Prologo

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El viento soplaba aquella noche; unos ojos azules se enfocaban en el cielo sin estrellas, en su mano izquierda sostenía un vaso de vodka y un cigarro descansaba entre sus labios semiabiertos. Esa noche no estaba de humor para estar rodeado de gente y mucho menos si eran unos imbéciles aduladores; la temperatura descendía a medida que pasaban las horas, la música y gritos de las personas dentro de la estancia se escuchaban sobre el soplar del viento.

Dentro unos hombres empujaban a una joven de no más de 20 años para que se acercara a la terraza y con sus encantos juveniles cambiara el humor del señor de la fiesta.

Escuchó el sonido de la puerta al abrirse y el sonido de los tacones sobre el suelo de granito, sabía que era alguna de las prostitutas que habían traído para alegrar la reunión. Eran niñas, pero claro, eso a nadie le importaba, hasta para él llego un momento en que dejo de importarle.

- ¿Por qué el señor no está disfrutando de la fiesta? ¹

No se molestó en voltearse para observarla, no le interesaba. Dio una calada profunda al cigarro y lo tiro al vacío que se posaba frente a él.

- Si no quieres estar rodeado de tantas personas, podemos ir a un lugar más privado.

Sintió como se acercaba despacio y posaba su mano sobre su brazo, primero miro la pequeña mano sobre su bíceps luego fue subiendo hasta llegar al rostro; ojos grises hundidos, cabello rubio y un cuerpo que apenas había llegado a madurar. Retiro bruscamente la mano y se volteo por completo para verla de frente, la niña llevaba tacones y aun así él la superaba por una cabeza.

- Vete niña.

- No soy una niña, puedo demostrarlo.

Esta vez deslizo sus delicados dedos por el amplio pecho, él solo bufo y sujeto fuertemente su mano un poco enojado; cuando él decía algo era ley.

- Dije que te largaras de mi vista – su voz salió ronca y demandante.

La prostituta solo asintió muerta de miedo y se alejó cuando su mano fue liberada del agarre. Él tomo el último trago de su bebida y se dispuso a caminar dentro de la residencia, no creía poder estar un minuto más en ese lugar con esas personas.

¹ Cursiva significa que hablan en ruso entre ellos.

Mientras se dirigía a la salida con un movimiento de cabeza aviso a uno de sus hombres que estaba listo para marcharse a la casa principal inmediatamente. Su partida no pasó desapercibida, pero nadie se atrevía a decirle algo para que se quedara, nadie a excepción de un hombre de ojos color miel y pecas en el rostro. Como le encantaba provocarlo.

- ¿Te vas tan rápido? – pregunto levantándose del sofá en el que se besaba con dos prostitutas –aunque traje todas estar hermosuras para ti en este día tan triste.

El de ojos azules solo se limitó a darle una mirada dura para luego dirigirse a la puerta de salida acompañado de sus dos guardaespaldas, estaba en el marco de la puerta cuando nuevamente escucho la voz del hombre pecoso provocando que detuviera el paso en seco y tensara la mandíbula.

- ¿O es que acaso eres un marica que no sabe apreciar a una buena mujer? – hizo una pausa para soltar una carcajada – ¡oh! Lo olvidaba, es un mal de familia.

No supo en que momento lo tuvo sobre él, pero un escalofrío recorrió su cuerpo y sintió que ahí acabaría su vida.

En dos zancadas estuvo frente al menor y con un movimiento rápido saco su arma y la coloco en su frente; estaba enojado y mucho.

- Tienes muchos cojones de hablarme así.

Todos en la sala callaron, las mujeres ahogaron un grito de sorpresa, sus guardaespaldas solo se limitaban a hablar en voz baja << no lo haga señor >>. Estaba por apretar el gatillo, hacía años que deseaba hacerlo y ya nadie podía impedírselo; pero por un momento escucho una voz a lo lejos, como un eco, que le decía que no. Una voz áspera, una voz que creía nunca volvería escuchar << ¡Adrik no! >>; apretó la mandíbula y mirándolo directamente a los ojos sin retirar el arma de su frente le dijo:

- Espero que recuerdes quien eres y cuál es tu posición aquí. Yo soy el jefe y la próxima vez no dudare en disparar.

Dicho esto, desapareció de la vista de todos.

Una vez en el auto la voz volvió a llenar su mente, esta vez más clara y fuerte, cerró los ojos y el recuerdo de esa voz lo llevo a través del tiempo; tantas cosas habían pasado, tanto tiempo. Abrió los ojos mientras suspiraba. Se preguntaba cuanto tiempo exactamente había pasado, por un momento sintió que habían sido siglos y su mirada se oscureció.

SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora