Amor

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Shun; caballero de Athena protegido por la constelación de Andrómeda. Pide a gritos una respuesta a los dioses.
A pasado años enamorado de su amigo y compañero, Hyoga de cisne. Pero debido a la personalidad de él, era seguro que lo rechazaría de inmediato. Y peor aún, su amistad se arruinaría. Después de todo, ambos eran hombres y medio hermanos.
Era algo que definitivamente quería evitar a cualquier costo.
Sus suplicas resonaron en todo el olimpo, llegando a oídos de cierta diosa quién enternecida decidió ayudar.

El cosmos de Afrodita abrazó completamente el cuerpo del caballero oprimiéndolo hasta dejarlo inconsciente.
Al despertar; Shun no se explicaba lo que había sucedido.
Un dolor en su cabeza llegó repentinamente haciendo bajar su mirada.

— Pero ¡¿Qué?!– Inexplicablemente habían genitales que no le pertenecían.
Un grito salió de sus labios mientras intentaba cubrir su ahora desnudo cuerpo con sus brazos.

- ¿¡Qué sucede!? – Se escuchó una segunda voz por detrás. – Señorita ¿Está bien? – Al mismo tiempo, sintió como su cuerpo fue cubierto por un gran abrigo.

Volteó su mirada para confirmar la provincia de la persona quien le hablaba. – S-Señorita Saori…

- ¿Cómo sabe mi nombre? – Cuestionó la otra castaña.

- Señorita Saori… Soy yo ¡Shun!

La diosa sorprendida tomó el rostro de la ahora chica analizándolo.

- ¡Shun! ¿Pero qué fue lo que te pasó?

- Mm… Realmente no lo sé, yo sólo... De repente mi visión era borrosa.

- Incluso tú voz cambió. – Susurró. - Vamos, no tarda que comience a nevar, vayamos a la mansión ó te resfriarás. – El castaño asintió y cubriéndose entraron hasta la limusina.

Después que llagaran a la mansión, se las arreglaron para entrar hasta la habitación de la diosa sin ser vistos.
Ya dentro, Saori dio ropa nueva a Shun, y este sentado en el borde de la cama se dispuso a contarle lo que recordaba sobre sus rezos a los dioses sin pensar que algo tan inocente, lo terminaría llevando a ésa incomoda situación.

— Shun… — Pronunció la castaña con voz enternecida.

El rostro del caballero estaba envuelto en un tono carmín. – Lo lamento, jamás creí que algo así pasaría. – Decía mientras tomaba con fuerza la falda que vestía.

- Tenemos que descubrir que olimpico hizo ésto, y creo saber quién fue… - La diosa suspiró. — Aguanta hasta entonces ¿Bien?

- Saori… Muchas gracias. – Sonreía mientras ofrecía una reverencia. – Oh pero… ¿Qué hay de Seiya y los demás?

- Sigueme la corriente... Emilia. – Shun confundido la cuestionó con la mirada hasta la puerta, ahí la Diosa le hizo una señal para que la siguiera.

En la sala ya se encontraban los demás; algunos mirando la T.V y otros en sus celulares.

- Señorita Saori, Buenas tardes. – Saludaba Jabú alzando su mirada del libro en sus manos. – Veo que tiene visitas.

Al decir ésto último, fue inevitable que los demás voltearan su mirada detrás de la Diosa, donde un cuerpo se escondía con timidez.

- Ella es Emilia Solo, Prima del señor Julian; Se quedará unos días con nosotros así que, por favor, háganla sentir como en casa, mientras no me encuentro.

Todos los presentes asintieron con un sonrojo en las mejillas al presenciar la belleza de la joven y veían salir por la puerta a Saori.

- Lamento causarles molestias. – Habló de repente Shun.

Hyoga X Shun: One-Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora