Parte 12

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—¿Lo ves? Está ocurriendo. La voz del hombre era firme, consciente. Ni un indicio de pánico, ni una sombra de preocupación. A sus espaldas, las repisas se agitaban enloquecidas, los pequeños animales de cristal caían uno a uno al suelo y se hacían añicos. Los libros volaban uno tras otro, casi a un tiempo, como para escandir una cuenta atrás coordinada por un experto director de orquesta. Los armarios y el escritorio de la sala se habían separado de la pared y, centímetro a centímetro, estaban ganando el centro de la habitación. Más allá de la vidriera que daba a la terraza, el caleidoscopio de colores enloquecidos había transformado el cielo en la paleta de dibujo de un niño, mientras el humeante enredo de nubes se había abierto en el centro como un cortejo que se separa en dos alas para liberar una vía de acceso a las autoridades. Y la autoridad era él. Imparable, implacable, macizo y letal como una bola de plomo lista para golpear el corazón de un escudo demasiado frágil para detenerla. Ya no era tiempo para estadísticas. Ya no tenían sentido los cálculos de probabilidades. Había llegado. Seguido por una larga estela luminosa como el más horripilante de los cometas, el último legislador de la humanidad estaba a punto de desgarrar la atmósfera terrestre.

El hombre y la chica salieron a la terraza, donde la mujer estaba observando la escena; en las campiñas circundantes los campesinos gritaban aterrorizados y una tempestad de polvo y detritos hacía el aire irrespirable. El hombre miró a la muchacha a los ojos, ignoró el nudo que se le formaba en la garganta y enterró el último velo de melancolía. Luego, seguro de sí, dijo:

—He cumplido con mi cometido. Moriré feliz. Y sonrió.

—Esos dibujos... esa sala, las cabinas... ¿qué son? —preguntó Ally.

Su padre alzó las cejas, perplejo.

—Deberías decírmelo tú. Son tuyos. Ally abrió enormemente los ojos, mientras el temporal seguía arreciando sobre el paseo marítimo de Barcelona. Con las manos apoyadas en el murete y la mirada fija en las olas que entrechocaban agitadas sobre la orilla, para después retirarse deprisa, reflexionó sobre cuanto acababa de recordar. La realidad alternativa. Su padre, el doctor Jerry Hernandez, había cumplido «su cometido», que era el secreto de su diversidad, la razón de su don. Por eso estaba sereno. Por eso sonreía.

Una lágrima surcó el rostro de Ally, confundiéndose con la lluvia. Había recordado. Había visto. Aquella enzima era lo que distinguía a Normani, Dinah y a ella del resto de la población. ¿Pero de qué modo? Jirones de recuerdos se superponían en su mente, confusos como piezas de un puzle en busca de orden. Resonaban continuamente fragmentos de frases robadas del pasado.

La activación de la enzima a causa de... penetrando, pues, la membrana de la placenta, en presencia de un elevado número... tendrá, por tanto, efecto solo sobre el feto...

Ally cerró fuertemente los ojos en el intento de concentrarse y recordar todos los detalles posibles, mientras las piedras de granizo rebotaban sobre el murete delante de ella y las ropas empapadas ya estaban pegadas a la piel.

—Ese fármaco no tuvo ningún efecto sobre nuestras madres... —dijo, de pronto. Nadie podía oírla. Dinah y Normani se habían alejado, y el Passeig Marítim de la Barceloneta era una franja de asfalto desierta e imponente bajo los golpes de la tempestad.

De pronto, una descarga de flashes.

Como diapositivas iluminadas por una fracción de segundo en el teatro de su mente, aparecieron las imágenes del relato de Dinah. La consulta de su padre, la sala de espera. Andrea y Milika. La inyección. Flashes de una realidad lejana que Ally no había visto, pero que conseguía imaginar gracias a la descripción de su amiga. La mutagénesis insercional...

—¿Qué te sucede, Normani?

Dinah se sentó en un banco y esperó a que la chica hiciera lo mismo. Los truenos seguían resonando en torno, pero ninguna piedra de granizo, por más violenta que fuera, conseguía arañar la invisible película que protegía a las chicas. El inesperado escudo del olvido, que no les permitía acceder a las sensaciones físicas. En Memoria era tan potenciada la capacidad mental, como insignificante el cuerpo: una mera proyección de sí, un inútil accesorio.

—No puedo más... —dijo ella, y comenzó a sollozar. Posó la cabeza sobre el hombro de Dinah, mientras la fila de palmeras que separaba el área peatonal de la calle ondeaba sin pausa.

—Debes resistir. De algún modo conseguiremos...

Normani se volvió hacia ella y le clavó una mirada glacial, mientras en sus ojos las lágrimas se confundían con la lluvia.

—Estamos muertas, Dinah. Cada instante que pasa ya no recordamos qué era un beso, qué era el dolor. ¿Qué es esto? ¿El purgatorio a la espera del paraíso? ¿Un lugar de redención? ¿Qué es?

—No lo sé. Pero podría haber una vía de esc...

—¡Tonterías! Sigue haciendo caso a tu amiga y pasarás los últimos instantes de tu existencia hablando de física cuántica, en vez de estar conmigo.

Dinah frunció el ceño.

—Tú has dejado de creer en...

—¡Yo nunca he creído en ello! Porque el mundo ya no existe. Si este es el eco del Apocalipsis y a nosotras nos es concedido vivir eternamente en los recuerdos... ¡quiero que sean los nuestros! Nuestra cita en el muelle, nuestro encuentro en el Planetario, nuestra fuga... quiero revivir esas emociones. Es lo único que tiene sentido. El resto es destrucción. El resto es nada.

—Normani, yo...

—Mira a tu alrededor, Dinah. No existe nada. Estamos en un sueño lúcido. Nos movemos, recordamos a las personas, a veces nos encontramos frente a personajes fuera de contexto... exactamente como en un sueño. Y ya no sufrimos. Ya no sentimos emociones reales. Antes te he besado. ¿Has sentido algo... dentro? Dinah apartó la mirada y observó un cartel colgado en un poste, entre dos palmeras. Invitaba a una velada de flamenco en una calle del Barrio Gótico, el corazón de la ciudad más antigua. La foto en el centro representaba a una mujer en traje rojo, con los brazos alzados y las castañuelas apretadas entre los dedos, la cabeza de lado y la mirada que seguía los movimientos de los pies desnudos. Detrás de ella, las mesas del bar. Dinah se demoró observando el póster mientras pensaba que no, no había sentido absolutamente nada. Ninguna emoción, vibración o excitación había recorrido su cuerpo mientras Normani la besaba. Quizá Memoria era mucho peor que un sueño.

Luego lo vislumbró.

Escondido en un segundo plano, al fondo, detrás de la bailarina de flamenco. Sentado a una de las mesas del bar publicitado por el cartel. Lo estaba mirando.

Su aspecto era siempre el mismo, lo recordaba bien. Nunca lo había abandonado. Cuando era pequeña aparecía en su habitación y le contaba el futuro. Y ella dibujaba. Pero había desaparecido durante años, junto a Normani y a todo el resto, después del electrochoque. Después había vuelto, durante el viaje hacia Melbourne. Se había manifestado por la calle, en Kuala Lumpur, sentado detrás del banquito de madera, con las piernas delgadas como si los pantalones envolvieran un esqueleto, con el largo cabello desgreñado, el rostro demacrado y la mirada enigmática. Lo sabía todo de Dinah. Lo sabía todo de cualquier cosa. Pero también él solo era un fragmento. Una sugestión, que aparecía y desaparecía en el tiempo de un suspiro. En sus papeles estaba escrito el destino de la Tierra, su risa maliciosa era el detalle más grotesco e inexplicable que el Multiverso había mostrado hasta aquel momento. Había sido él, el vidente maltés, quien los había acogido en Memoria. Y ahora era él quien sonreía desde el cartel.

—Vámonos de aquí —dijo Dinah, aferró la mano de Normani y se levantó de repente. No había respondido a la pregunta de la muchacha, pero ambas sabían que aquel beso había sido como una operación con anestesia general. Estaban perdiendo cualquier sensación corpórea, y, por más que la mente fuera capaz de viajes extraordinarios a cualquier lugar y tiempo pasado, ambas sentían la necesidad física de rozarse, de tocarse, de estrecharse.

Afalta de emociones reales, era mejor cerrar los ojos para siempre.

Bueno chic@s aquí está el capítulo, espero que les haya gustado y perdón la demora. Si hay algún error, por favor háganmelo saber para poder editarlo.

PD: FELIZ AÑO NUEVO 🎊 ESPERO QUE LO HAYAN PASADO BIEN JUNTO A SUS FAMILIARES Y AMIGOS.
Bueno voten y comenten mucho, me encanta saber lo que piensan de los personajes y sus propias teorías.
XOXO

Memoria (Adaptación Norminah)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora