Capítulo 4 "Tradiciones Ancestrales"

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Gabriel

Antes de continuar con la historia voy a aclarar un par de cosas. En primer lugar quiero que quede claro que haremos una narración de los eventos que consideremos más importantes hasta que lleguemos a lo que contamos al inicio. Definitivamente no vamos a contar día por día qué pasó porque si no podemos estar aquí diez años y creo que ninguno de nosotros queremos eso. En especial si consideramos que esto se supone que es un material que será utilizado para estudiar un período de la historia tan importante como serlo el que vivimos.

Segundo, no habrá ningún orden específico en lo que se refiere a quienes de nosotros vamos a ir contando la historia, a diferencia de lo que pareciera hasta ahora. Simplemente quien pueda contar algo relevante lo hará, tratando de no interrumpir demasiado a los demás. Habrá momentos en los que alguno de nosotros no hable por un rato por esta razón. ¿Quedó claro? ¿Si? Perfecto, sigamos.

Al día siguiente de que contaramos todo lo que ocurrió, evidentemente, yo me desperté algo malhumorado y traté de escribir el informe de la misión en mi computadora. Si, ni siquiera me había bañado. Muy graciosa, Axia. Al menos nosotros si teníamos agua limpia con la que bañarnos así que me parece que los chanchos son otros.

Bueno, acabo de ganarme el logro de "sobrevivir al lanzamiento de un ladrillo por parte de Axia" así que ya veré donde cuelgo la medalla. Ahora en serio.

La verdad era que no lograba concentrarme y eso que hacer el informe era muy fácil. Solo tenía que resumir todo lo que había hecho en esos días que estuve afuera y listo, a imprimir. Pero no era capaz de escribir ni una simple oración sin que me diera un pinchazo o algo en la cabeza y me quedaba mirando la pantalla de mi computadora con cara de... de malo. Si, cara de malo. No se me ocurre nada más.

La cuestión es que después de media hora con suerte había escrito el título y fue entonces cuando la puerta de mi habitación se abrió y entró Catalina, obviamente ya que no había nadie más que nosotros dos en la casa. Me dí media vuelta y vi que traía entre sus manos una bandeja con una taza de café y un plato con tres tostadas cubiertas de mermelada. Mmmm... tostadas. De la nada me apetece. Me importa un pepino que sean las nueve de la noche. Ya vuelvo. ¡Y me llevo el micrófono, para que no me lo quiten!

Y ahora con mis tostadas aquí, seguimos. La cuestión es que mi hermana dejó la bandeja en mi escritorio y me dedicó una sonrisa. Ya estaba preparada para la escuela, con su uniforme y su mochila.

-No bajaste a desayunar así que se me ocurrió traerte algo para que trabajes- me dijo.

-Gracias Cata, en serio lo necesitaba- se lo agradecí mientras empezaba a tomar mi café.

-Y... en cuanto a lo que hablamos anoche...- empezó a decir.

-Cata, quiero que eso quede en claro y que nunca volvamos a tocar el tema- la interrumpí poniéndome de pié- Si es tu elección tomar los Votos de la Caballería no haré nada para impedírselo. No puedo hacerlo y aún si pudiera no lo haría, es tu decisión y la respetaré aunque no esté de acuerdo. Solo quiero que seas consciente de lo que implica el salir al mundo exterior. Decir que es un lugar conflictivo es quedarse demasiado corto. Quiero que estés segura pero... también quiero que seas feliz. Eres mi hermanita menor, a pesar de que ahora ya eres toda una mujer. Y siempre voy a amarte. Qué de eso no te quepa duda.

-Hermano mayor... lo mismo digo. Yo también siempre voy a amarte- afirmó con una sonrisa- Te prometo que lo pensaré todo muy bien. Aún queda bastante para mi graduación, de todos modos.

-Me alegra que ese asunto esté resuelto. ¿Quieres que te acompañe?- pregunté.

-No será necesario- respondió Cata- Tienes trabajo que hacer y la escuela no está muy lejos.

Guerra SantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora