La tercera vez que lo vi, fue porque contraté sus servicios nuevamente.
Aquella vez me sorprendió encontrarlo en la calle tan temprano, sin embargo ahí estaba.
Era ya verano y él no había cambiado mucho.
Usaba una camisa rasgada por la espada y unos shorts realmente cortos de mezclilla. En esta ocasión usaba botas hasta la mitad de la pierna y debajo unas delicadas medias.
Sabía que usaba shorts en verano o invierno porque sus piernas y culo era lo que interesaba a los clientes y él sabía lucirlas.
Sus mejillas rojas y sus dulces labios captaron mi atención cuando me acerqué y no pude entender su pregunta del todo, sin embargo sabía que probablemente era la misma que hacían todos en su trabajo.
—...Robaste mi cartera—
Fue lo único que pude decir y en cuanto me escuchó se echó a reír.
—Lo siento...—
Su sonrisa rebelde me hizo estremecer.
—Vas a tener que ser más específico si quieres que te recuerde cariño, he robado a muchos este mes—
No dudaba que fuera verdad.
—Pero... Podría compensarte ¿sabes?—
Su voz que segundos antes era dulce e infantil, en segundos se volvió seductora. Sabía como derretir la mente de un hombre y eso no era bueno para mí.
—...¿Cuánto?—
Su sonrisa creció cuando me vio dispuesto.
—90 por ronda para ti guapo—
Su oferta era realmente tentadora, quise aceptar y llevarlo de nuevo a una habitación, quería escucharlo gemir otra vez y sentirlo moviéndose sobre mí...
—¿Cuánto por...?—
Suspiré y alejé esos pensamientos de mi mente.
—¿Cuánto por un paseo?—
Noté enseguida su confusión.
—¿Paseo?—
Asentí.
—Un paseo, por el parque, o por el centro comercial si lo prefieres—
Su expresión era única, una mezcla de enfado, curiosidad e incredulidad, supuse que un cliente pidiéndole algo como esto era muy extraño. Él estaba acostumbrado a ser visto como un objeto de mero placer, como un servicio más y sabía manejarlo, pero fuera de eso, la amabilidad de otro hombre era muy extraña.
—Supongo que 50 estarán bien—
Aún había duda en su voz, pero me alegró enormemente que hubiera aceptado.
—Te daré 60 si esta vez no robas mi billetera—
Aquel comentario lo hizo reír nuevamente y se relajó un poco.
—Vale, prometo no robarte—
Lo único que podría decir de aquella tarde, es que fue perfecta.
Hablamos durante horas de cualquier cosa que se nos ocurrió, desde qué estudiaba yo, hasta la edad en que comenzó a trabajar.
—Después de la secundaria, tenía un buen culo y pensé que era mejor cobrar en lugar de dejar que mi padre lo disfrutara gratis—
Lo dijo a mitad de una risa y no supe si bromeaba o era parte de su vida en verdad.
Después de horas de caminata y charla, una cajita feliz en un McDonald's cercano y un cono de helado de fresa, declaró que el tiempo de pasear había terminado.
Eran las 10 p.m. cuando me pidió dejarlo en cierta calle.
—Debo seguir trabajando—
Con esa frase me recordó que nuestra pequeña cita había sido solo uno más de sus trabajos y me hizo sentir tan vacío como la primera vez que me dejó sólo.
—Si me dices tu nombre, tal vez pueda encontrar tu cartera—
Sin embargo, aquella frase me devolvió un poco de esperanza.
—Yoongi, Min Yoongi—
Sonreí y sacudí su cabello.
—No vuelvas a olvidarlo—
Cuando estaba por subir a mi auto miré atrás. Un hombre que pasaba de los cuarenta hablaba con él mientras sus manos bajaban de su cintura a su culo sin descaro.
Jimin sonrió y se fue con el hombre.
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• One more • [YoonMin]
Short StoryLas necesidades fisiológicas del joven Yoongi los llevan a buscar por la "Zona Rosa" la compañía de una prostituta, pero en cambio termina conociendo a Jimin, un chico lindo que consigue quedarse en su mente y corazón, a pesar de ser un cliente más...