Capítulo 1

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Francesca bajó las escaleras rápidamente, olvidando la cantidad de normas que le repetía incansablemente su madre. Esperaba el típico reto de esta, pero no llegó nada. Ningún sonido. Una verdadera rareza.

Amelia Baldecchi estaba sentada en un sillón de la sala de estar de la casa, ensimismada con un sobre en sus blancas manos. Su hija la observaba y en su rostro se reflejó un dejo de desentendimiento. Para ella no sería fácil decirle lo que tenían que hacer. No le daría toda la información inmediatamente. Conocía a la perfección como su primogénita reaccionaría ante todo, así que prefería hacerlo todo paulatinamente.

- ¿Me necesitas para algo especial, madre? - le preguntó lo más educadamente posible.

- Sí cariño. Siéntate, por favor.

Así lo hizo Francesca. Su madre generalmente no tenía conversaciones de ese tipo con ella. Era un ser mas bien distante.

- Tendremos que realizar un viaje de último momento. No te diré a donde iremos, para que te ahorres las preguntas que pensaste hacerme. Tu padre ya lo sabe, así que por la parte legal no tendremos problemas. Ahora quiero que subas a hacer tus maletas, ya que mañana mismo nos iremos temprano de aquí.

Nunca preguntas sobre si estaba de acuerdo. Era su voluntad y se hacía al pie de la letra. Siempre había sido así.

- ¿Algo más, madre?- le volvió a inquirir su hija ya con la cabeza gacha, prefiriendo no mirarla a los ojos. El contacto directo con estos la hacía sentirse desnuda.

- No mi cielo.

La joven salió de allí. Prefirió no decirle de sus planes de salida con sus amigas, ya que nunca ganaría ante esa mujer con porte de princesa.

Amelia siguió con la mirada a su hija. Definitivamente era bella. Alta, grácil, con ese cabello castaño que había heredado de su esposo y los ojos verdes de ella. Hace bastantes años que había dejado de ser la niña que correteaba por los jardines aunque tuviese el consentimiento de nadie y supiese que eso le costaría un castigo. Era una joven hecha y derecha, astuta e inteligente. Le preveía un futuro de éxito a esta.

Aún tenía el sobre en sus manos. Cuando había leído el remitente por poco se desmaya. No había visto esa letra hace años, pero la reconocería en cualquier parte. El mensaje dentro de este la hacía sentirse peor, pero no demostraría cuanto le afectaba. No quería mostrarse como una debilucha.

Se paró y marchó al despacho, donde ejercía su trabajo como la relacionadora de la empresa de su marido. Su facilidad con los idiomas había sido una ventaja desde siempre y gracias a este se sentía útil, porque sino fuese por este pasaría sentada en su casa sin hacer nada.

Francesca escuchaba a su madre hablar por teléfono en tantas lenguas que de verdad se estresaba con sólo oirla. Alemán, italiano, inglés, cada uno tan diverso y rico por sí mismo. Se quedó escuchándola tras la puerta hasta que se aburrió. Subió cansadamente las escaleras y se fue a arreglar su equipaje.

En su interior presentía que ese viaje no depararía nada bueno, pero se lo guardó y sacó la ropa de su armario.

No sabía cuanta razón tenía al pensar eso.

Saludos queridos lectores:

Espero que mi libro les esté gustando mucho. Gracias por sus visitas, pero me gustaría, si es posible, saber que opinan de él, con sus comentarios o votos. También que lean los otros capítulos, opinen de estos, etc. Para un escritor, toda crítica, sea buena o mala sirve, ya sea para mejorar y así poder lograr una buena obra.

Gracias por toooooooodo :)

C.U

P.D: Son lo máximo

La Utopía de la Familia PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora