V.- Razón

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Capítulo quinto: Razón

Tercer noche consecutiva en que me quedaba hasta muy tarde en un intento por escribir, sin embargo, las palabras jamás fluyeron del bolígrafo; tampoco era que quisiera dormir, pues me la pasaba dando vueltas en la cama sin conciliar el sueño. Era obvio, estaba pasando por ese momento al que siempre le tuve temor, había entrado en periodo de bloqueo, no era capaz de escribir ni un solo verso; el cielo de estas veladas no se había comportado amable, ni de la luz de luna obtuve en estas noches.

Dejé el papel y bolígrafo sobre la pequeña mesa de noche. Me coloque un abrigo sobre la bata de dormir que traía, estaba harta de esta consecutivas noches sin producción; ocupaba de aire fresco, no me importaba romper las reglas por tener algo de paz a mi predicamento. Sin más, salí de mi dormitorio caminando por el pasillo iluminado por antorchas.

La brisa era fría, tal y como se esperaba de una noche de septiembre. Confortable e inspirador se podría describir al sonido de las hojas tras el paso de un suave viento, más sin embargo no era suficiente para calmar el dolor de una escritora cómo yo. Tenía que hacer una búsqueda de más sé es que en verdad deseaba dejar ese bloqueo atrás.

— ¿Disfruta de su paseo nocturno? — para nada que era una pregunta amable, era una llamada de atención por mi falta de disciplina, no tenía permiso para andar de turista por los corredores del cuartel.

— Por supuesto, ¿Ha visto la luna? Luce en especial está noche hermosa — mencioné con cierto descaro.

El temible capitán Ackerman frunció el seño, estaba seguro que en un momento a otro empezaría a gritarme o tirarme una buena patada, pero no fue así, o por lo menos se la está pensando mucho en mí castigo, pues se mantenía neutro con una pesada mirada sobre mi persona. Suspiró con frustración.

— Vuelva a la cama, mocosa...

— Soy de lo más cuidadosa con mi higiene personal como para ser llamada "mocosa", tengo un nombre, mis padres lo pensaron mucho, por lo menos ocho meses, para que usted se lo pasé de lado. Me llamo...

— No me importa tu estúpido nombre — interrumpió mi interrupción — Ve a tu dormitorio de una puta vez si no quieres ser castigada — amenazó — ¡Ahora, joder!

No soy capaz de comprender los sentimientos humanos, no del todo, y mucho menos los sentimientos ajenos. Pero al pasar a su lado pude notar de su dolor, escurría de él a fuentes. Era sin duda fuerte, pero no lo suficiente, aquel mal genio solo era una máscara por ocultar la desdicha con la que estaba cargando.

Soy una talentosa escritora, una que no logra comprender los sentimientos, pero es capaz de conmover corazones a través de palabras vacías que de mi lápiz han de escurrir. Y con aquella imagen de un sanguinario capitán derrotado por algo ajeno a la guerra me dejó completamente fascinada.

— Le deseo buena noche — y antes de girar por el pasillo lo ví llorar.

Mi fascinación aumento, cualquier humano por fortaleza que sea es capaz de romperse y derramar lágrimas de vez en cuando.

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— ¿Han visto al capitán Levi? — preguntó Eren.

Era temprano cuando desayunamos, la mesa estaba llena por los miembros del equipo del capitán Zack, nadie pareció prestarle atención, en especial la que llevaba por nombre Sasha, pues la mayoría se hallan centrados en su desayuno, uno que hoy misteriosamente sabía muy bueno, al parecer habían cambiando de de chef o habían hecho el desayuno con amor.

— No, ¿Por qué la pregunta? — al ver que nadie le había prestado atención, me vi obligada a contestar.

El alzó ambas cejas y nos lanzó una mirada ansiosa a todos. Parecía que estaba por revelar el más grande secreto de la humanidad o algo similar.

— Ha roto su compromiso con Petra — y le dió una mordida a su tostada.

— ¡¿Enserio?! — una chica de la mesa de a lado saltó a nuestra mesa con el rostro iluminada — ¿Cómo?

Y Eren sonrió con malicia, pero por supuesto que se sabía toda la historia con lujo de detalles, si no fuera eso correcto, no estaría tan ansioso por contar aquello. Masticó la tostada impaciente, casi se ahoga por la rapidez con la que lo hizo por contarnos su jugosa historia.

Era cierto de la ausencia del respetado capitán en el comedor, y observando con más detalle, no solo el brillaba por su ausencia, su ex prometida también lo hacía, y el teniente rubio oxigenado del que no me he aprendido su nombre aún.

— La teniente coronel Zoe encontró a Petra teniendo relaciones con el teniente que recién fue transferido a nuestra base... — hizo un esfuerzo por recordar el nombre, pero igual a mí no lo sabía, así que prosiguió con su relato — ¡El rubio oxigenado! Los encontró en su laboratorio cuando iba a mostrar los resultados de sus experimentos a el capitán Levi, por eso él también los vió en pleno acto y ahí mismo rompió todo compromiso con ella.

Volvió a darle una mordida a su tostada como si agregará énfasis a su argumento si finaliza con una mordida. Ahora sí que todos los presentes le prestaban atención al castaño de grandes esmeraldas, inclusive Sasha había dejado de comer; no solo los de nuestra mesa estaban atentos, también los de ambas de mesas de cada lado nos miraban.

Suspiré agobiada. Ahora sabía la razón a su mal genio de anoche; el amor sin duda era complicado, pero jamás me he sentido excenta a ese problemático sentimiento, ciertamente que en un lejano pasado estuve perdidamente enamorada de un joven, por el que hice innumerables locuras, aún tras haberlo experimentado, jamás logré entenderlo.

No entiendo cómo sea una decepción o traición amorosa como de la que el despiadado capitán Levi le ha tocado ser víctima. Me parece tan vago todo sentimiento similar a ello, podría ser egoísta en cierto punto, pero estaba agradecida de que el fuera él sobre quien recayera todo sentimiento negativo.

— En conclusión, el capitán Ackerman vuelve a ser soltero ¿No? —  una chica de negro cabello sonrió ladina.

— Efectivamente — afirmó Eren.

Me levanté antes de escuchar los comentarios subidos de tono por parte de las chicas que se habían unido a nuestra mesa, al fin que al cabo, ya había terminado mi desayuno. No es necesario tener la imaginación de una escritora para crear aquéllos recuentos que dirían, bien sabía que el capitán es alguien bastante codiciado, sorprendentemente por ambos sexos, por su fuerza y habilidad en combate eran por lo que los hombres lo admiraban, y el ser atractivo era por lo que las mujeres lo querían; en ocasión en el mercado llegué a escuchar a una doncella fantasear con él de maneras inapropiadas para ser contadas abiertamente.

— Mocosa.

No había nadie más en el pasillo más que yo, era a mi a quién se estaba dirigiendo. Giré hacia él haciendo el saludo militar y después mirarlo con atención. A pesar de todo aquello, se le veía en pie, no había señales de su dolor si buscabas de manera parcial, pero al rebuscar a través de aquella gélida mirada tan característica de él, era visible el daño; admirable, sabía perfectamente el cómo ocultar el dolor.

— ¿Sucede algo, messier Ackerman? — me dirigí a él con sumo respeto.

Él hizo una mueca que me pareció que fue un intento de sonrisa, un intento fallido. Se giró arrojando mi cuaderno de notas, lo atrapé antes de que se estrellara contra mi cara, y agregó:

— Así que soy su fuente principal de inspiración, interesante... Me encanta la idea de ser yo por lo que tú estúpido mundo de palabras gira.

Se retiró con cierta burla en su persona.

Ocaso [LeviXOc] CANCELADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora