IV.- Halago

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Capítulo cuatro: Halago

— Mocosa insolente — no estaba segura de que había sido eso. Lo miré perpleja.

— Discúlpeme, pero, mocosa no es una manera correcta de dirigirse a mí persona, Capitán — respondí.

Los soldados que transitaban al rededor nuestro, se detuvieron boquiabiertos, algunos empezaron a correr fuera del patio de entrenamiento y otros parecían rezar. Claro que sabía a qué se debía sus exageradas acciones, por dentro también moría de miedo, sin embargo, no dejaría que volvieran a intimidarme como aquel día en la oficina del brigadier Erwin Smith.

El capitán chasqueando la lengua dió cuatro amenazantes pasos hacia mi, cortando la distancia entre ambos. Ahora sí que el miedo empezó a manifestarse, las piernas me empezaron a temblar primeramente. Y desgraciadamente, él lo notó, pues pude notar en sus mirada una satisfacción y cinismo por lo que estaba provocando.

— A mí se tendrá que referir como mademoiselle — agregué fingiendo seguridad.

Él me arrebató el cuadernillo de mis manos, mis escritos fueran nuevamente arrojados al suelo arenoso, cubriéndose de polvo inmediatamente. Mi mirada recayó sobre el cuaderno, las hojas seguramente se habían dañado.

— ¿Por qué debería hacerlo? Eres un asesina, una arma, agradece que no te trate como ello — habló gélido.

Me dió una palmada en el hombro y se retiró pisando el cuaderno antes de volver a entrar al cuartel general. Los soldados me miraban fijamente y luego a la espalda del capitán, para después continuar con lo suyo. Me apresuré a recoger el cuadernillo.

No lo entendía, a pesar de todo seguía siendo tratada diferente. No importaba la cercanía que construyera con mis compañeros de escuadrón, no importaba lo servicial que fuera con mis superiores, seguía siendo diferente a ellos. A pesar de mis esfuerzos por ser aceptada, simplemente no se me daba la oportunidad por encajar.

— No lo culpes, está dolido — una mano se posó sobre mi hombro, provocando un sobresalto.

Petra Ral me miraba con una amabilidad que nunca se me ofreció, una mujer que lideraba a un escuadrón aéreo, el escuadrón de maniobras especiales, el factor sorpresa en varias batallas anteriores y sobre todo lo más importante, el interés amoroso del capitán Ackerman. Su relación no era exactamente un secreto, todos en la región estaban al tanto de ello.

Le regresé la mirada, no tenía la capacidad para comprender a que quiso referirse con eso, ella no me miró, sus ojos seguían a lo que era el fantasma del capitán, veía fijamente la puerta por donde aquél hombre se había retirado; su corto cabello danzaba con la suave brisa mañanera, obteniendo un perfil de ella de lo más precioso, ella era bella, tenía rasgos de fragilidad, rasgos de muñeca, sin duda tenía de un corazón noble. Perfecta es como se le podría describir, demasiado para una simple líder de escuadrón; era más de lo que aquél sanguinario capitán merecía, era sin duda mucho más de lo que él podía tener.

¿Siempre tenía que ser injusto?

Lo habían premiado con una gran flor de primavera. Bajé mi mirar al suelo arenoso sintiendo nostalgia. Tristemente había visto el aura de muerte que este lugar desprendía.

— Todo tiene su motivo — explicó obteniendo su amable mirar — No dejes de escribir.

Y se retiró.


[…]

El capitán Levi Ackerman estuvo presente en el entrenamiento que tuvimos de tres horas. Únicamente observando a cada soldado, un simple espectador, aunque hicieran mal las cosas nunca regaño a nadie, nunca habló, de él ni una palabra salió en todo el entrenamiento, se limitó a observar y pasearse alrededor nuestro, imponiendo su figura. Pasó por mi lugar unas seis veces aproximadamente, nunca me miró, solo pasó, cada media hora se venía a donde yo estaba.

El entrenamiento abarcó combate cuerpo a cuerpo y puntería, ya sea con armas de fuego o con arco. Me sorprendí al notar lo bueno que era en cada cosa, no era mejor, pero si que me encontraba entre los cinco mejores de trescientos de los soldados que estábamos entrenando.

Inclusive el capitán Zack me felicitó en cuanto el entrenamiento finalizó. Le había puesto una buena paliza a Eren en el combate cuerpo a cuerpo, y había logrado resistir bastante contra Mikasa, que al final terminé rindiendome contra ella. Y por ese simple enfrentamiento rutinaria logré ganarme el respeto y admiración de la mayoría de los soldados; ninguno me lo dijo en la cara, pero sus ojos los terminaron por delatarlos.

Sin embargo, prefiero el disfrutar de la soledad, soy una escritora, una muy buena y reconocida escritora, la soledad siempre ha sido de mi aliada, y gracias a ella las palabras han de fluir cómo torrente. No es que no le agrade la gente, soy de disfrutar de una buena compañía, pero a la soledad nada se le compará; por tanto me mantuve ajena a la soldados que hablaban animados entre ellos mientras se vestían para continuar con nuestro deber.

Noté la ausencia de mi cuaderno de notas, no estaba por ningún lado. Salí corriendo del vestidor alarmada por su ausencia, era importante aquel cuaderno, no me sentía capaz para extraviar aquel valioso cuaderno, era obvio que alguien lo había tomado, alguien había hurtado mis cosas, le problema aquí era el quién lo hizo. Petra Ral sabía que soy escritora, igual que Erwin Smith, igual que Levi Ackerman. Ellos tres son los únicos que pudieron haber tomado mi cuaderno.

— ¿Buscas ésto? — el azabache se hallaba recargado en la pared mientras mostraba el cuaderno en una de sus manos, disfrutaba de estrés por haberlo extraviado.

— ¿Por qué lo has tomado? — pregunté intentando calmarme.

— Los rumores dicen que eres muy buena escritora, solo he querido confirmarlo — respondió con simpleza.

Me acerqué a él para arrebatarle el cuaderno, al notarlo lo apartó de mi negando con su cabeza. El pasillo estaba desolado, ni una mosca se asomaba por el lugar, todos debían estar en camino al comedor o en un mejor caso comiendo ya.

— ¿Me lo darás? — estaba por acabar con mi paciencia.

El abrió el cuaderno en una página en específico, se giró dando la espalda y empezó a leer en voz alta las palabras que había plasmado en aquella hoja.

"Oh, ¿Qué será de mí? Si en un suspiro has de arrebatar aquel cielo por el que noches enteras esperé... Cubre de mí con aquel manto de mentiras que has confeccionar en mi honor, finge de un odio sin razón, más no olvides de portar la máscara que ha de protegerte, pero no abuses, ten en cuenta que se romperá algún día si planeas hacerla tuya..."

Recordaba ese texto a la perfección, lo había escrito hacía tres días, en una noche estrellada pegada a la ventana con una única persona en mente. Él se volvió hacia mi haciendo entrega del cuaderno, sus mirada era una juguetona, pero por mi parte, me mantenía estática analizado la situación.

— Nada mal para una escoria como tú — comentó.

Si era un halago estaba muy mal realizado, y si era un insulto era bastante suave como para catalogarlo así. Lo miré incrédula.

— Hazme saber cuándo tengas la siguiente parte — Fue lo último que dijo antes de retirarse por aquel pasillo a medio iluminar.

Esa noche que había escrito aquellas palabras que el capitán había recitado fueron inspiradas en un persona distinta a lo común, permanecí en vela mientras la palabras fluían de la pluma teniendo en mi cabeza la fija imagen del Capitán Levi Ackerman.

Ocaso [LeviXOc] CANCELADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora