante la idea descabellada de que se enteraran las personas del pueblo sobre su romance prohibido con otro alfa. Sería una masacre para ambos.