IV: Luces fuera

809 59 30
                                    

Heya. Vacaciones, esa dulce época del año en la que no te tienes que preocupar de nada, bueno, casi de nada. En fin, estoy de vuelta, y traigo actualización de este singular y no tan conocido fic, debido a ello, agradezco mucho a aquellos que siguen por aquí y les gusta lo que leen.

En fin, los dejo con esto.

Las imágenes de la noche anterior no eran nada claras para Skye, de hecho, apenas y lograba recordar si quiera cómo fue que llegó tan lejos en su camioneta, el por qué se había ido, era algo que definitivamente se había borrado de su memoria, al menos por el momento. No sabía en dónde se encontraba, no sabía cómo había terminado en ese lugar. Los efectos de su pequeña intoxicación etílica la noche anterior habían dejado claros daños en su psique, aunque seguramente nada de qué preocuparse a largo plazo.

El peculiar dolor en la base de su hocico fue una de las cosas que la ayudó a regresar a la realidad; de pronto, todos esos sonidos que la rodeaban empezaron a tomar forma y convertirse en palabras, esas extrañas luces, fugaces a sus ojos, ahora podía ver la perfecta forma de las grandes lámparas en el techo de lo que seguramente era un hospital. La vulpina llegó rápidamente a esa conclusión al escuchar el pitido del electrocardiograma junto a ella. El haber descifrado en dónde se encontraba no era exactamente reconfortante, pues aún no lograba recordar lo que pasó la noche anterior. A medida que ganaba más y más lucidez, esta traía consigo la realidad de su condición; un dolor punzante en su mejilla derecha, la incapacidad de abrir por completo el ojo izquierdo, un fuerte, pero no insoportable dolor en la caja torácica, un dolor de cabeza que se hacía paulatinamente más grande, consecuencia de la resaca, y por último; lo que seguramente sería una pata rota a juzgar por el yeso que la cubría.

La vulpina dejó escapar un prolongado suspiro. Hacía lo posible para no entrar en pánico y dejar que venciera su lado racional, aunque de igual manera se castigaba a sí misma por no haber hecho lo mismo el día anterior; se había dejado llevar completa y enteramente por la desesperación y ahí estaban las consecuencias.

–Veo que al fin despertó– dijo una leona al entrar en la habitación.

–¿Dónde estoy?– preguntó Skye.

-–Hospital Pembroke, en la parte norte de Tundratown.

–¡¿Zootopia?!– clamó incrédula. La ciudad no era algo que estuviese cerca de su hogar, ni siquiera le era posible verla a la distancia. La noche anterior no era clara, sin embargo,no podía creer haber llegado tan lejos.

–A juzgar por esa reacción, supongo que no es de por aquí– comentó la doctora, mientras se movía por el lugar. Revisó dentro de un gabinete hasta encontrar una pequeña linterna, junto con otro par de cosas.

–Para nada... He estado evitando la ciudad por...– Se detuvo al percibir una incandescente luz directamente en su ojo derecho –. ¡¿Qué rayos hace?!– Se quejó tratando de apartarse, únicamente logrando que la gran felina sujetará con algo de fuerza su rostro.

–Lamento si esto le incomoda, pero debo asegurarme de que no haya más daño por contusión- explicó brevemente. No haciendo mucho caso a las réplicas de Skye, la leona prosiguió con el chequeo –. Parece que no hubo daño severo; sus pupilas se dilatan bien y la hinchazón en el ojo izquierdo ha disminuido notablemente desde la noche anterior– La doctora anotaba todo en lo que seguramente era el archivo médico de la vulpina. Skye estaba molesta, no hacía mucho para ocultarlo; con el dolor de cabeza y las diversas molestias en su maltratado cuerpo, no le era agradable el "chequeo" que le estaban haciendo. Lo único que ella quería en ese momento, era largarse lo más pronto posible.

–El único daño importante que quedó es su pata y algunas costillas, señorita Winter– Señaló la felina. Skye quedó fuera de lugar con eso último, no por el hecho de saber que había algo grave con su pata, sino porque la doctora conocía su apellido. No tenía seguro médico, no estaba registrada en ninguno de los hospitales de la ciudad, ni siquiera había puesto pata alguna en Zootopia hasta ese día, ¿cómo era que la conocían?

Zootopia: Cuando invierno y primavera se juntanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora