Once: "Nunca más".

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Harry se sorprendió ver en su puerta la silueta de una mujer totalmente desconocida mirándolo con desconcierto. Al principio se confundió pero aquello de dispersó cuando la mayor, educadamente, extendió su mano con una pequeña sonrisa que extendió la comisura de sus labios.

—Hola, soy Johannah, la madre de Louis.

Y Harry hubiera caído al suelo si la mujer no hubiese sido lo suficientemente rápida para sostenerlo y evitar aquel desastroso incidente.

Johannah guió a Harry hasta la sala de estar, la cual no estaba tan alejada de la puerta de entrada. Colocó delicadamente al joven el uno de los sillones.

—¿Te encuentras bien? —cuestionó preocupada, colocando la palma de su mano en la frente de Harry.

La boca garganta de Harry se secó.

—Y-Yo —tragó saliva. —Qué sorpresa, señora Tomlinson.

Ella sonrió.

—Oh, dejé de ser una Tomlinson hace años, llámame Jay.

Harry intentó tranquilizarse pero la tensión se negaba abandonar su cuerpo. Pero, ¿sería estupido actuar paranoico cuando la abuela de tu hijo estaba al lado tuyo sin saber el porqué?

—Jay... ¿qué sorpresa? Supongo que Louis ya...

La mujer lo interrumpió.

—Ay, mi Lou. El pobrecito enfermo de fiebre cuando me confesó que sería padre, ¿puedes creerlo? Él se disculpa por no venir estos últimos días, ya sabes, aún no se recupera —suspira— tal vez creyó que lo regañaría, pero, ¿realmente es necesario? Digo, mis nietos nacerán en unos días y me siento feliz con ello.

¡Alto!

Esto fue mucho mejor de lo que jamás haya pensado. ¿Ella no le reprendería por acostarse con su hijo? Y uh, que no lo haga, por favor.

—¿Entonces?

Jay le lanzó una rápida mirada.

—No estoy molesta, sino decepcionada.

Harry bajó la mirada.

—Louis me lo confesó la semana pasada. Creía que éramos los mejores amigos, pero...

El ánimo de la mujer decayó en un segundo.

Harry se adelantó al hablar.

—Louis estaba nervioso y siempre me pedía aconsejarlo para decirle sobre nuestro embarazo. No malinterprete la situación, usted es su mejor amiga, él siempre repite aquello.

Jay pareció sentirse un poco mejor, así que prosiguió con su anterior charla.

—¡Pero no me lo dijo! Me sentí triste un momento, pero al diablo aquello, seré abuela y eso es lo más importante, ¿ellos se encuentran bien?

Harry asintió.

—Increíble. Ernest y Doris estarán felices de jugar con los bebés. Mis gemelos tienen un año.

Louis en algún momento le comentó que tenía seis hermanos más. Él casi se atraganta con su propia saliva. Su madre a duras penas dio a luz a él y Gemma. Admitiría que siempre quizo mas hermanos, aunque Gemma se encargó de ser la mejor hermana mayor de todas, un poco ruda, pero excelente.

Recuerda que jugaban al dragón y la princesa.

Él era la princesa. Jamás le gustó rugir y tampoco golpear a su hermana, la cual por cierto, lo maltrataba, excusándose de que debía meter al papel del villano.

Tal vez sus hijos hagan lo mismo.

—Oh, por cierto. Traje ropa para mis nietos.

Jay se notaba emocionada y eso era un punto positivo para la situación.

La mujer salió del departamento y regresó unos minutos después con muchas bolsas colgando de sus brazos, Harry se levantó del cómodo lugar para ayudarla, pero ella se negó.

—Quédate ahí, cariño, no te molestes.

Y a Harry no le dijeron dos veces porque obedeció.

Jay se sentó al lado suyo y comenzó a sacar ropita y otros artículos. Sus ojos brillaron por el buen gusto de la mujer, que, al fina de cuentas, sería de gran ayuda para la crianza de sus pequeños bebés.

Esto iba por un buen camino.

Baby. I'll never leave if you keep holding me this way. |LS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora