Capítulo 2: "Los últimos seguidores"

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Axia

Y después de que Gabriel los aburriera con más de una hora de audio, finalmente me toca hablar a mi. A diferencia de él, yo no doy tantas vueltas por lo que dejémonos de presentaciones y vamos directo al grano que quiero terminar esto pronto.

Desde el punto en el que lo dejó Gabriel tenemos que volver un poco para atrás, más específicamente, desde el momento en el que lo dejé en su base y yo partí a la mía.

¿Qué? ¿Qué tengo que describirme? ¿Para que? Bueno, ya fue, si ustedes lo dijon. Descripción rápida. Mido un metro setenta y dos, pelo negro largo que suelo recoger en una coleta, piel ligeramente oscurecida como todos los descendientes de árabes y ojos verdes. Eso es todo lo que necesitan saber.

Continuando con lo que realmente importa, me estaba desplazando a gran velocidad sobre mi moto hacia la ciudad de Córdoba, donde estaba ubicada la base de la Fraternidad Islámica en la región.

Seguramente se estarán preguntando, entre otras cosas, que demonios hace un grupo de resistencia islámico en medio de Sudamérica. Lo lógico sería que nuestras sedes más importantes estuvieran en el territorio de la antigua Unión Árabe. Eso sería lo lógico pero… no es así. Es más… complicado. Verán, durante las Guerras de las Potencias, las naciones más importantes de ese entonces invadieron el Medio Oriente por todos lados, desesperados por hacerse con sus inmensas reservas de recursos fósiles. Esto provocó una gran migración de los musulmanes residentes en esas regiones a los países neutrales, como la Unión de La Plata que hacía poco que se había consolidado. Eso generó una gran comunidad musulmana en la región, centrada en la provincia de Córdoba, que pronto se adaptó a las costumbres y el idioma nativo, si bien mantuvo sus creencias.

El Decreto 836 y el inicio de la Purga tomó al mundo islámico totalmente por sorpresa. El Islam carecía de un liderazgo único, a diferencia de la Iglesia Católica, por lo que fue imposible coordinar algún tipo de plan de resistencia, por lo menos en los primeros años tras la promulgación del decreto. El Régimen arrasó completamente con todo el mundo islámico. ¿Nuestros textos sagrados? Quemados. ¿Nuestros lugares de culto? Destruidos. ¿Nuestros líderes espirituales? Ejecutados. El Islam estuvo al borde de sufrir el mismo destino que la gran mayoría de las demás creencias y desaparecer para siempre. Pero algunos logramos aguantar e intentar, aunque sea, ser una gran molestia en el culo del Régimen.

La Fraternidad Islámica fue algo muy improvisado y no contaba en lo absoluto con la tecnología y el equipamiento de la Santa Orden. Por supuesto, tampoco éramos muchos. En esta zona del mundo, al sur de Sudamérica, era donde se encontraba el grupo más numeroso debido, en parte, a que habíamos sido avisados con antelación por parte de otros musulmanes en otras partes del mundo por lo que el ataque inicial del de las fuerzas del Régimen no fue tan al estilo “guerra relámpago” como si lo fue en las demás regiones ya que muchos ya se habían ocultado cuando inició la “limpieza”.

Mis padres ya llevaban muertos mucho tiempo antes de que la Purga comenzara. Un accidente de tráfico, si mal no recuerdo. Yo era solo una niña por ese entonces pero no me duele ya que apenas los recuerdo. Cuando la Purga comenzó no tardé en unirme a la Fraternidad, lo cual causó mucha controversia. Las mujeres… no tenían un lugar decente dentro de la estructura tradicional musulmana. Pero, como dije, nuestras tradiciones prácticamente habían desaparecido y solo eran mantenidas por un grupo de viejos idiotas que apenas si sabían de lo que hablaban. Cuando me postulé para líder de la Fraternidad en esta zona del mundo me lo negaron al instante y yo les aposté que si lograba vencer a todos y cada uno de los miembros de la Fraternidad en combate singular conseguiría el puesto. El resultado era obvio, conseguí mi puesto a base de puñetazo limpio, eso sí, sentencié que cualquiera que quisiera mi puesto debía enfrentarme y vencerme. Alerta de spoiler, nadie lo logró jamás. Desde entonces he liderado a la Fraternidad lo mejor que pude y no estaría exagerando si dijera que fue gracias a mi que lograron sobrevivir por tanto tiempo.

Guerra SantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora