Capítulo XI: Ella no estaba ciega, pero prefirió no ver

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Jisoo conoce a TaeHyung primero. No es un momento memorable, tampoco es la graciosa escena de brillitos adornando su primer encuentro, se trata más de la vergonzosa experiencia sobre ser pillada in fraganti. Ciertamente no es algo que le cause orgullo mencionar, especialmente por la exagerada reacción que había tomado posesión de su cuerpo en ese entonces, llevándola a estrellar la perfecta careta del niñito mimado contra su bolsa de compras, olvidando la cantidad innecesaria de fideos instantáneos que traía. Si TaeHyung le gruñó uno que otro insulto, realmente no lo recuerda.

La segunda vez que se volvieron a topar, Jisoo juró enamorarse un poquito de él. Kim TaeHyung, TaeHyungie para sus amigos más cercanos, se abalanzó como un leopardo sobre los chicos que le acosaban, defendiendo la honra de una completa extraña que se arrinconaba mirando todo desde lejos. Por meses le habían molestado, ya sea escondiendo sus zapatos en botes de basura, robándole los plumones de la cartuchera, o acusándole de robar objetos que misteriosamente aparecían dentro de su mochila. En casa, su madre le prestaba la poca atención que una maestra de preparatoria podría prestarle a su hija de secundaria, minimizando sus palabras con bufidos exasperados y regaños. Al principio lo soportó, pero cuando las burlas tomaron forma física, la escuela se volvió un infierno.

Hasta ese día. El día en que Kim TaeHyung, con su corte de cabello ñoño y los lentes desquebrajados, le permitió observar el cielo azul sin la maraña de niebla que siempre le azotaba.

"Sabes, deberías juntarte conmigo", le dijo minutos después de que los malhechores salieron corriendo a quién sabe dónde. "Si esos idiotas quieren seguir molestándote, bien puedo reunir a la pandilla y pegarles un buen susto, ¿qué te parece?", terminó sus divagaciones con pánico, viendo cómo la muchachita que rescató se echaba a llorar como si no hubiese mañana.

Si bien Jisoo consideró su propuesta, la idea se balanceó por su cabeza durante largos días. Evitando al niño en la escuela, se dio cuenta de lo lamentable que era su personalidad. ¿Por qué trataba a su salvador como peste? ¿Dónde estaba el agradecimiento que debía darle? ¿Tan malagradecida era? Definitivamente sus acosadores tenían razón para hacerle la vida imposible, pues una basura así no se merecía más que malos tratos y el señalamiento de todos.

Durante dos semanas, nadie se atrevió a siquiera decirle una palabra. ¿La razón? Probablemente los implicados de ese día corrieron la voz sobre su defensor, lo que le hizo sentirse mucho peor. ¿Hasta cuándo se valdría de la imagen de ese niño?

Fue así que reunió todo su coraje para irle a ver a su salón.

— ¿Kim TaeHyung? —Una niña bonita le recibió en la puerta, sonriéndole amistosamente—. Sí, aquí se encuentra, ¿quieres que lo llame?

Jisoo asintió con nerviosismo, estirándose un poco para observar dentro del salón. La niña, que se llamaba Momo, gritó a todo pulmón el nombre del susodicho, trayendo consigo las miradas de todos los demás alumnos que se encontraban dentro. Debido a su creciente ansiedad social, la presión de Jisoo casi se desploma al verse siendo el objeto de atención bajo muchos pares de ojos. TaeHyung, bendito sea por tener un complejo de héroe, se levantó velozmente de su asiento, casi estrellándose con ella contra la puerta. Años después, descubriría que detrás del joven castaño, había un lindo niñito de piel lechosa que les miraba con curiosidad y un poco de miedo.

—Pensé que te habías cambiado de ciudad —Fueron las primeras palabras del otro, acompañadas de una sonrisita temblorosa—, pregunté a todo el mundo pero nadie parecía comprender mi descripción. ¿Eres algo así como una belleza innombrable o qué?

Detrás de ellos, los oyentes comenzaron a vitorear ante sus palabras. Jisoo enrojeció.

—Discúlpame por eso... ¿Podemos hablar en otro lugar?

Los amigos no hacen eso ✦ KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora