Un pésimo día

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Capítulo 3

Al verse en el espejo Elián no pudo distinguir al chico flacucho y nada agraciado que era hasta hace unos meses, pero todo había cambiado y por su suerte para bien.
Noto los finos rasgos de su rostro, paso sus dedos por su cabello castaño oscuro peinandolo poco a poco al mismo tiempo que seguía descubriéndose así mismo, sus labios más carnosos que antes junto con un leve rojo carmesí le daban un toque provocador si se lo miraban detenidamente, algo que no sucederá; pensó.
Su pequeña nariz  estaba casi igual a excepción de un diminuto lunar, sus orejas,"adorables";  siempre decía su madre cada vez que las acariciaba, habían crecido poco, imagino que era de tanto de tanta atención materna. Luego dirigió su atención al resto de su cuerpo los brazos y las piernas habían adquirido definición en los músculos. Su abdomen seguía igual de plano y sus pectorales tenían mejor forma. Luego siguió con la espalda, poso su mano en la escápula, sentía algo extraño, eso no estaba ahí antes. Cuando iba a darse media vuelta para verse en el espejo, escucho un grito desde la cocina, era su mamá que llamaba para que fuera a comer, se olvido  de lo que estaba haciendo, fue directo al armario, saco su ropa del colegio; una camisa blanca manga larga, un pantalón grisáceo poco ajustado y claro ropa interior junto con un par de medias. Miro la hora, eran 7:50,  se puso la ropa y por último unos zapatos negros de cuero. Tomo su mochila negra, guardó sus libros según sus materias, cuadernos, un libro de  Bécquer y  como olvidar su fiel compañero; una pequeña libreta de 100 hojas en las que escribía todos sus pensamientos.
Salió de su habitación y se dirigió al comedor, ahí estaba su mamá con cara de pocos amigos esperando que llegara.
-¿Que tanto te demoras?
-Lo siento mamá me quedé dormido, dije mientras me sentaba a comer.
-¿No habrás estado jugando con tu "amigo"ese en el baño..?. ¿ Verdad?
-¿Mamá, como crees? le respondo mientras meto el segundo bocado, con las constantes preguntas de mamá ni me doy cuenta que estoy comiendo. Por ahora no puedo decirle todo lo que me pasó.
-Esta bien te creo, dice mientras se acerca y me acaricia la oreja.
Se te va a hacer tarde.
- Ya lo sé,  dije, dejo el resto de la comida y me tomo el jugo de naranja que si había visto antes.
Me lavo los dientes y en 2 minutos salgo de casa después de despedirme de mi madre.
Seguro llegare tarde a clases hoy , se dice así mismo, ya eran las 8 am, y su clases empezaba a esa hora, por suerte el colegio estaba a 10 minutos caminando desde su casa. Apenas llegó a la puerta del colegio recibió un pequeño sermón del Inspector, luego tuvo la suerte de encontrar a la rectora(otra reprimenda), como era costumbre debía quedarme afuera hasta que termine la primera hora de clases. Reviso su horario; 2 horas de Historia y luego 2 de Inglés, receso, 1 hora de Estadística, 1 hora de Matemáticas y por último 2 horas de Números Complejos. Guardo su horario y saco su cuadernillo para escribir algo:
*Estoy en esa delgada línea entre vivir una vida normal o encerrarme en la ensoñación que soy el protagonista mi libro favorito; Poesía eres tú de Gustavo Adolfo Bécquer.*
Se acabó la primera hora, guardó su cuadernillo y se dirigió al aula, espero por unos segundos hasta que el profesor lo dejara entrar. Cuando estaba a punto de llegar a su pupitre el profesor lo llamo.
- Elián, recuerde que está es la última semana que recibirán clases normales, recuerde que la siguiente sera para hacer cuestionarios y practicar lo aprendido, no debe darse el lujo de perder una hora más.
Elián asiente  con la cabeza y luego se sienta al tiempo que mira de reojo como algunos de sus compañeros comentan, otros se ríen y uno que otro estaba ocupado prestando algún deber. Su día no puede ser peor, uno nunca sabe.
Las siguientes 3 horas presto toda la atención a las clases. Llegó el receso y con el un poco de tiempo libre para leer, guardó lo demás a su mochila y se dispuso a salir con su libro de poesía, lo abrió en la última página que había leído; Rima XLV. Todos habían salido ya, unos estaban comprando comida, otros conversando animosamente con amigos y uno que otro se disponía a copiar el deber, al parecer de Matemáticas prestado unas horas antes.
Por su parte Elián se dirigió a un banco algo apartado donde no había nadie, era su lugar favorito, con la suficiente sombra para no quemarse. Se leyó 5 poemas antes de que sonara la campana, guardó su libro y se dirigió a su siguiente clase, no sin antes darse cuenta como algunos alumnos lo señalaban burlándose con pequeñas risitas. El chico raro, "el solitario bibliotecario" y un sin fin más, uno más absurdo que otro. Las siguientes 4 horas de clases fueron tan monótonas como las anteriores a excepción de los deberes que inusualmente todos presentaron. Sonó la última campana y todos se sentimos aliviados, los chicos fueron los primeros en salir, algunos mujeres en el aula estaban cuchicheando algo en voz baja, no le dió importancia guardó lo que está sobre el pupitre en su mochila, saco de nuevo el libro y el cuadernillo por si se le ocurría algo y se dispuso a leerlo de camino a casa.
Estaba tan concentrado que no se percató de que  algunas chicas se habían detenido  frente a la puerta para continuar su plática, alzo apenas la vista y las esquivo, se abrió paso por enmedio sin quitar los ojos del libro, pero algo lo detuvo repentinamente, había una chica enfrente de las demás que no vio y empujó accidentalmente, era Elise Cervantes, la más inteligente de la clase, además de que era atractiva, no un atractivo cualquiera. Elián veía la misma belleza en Elise al leer  su libro favorito de poesía y el había tropezado con ella tirando su libro y cuadernillo al suelo, golpeándola apenas y haciéndola retroceder.
La vergüenza se apoderó de Elián, no pudo gesticular ninguna palabra, estaba tan nervioso que lo único que hizo fue coger su libro y cuadernillo e irse corriendo de allí.
Llegó a la salida, guardó primero su libro de poesía y cuando iba a guardar el otro escucho que alguien venía corriendo detrás de el, le temblaron las manos, era tanto el temor que se le resbaló el cuadernillo de las manos y salió corriendo sin mirar atrás a pesar de voces que gritaban nombres que el ya no escuchaba.

Ojos De FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora