Our heaven

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Raíces rusas, raíces frías.

Como todo buen padre, el nuestro, buscaba formar personas de bien, respetadas, responsables y poderosas. Personas como él. Personas sin corazón, sin calor humano, a mi punto de vista él quería fabricar unos robots. Y no lo culpo, con una hija como yo....

Isabella Markov, entonces dieseis años, una morena que no pasaba del metro sesenta, robusta de ojos color whisky, con una perforación septal que desquiciaba a su padre, una fecha tatuada en su muñeca no sólo marcada en su piel si no en su cabeza, su existencia y corazón, así como el resto de su brazo, lleno de arte, lleno de tinta. Ahora una adulta de veinte años, Marketing, fotografía y muralismo, una ex adicta a los alucinógenos y al alcaloide cristalino más conocido como cocaína. Nada me detenía, nada hasta que le conocí y por dios, vaya que si me detuvo.

Iba tan rápido que por varios segundos juré que había dejado de escuchar el latido de mi corazón, entrar en un trance de dolor era algo que no quería volver a experimentar, algo con lo que no quería lidiar nunca más. Pisando el acelerador de mi bien equipado jeep, con gente en los asientos traseros y mi mejor amiga a mi lado, llevé demasiado lejos aquello. Después de una botella de tequila, dos gramos de lo letal y un buen ácido, mis nervios estaban de punta y podía ver desde otra dimensión como todo mi cuerpo se crispaba en químicos. Por un momento no vi más la carretera, la risa me inundó y todo comenzó.

Mi felicidad comenzó cuando la vida de cuatro personas se perdieron, la vida de mi madre y la de mis amigos.


Our Heaven [ EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora