Gabriel
A ver, ¿cuál sería un buen momento para empezar esto? Se me ocurre uno muy bueno, perfecto para que podamos explicar muchas cosas.
Empezamos con yo mismo tirado en el suelo y arrastrándome por el barro para acercarme sigilosamente a una de las bases militares del Régimen en la provincia de Salta, un poco en el centro del antiguo territorio de la Unión de La Plata en medio de la noche intentando que no me vieran. Si, el lugar perfecto para empezar.
Ahora que caigo, nunca les dijimos cómo éramos ¿verdad? Digo, al fin y al cabo este es un registro de audio, no pueden vernos. Bueno, entonces que cada uno se describa a sí mismo cuando le toque. En el momento en el que estoy grabando esto tengo veinte años. Mi mayor cualidad es que mido casi dos metros. Si, soy un gigante. Axia solía hacerme bromas sobre cortarme las patas para que quedara a su altura. Aunque dudo que fueran bromas del todo. En fin, por el resto tengo pelo marrón oscuro (no es por el barro, lo juro) y un cuerpo musculoso aunque eso no era sorpresa, desde niño me sometieron a todo tipo de ejercicios que me volvieron muy fuerte, como a todos los de la Orden.
Bueno, volvamos a la narración. Acababa de esquivar uno de los haces luminosos de un gran farol que estaban usando para rastrear el lugar cuando recibí una solicitud de comunicación holográfica de mi Socius. Ella siempre eligiendo el momento más inapropiado para llamarme. Aún así, era mi Socius y tal vez me dijera algo importante sobre la misión. La verdad es que es en esos momentos que me doy cuenta que a veces soy bastante ingenuo. Debí de haberme imaginado que no sería así.
-Flor, soy yo- dije en voz baja.
-¿Yo? ¿Yo quién?- preguntó.
¿Mencioné que a ella le encanta hacerme bromas? Pues si, lo hace todo el tiempo. Es pesada pero a veces ayuda a calmar los nervios.
-La maldita pizzería, ¿quién más va a ser?- respondí, algo irritado.
-¡Genial! Quiero una doble queso con extra de pepperoni, jamón y orégano, por favor- me dijo como si se lo hubiera creído.
-Por el amor de Dios, Flor, dime que me has llamado por algo importante y no solo para molestar- susurré ya levantando un poco la voz.
-Molestarte es algo importante para mí- afirmó sin ningún reparo- Solo llamaba para preguntar si recordabas cuáles eran tus objetivos.
-Entrar en la base, permanecer sin ser detectado, encontrar el computador, extraer la información con el pendrive que me diste y volver antes de la cena- recité de memoria- ¿Algo más?
-¿Puedes comprarme un regalo cuando vuelvas?- preguntó.
-No- respondí, tajante.
-¡Oh, vamos! ¡Solo una cosa! ¡Un peluchito está bien!- exclamó con todas sus fuerzas- ¡Aprovecha que tu puedes salir fuera y yo no!
-Hubieras elegido entrar en nuestras filas en vez de quedarte con los de comunicaciones- la increpé recordándole la elección que ambos habíamos hecho hace tan solo unos meses.
-Sabes que nunca lo hubiera hecho bien, esas cosas están fuera de mi alcance- dijo- Prefiero mucho más estar segura enfrente de una computadora molestándote que allí afuera con el riesgo de que me peguen un tiro. O varios. Y antes de que lo digas, que te conozco, no es de cobarde, es táctica de supervivencia a largo plazo.
-Lo que tu digas. ¿Algo más?- pregunté por segunda vez.
-De momento no. Estaré monitoreando la zona y si ocurre algo raro te lo haré saber- respondió- Y si pudieras comprarme ese peluchito...
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Guerra Santa
General FictionBueno, nos encargaron dejar constancia en audio de lo que acaba de suceder así que para eso estamos aquí. Créanme, oyentes, que por muy descabellado que parezca lo que vamos a decirles, todo ocurrió en realidad. Lo sabemos bien, al fin y al cabo fui...