María
En primer lugar, antes de comenzar con mi relato, tengo que agradecerle algo a Axia. En serio, gracias por llamarme tirana, amiga. Te lo recuerdo por si lo has olvidado pero he trabajado para el Régimen por cuatro años y durante gran parte de ese tiempo creí ciegamente en sus ideales, me mantuve fiel y era tremendamente eficiente en lo que hacía. ¿¡Cómo demonios creías que conseguí el grado militar de Teniente Comandante antes de cumplir la mayoría de edad!? Deja que te respondo la pregunta: porque soy A-SOM-BROSA. ¿Está claro? Bien, supongo que debería aclarar el punto anterior.
Si, es cierto, trabajaba para el Régimen y, como se habrán dado cuenta, no tenía un rango pequeño precisamente. Mi "familia" pertenecía en su totalidad al ejército y todos esperaban que yo siguiera el mismo camino cosa que, evidentemente, ocurrió. Por cierto, le puse un énfasis bastante excesivo a "familia". Si esto estuviera escrito entonces le pondría comillas. Unas treinta, más o menos. Ya entenderán porque... mucho más adelante.
¿Qué? Oh cierto, la descripción. Casi me olvido. Veamos... imagínense a la mujer más guapa y sexi de toda la historia humana. Esa sería Scarlet Johanson, obviamente, aunque yo me acerco bastante. Lo siento, tenía que empezar con un chiste. Sino no tendría nada de gracia. Bueno ya, me pongo seria. Digamos que, en altura, soy un punto intermedio entre Gabriel y Axia. No tan alto como el pero algo más del metro ochenta que mide ella. Mi pelo es castaño oscuro y siempre lo uso corto, nunca más allá de mis hombros. No era por ninguna regla especial, no nos obligaban a tener un peinado definido, era un capricho personal, nada más.
En todo caso, tuve excelentes notas en la escuela y apenas cumplí los catorce años me enlisté en el ejercito. Esa era la edad mínima exigida aunque era tremendamente raro que alguien de esa edad se sumara al ejercito. La gran mayoría solían esperar hasta terminar el secundario más que nada por los exámenes de admisión que requerían unos conocimientos avanzados pero, en mi caso, eso no resultó ser ningún problema. Era por eso que, desde el principio, mis superiores siempre tuvieron un ojo puesto en mi. Era la más joven de los cadetes que ingresaron conmigo y era superior a estos en todo. Pronto me trasladaron a la Academia de Oficiales de Tandil donde salí con el rango de suboficial y un puesto asegurado en la LXXX Legión "Platinia" con sede en Buenos Aires.
Ah si, quizás debería explicar eso. El ejercito entero del Régimen se dividía en Legiones repartidas por todo el mundo. Cada Legión contaba con, aproximadamente, entre un cuarto y medio millón de soldados, divididos en Infantería, Blindados, Artillería y Equipo de Apoyo. Cada Legión tenía asignadas una o más "Alas", grupos de combate aéreo que podían ser aviones o helicópteros, y, en algunos casos, como era el nuestro, "Armadas" compuestas de barcos de combate. Aunque habíamos alcanzado ya una era espacial bastante avanzada y teníamos una base en la Luna, solo una Legión, la C Legión "Steba" estaba destinada ahí de forma permanente y tenía el control de la flota espacial.
Pero bueno, que me estoy yendo por las ramas. La misma noche en que estos dos estaban asaltando un par de nuestras bases yo estaba... jugando videojugos. Sip, no es broma. El Régimen los llamaba "Juegos de Guerra". Era una especie de ejercicio en que nos sentaban en una sillas especiales con un aparato en los ojos que nos permitía acceder a la realidad virtual y, bueno, jugar a la guerra a pesar de que técnicamente estábamos en una. El Régimen nunca tomó en serio ni a la Santa Orden ni a la Fraternidad hasta que, en mi opinión, fue demasiado tarde y, la verdad, nunca fue capaz de entender el auténtico alcance que tenían ambos grupos, sobre todo la Santa Orden. Lo siento Axia, pero es la verdad. La Fraternidad nunca pudo igualar la capacidad con la que contaban los cruzados. El Régimen los consideraba meros grupos terroristas que no debían ni merecían ser considerados como amenazas potenciales. Yo era de las pocas excepciones que me tomaba esto en serio, en parte por eso fue que recibí el cargo de Inquisa.
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Guerra Santa
General FictionBueno, nos encargaron dejar constancia en audio de lo que acaba de suceder así que para eso estamos aquí. Créanme, oyentes, que por muy descabellado que parezca lo que vamos a decirles, todo ocurrió en realidad. Lo sabemos bien, al fin y al cabo fui...