CAPÍTULO II: Memorándum de Louis

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Nota: Sé que la historia en sí, por lo que todos han venido, o sea, Larry, está muy lento, y espero puedan comprender, pero es lícito y necesario conocer el pasado de Louis, y las razones por las cuales terminó en este desconocido hogar. <3 Pronto estará Harry en la historia.

Gracias  theyaresogreat por apoyarme desde el inicio, sé que ansiabas esta historia, te quiero. <3

MEMORÁNDUM DE LOUIS

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MEMORÁNDUM DE LOUIS

3 de marzo de 1900.

Heme aquí, desde ayer, este suntuoso palacio cuyo lujo, demasiado severo, y cuyo aspecto sombrío en nada me recuerdan la lujosa pero sonriente casa en donde pasé los días más felices de mi vida. ¿Me ha traído aquí la dicha o la desgracia? No lo sé; pero no me atrevo a esperar en este mundo sino tristezas. El ángel pálido y triste que me besó al nacer, y que se quedó conmigo hasta el fin, aún no se ha separado de mi lado. A pesar de que, toda mi infancia fue muy feliz... Después de que murió mi padre, siendo yo muy pequeño, mi madre se consagró a mí; me amaba con idolatría; me rodeó de consideraciones, de respeto y de cariño; aunque era algo rica, se empeñó en que yo me graduase de profesor, como si la pobre comprendiera que mi instrucción me daría, más tarde, con qué ganarme honradamente la vida. ¡Pobre madre mía...! Cuando pienso en los últimos desesperados momentos de su existencia, y en la mujer que causó su muerte y mi pobreza, se crispan mis manos, aprieto los dientes, y de mi boca, nacida para la plegaria, brota una maldición.

Mi madre era una de las mujeres más rectas, severas, honradas en demasía, y que no transigen jamás con aquello que no es el deber; madre cariñosísima, amiga leal y franca que no sospechaba que pudiese haber hombres y mujeres que, por su conveniencia personal, sacrificasen la amistad, causando la ruina de aquella persona a quien daba el título de amigo. Su mano siempre estaba tendida al menesteroso, su casa siempre abierta para sus amigos y para los que le necesitaba. Su limpia fortuna, heredada de su padre y en parte de mi propio padre, le acarreó algunos enemigos; entre ellos, una que se decía ser hermana suya y que aseguraba ser hija de mi abuelo. Mi madre, sin creer en tal parentesco favorecía a la señora Victoria Martins así se llamaba la presunta hermana ―y le decía que dejara de abrigar ridículas pretensiones acerca de su capital.

―Estoy segura, hermana, de que tú disfrutas de lo mío ―dijo una vez Martins a mi madre.

―Si estás segura de que mi fortuna te pertenece, pruébamelo, y te la entregaré ―le contestó mi madre, ya impaciente.

―Muy bien, hermana, te lo probaré.

Mi madre no había vuelto a pensar en la pariente postiza, cuando vino a recordárselo una mujer cuya fisonomía la recuerdo siempre con repugnancia y asco; una mujer de unos treinta años o más; de talla pequeña; estatura mediana, blanca, ligeramente bronceada, cara alargada, avinagrada; cabello largo y liso y de color castaño, este era tan largo que suelto repasaba hasta sus espaldas bajas, ojos cafés, claros y no muy grandes; buena bebedora, buena jugadora, buena estafadora, buena charlatana; algo peor que un ladrón, pero ella tenía, y aún tiene, la pretensión de pasar por mujer honrada. Hizo que mi madre la recibiera, pretextando que venía a hablarle de un asunto importante. Fue conducida a la sala en donde estábamos mi madre y yo; y, desde la puerta, saludó haciendo una gran reverencia.

La Agonía de los Pétalos || L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora