VI: Prólogo al desastre

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-¿De verdad, él hizo todo eso?- preguntaba la madre de Nick a la coneja sentada a la mesa frente a ella.

-De no ser por él, yo jamás habría resuelto ese caso, su hijo me ayudó como nadie lo hizo- aseguró Judy, sonriente y algo nostálgica al recordar el caso de los aulladores -. Ha sido el mejor amigo que pude haber pedido desde entonces- agregó, mirando de reojo a Nick, al otro lado de la mesa.

La cena a la que los padres de Nick habían invitado a Jack y Judy, estaba siendo una velada de lo más agradable. Entre las cómicas bromas y las historias sobre la vida del vulpino desde que llegó a la ciudad, Mary Wilde sentía que recuperaba esos años perdidos, lejos de su familia, aunque claro, todos se omitían una que otra cosa sobre lo que pasó; no mintiendo, simplemente no contando toda la verdad.

-¿Y cómo se conocieron?- preguntó la vulpina finalmente. Nick y Judy casi se atragantan con lo que estaban comiendo, su padre miró preocupado a Jack, y el conejo trató de mantener la calma lo más que pudo.

-Bueno... Nosotros nos... Conocimos en...- trataba de responder el zorro.

-Vamos Nick, ¿ya olvidaste los entrenamientos de la academia? Judy fue instructora de turno- comentó Jack.

-Sí, así es, fui... Fui la oficial asignada al grupo de Nick- confirmó la coneja.

-Así es, y ella quedó tan impresionada de mis habilidades en la fuerza que me asignó a su mismo precinto- dijo Nick, ganándose un par de miradas irónicas de ambos conejos.

-¿En serio?- habló Jenna, la gran ilusión que le hacían esas raras historias era más que clara en su mirar -. Nicky yo... Jamás creí que serías policía, me doy cuenta de que huir de Preyland fue lo mejor que te pudo pasar.

-Zootopia ha sido amable con nosotros- dijo Henry -. Y el tenerte aquí hace que nuestra vida esté completa al fin- Sonrió.

Jack y Judy no tenían nada para decir, de hecho empezaban a sentir que su presencia estaba de más esa noche, sin embargo, no podían negar la alegría que les producía ver a la familia de Nick junta, sobre todo después de lo mucho que su amigo y su padre habían pasado.

La velada siguió avanzando hasta que fue muy tarde, Judy y Jack se retiraron de la casa de los Wilde, no sin antes despedirse apropiadamente y agradecer por la cena. Ahora los tres zorros estaban solos.

-No, no, no, no, yo me encargo- decía Nick al retirar los platos sucios de las patas de su madre.

-Pero Nicky, no puedo dejarlos a ustedes haciendo todo- replicó su madre.

-Puedes y lo harás- agregó Henry -. Acabas de llegar, tu brazo está mal, te mereces el descanso cariño- Besó la mejilla de su esposa, ella sonrió y los miró una vez más.

-Estaremos bien ma, ve a descansar- sonrió Nick.

Ella suspiró rendida; en parte tenían razón, ella estaba muy cansada como para hacer nada esa noche, al menos pudo ponerse un poco al día con los años perdidos de su hijo y su esposo, mañana tenía planeado ahondar un poco más, quería saber hasta el último de los detalles.

-Muy bien, pero no pienso irme a dormir con ustedes dos aquí, ¿de acuerdo?- aclaró firme.

-En un momento iré contigo- dijo Henry.

-Yo pasaré a despedirme en cuanto la cocina esté limpia, descuida- dijo el otro vulpino.

-¿Despedirte? Creí que pasarías la noche aquí- comentó, algo decepcionada.

-No quiero molestarlos, se supone que esta casa es...

-No Nick, no es así- interrumpió su padre -. Esta casa es nuestra, de los tres, y si tu madre lo dice, te quedarás esta noche.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2021 ⏰

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Zootopia: Cuando invierno y primavera se juntanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora