Capítulo 4

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Vincent.


Vi el auto perderse entre los árboles, maldita sea. Esa mujer es una estúpida, estoy furioso. ¿Cómo mierda se le ocurre desafiarme de esa manera? Miré hacia abajo y me di cuenta de que estaba desnudo. Maldición. Comencé a caminar de vuelta y me encontré con Kristin en la entrada, tenía una sonrisa burlona en su rostro. Me paré frente a ella.

—¿Se puede saber que mierda te causa tanta gracia? —pregunté molesto.

—Verte correr detrás de su auto y ver como saltaban tus pelotas en un intento fallido por detenerla, eso es lo que me causa mucha gracia. Se movían de un lado a otro. Ja, ja, ja —maldita pelirroja burlesca.

—Vete a la mierda —la pasé de largo.

—Y lo mejor fue cuando sacó la mano por la ventana y te mostró el dedo. Esa fue, sin lugar a dudas, la mejor parte —hizo el gesto con sus manos.

—¿No tienes nada mejor que hacer, que estar aquí burlándote de mí? —gruñí molesto.

—Sí, pero... Vincent... —me llamó seriamente.

—¿Qué? —me volví hacia ella.

—¿De verdad no te dolieron las bolas cuando corrías? —soltó una carcajada la muy maldita —. Es que te juro que me impresiona que no te hayan dolido, si corrías detrás de ese auto como si fueras un deportista olímpico —la vi contener una risa. Mujer imbécil.

—No tengo tiempo para tu estúpido humor —seguí mi camino, pero su voz me detuvo.

—¿Sabes lo que significa que ella se haya ido? —vi como Kristin bajaba las escaleras de la entrada.

—Si lo sé. La buscaré por debajo de las piedras si es necesario —fruncí el ceño —. Ahora vete de aquí, ya no tienes nada que hacer en mi casa.

—Eres un imbécil —bufó.

—Y tú, una zorra —entré a la casa y cerré de un portazo.

Espera a que te encuentre Sophia, solo espera y verás...



Sophia.

Manejé como una loca de atar, estaba tan desesperada porque Vincent no me alcanzara, que no tome rumbo específico. Solo me detuve en los semáforos rojos, nada más. No sabía dónde carajo ir, solo no quería volver a estar en ese maldito mausoleo. Cuando miré la hora ya eran las seis de la tarde y aún no había comido nada. Vomité todo lo que tenía en mi estómago y desde ahí, no he probado bocado. Mi estómago comenzó a reclamar y me tuve que ver forzada a parar por algo de comida.

De la maleta que saqué con ropa, tomé un polerón con gorro, y me lo puse tapando mi rostro. ¿Extremista?, sí, no quería que nadie me reconociera. Compré un sándwich, un jugo y subí a toda prisa al auto. Al beberlo, sentí como un nudo en mi garganta que no me dejaba pasarlo. ¡Demonios! Si Kristin no hubiese llegado a tiempo, en este momento estaría violada por mi propio esposo. Mis ojos se llenaron de lágrimas con solo recordarlo. Di un golpe sobre el volante, es que como llegué a eso Dios mío. Sarah me advirtió que Vincent era un ser de fríos sentimientos, pero él conmigo no era así.

Vincent era un chico de pocas palabras, sin embargo, cuando estaba conmigo se abría tanto, me demostraba sus sentimientos, me duele pensar en el pasado y en lo distinto que era cuando estaba a mi lado. Aún me cuesta creer en lo todo lo que ha sucedido, ¿por qué se ha convertido en ese monstruo?, ¿qué sucedió? Traté de despejar mi cabeza y puse algo de música en la radio.

En mil pedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora