III

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Soltó el humo acumulado en sus pulmones y sonrió. La chica frente suyo tenía un magnetismo increíble, sus cejas estaban juntas frunciendo el ceño, su labio inferior estaba un poco hinchado, su cabello revoloteaba con la brisa y sus profundos ojos café estaban fijos en él, con una mirada dura, como queriendo traspasarlo. Dejo caer su cigarrillo al suelo mientras sonreía nuevamente.

- ¿Cómo está tu cuello?

Emma abrió sus ojos en sorpresa, ¿Cómo ese hombre sabía de su cuello? Inconscientemente llevo una mano hasta su cuello, nuevamente examino al individuo parado delante de ella y no podía dejar de preguntarse como ese hombre podía saber, ciertamente no se le notaba la herida por la blusa cuello de tortuga que llevaba, <<a menos que...>> pensó Emma.

- Eres el idiota del callejón – sentencio cruzando sus brazos a la altura de su pecho y volviendo a sentarse frente a las lapidas con los ojos cerrados.

- Dime tu nombre.

- ¿Por qué mejor no te vas a la mierda?

- Que modales tenemos, ¿no?

Abrió sus ojos para volver a mirarlo, suspiro y como en un susurro le dijo:

- Emma.

- красивое имя² -susurro.

- ¿Y tú eres?

- Puedes llamarme idiota – contesto con una pequeña sonrisa de medio lado.

Sacando un cigarro de su chaqueta el hombre se alejó mientras lo encendía entre sus labios y se despedía de Emma con la mano libre. Ella volvió a mirar en dirección a las lapidas de sus padres y cerró los ojos tratando de calmar la tormenta de pensamientos que inundaban su mente.

Al salir por las grandes puertas del cementerio suspiro porqué sabía que tenía que hacer a continuación, pero algo en su interior le decía que no, que dejara las cosa como estaban, sabía que no sentía amor, era más bien una dependencia hacia él; una necesidad de sentir el afecto de otra persona íntimamente. En ese momento recordó lo que una vez su mejor amigo le dijo en una de sus monólogos de reproche << no llames amor a las ganas de tener sexo >>. Sonrío lentamente al recordar eso y darse cuenta que si su hermano se enteraba de eso la llamaría "puta", y tal vez ese sería el insulto más bonito.

Tomo un taxi hasta el descuidado edificio en donde vivía su amigo sexual, y al bajarse noto que sus piernas temblaban ligeramente; no tenía que tocar, ella poseía una copia de la llave de la entrada del edificio y del departamento. Todo estaba a oscuras como de costumbre, presiono un botón en la pared y todo se ilumino dejando ver una habitación sucia y desordenada, en el sofá cama debajo de una gran sabana y mucha ropa se encontraba un cuerpo profundamente dormido, Emma suspirando se acercó despacio a su "amigo", se sentó al borde del colchón y dejo caer su mano fuertemente en los glúteos del hombre dormido provocando que despertara sobresaltado.

- ¡Pero qué demonios! – exclamo sentándose de un salto aun con los ojos cerrados.

- Termina de despertarte, necesito hablar contigo.

No se había levantado por completo cuando sintió como una mano la tomó del brazo y la jalaba hacia abajo, haciendo que su cuerpo callera de espaldas en el sofá cama. Sentía el peso de su "amigo" sobre ella, sintió como rápidamente él se acomodó entre sus piernas y se presionaba contra ella, realmente no perdía el tiempo. Eso era lo único que sabía hacer muy bien, eso y drogarse.

- Pensé que los domingos eran para visitar a tus padres – dijo mientras le besaba el cuello por encima de la ropa.

- Lo son, necesito hablar contigo, y es urgente.

SurrenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora