CAPÍTULO 23

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"Ella cada vez se está hundiendo más profundo,
yo la estoy suplicando que por favor, no se suelte."

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Abrí los ojos aún demasiado cansada, me levanté de mi cama para dirigirme al baño, cuando estuve frente al espejo miré a la persona que se reflejaba en este. Definitivamente no era yo. Tenía varios golpes por mis brazos y cuello, mis ojos se veían algo hinchados -ya era menos la hinchazón-, mis labios eran de un color pálido y mi mejilla derecha tenía un color rojo.

Fruncí mi ceño al escuchar murmullos leves en la parte baja de la casa.

Me cambié como normalmente lo hago, cepillé mi cabello lo mejor que pude para después bajar hacia la cocina. Al ver quien estaba allí, corrí hacia sus brazos. Y lloré porque ahora sabía la razón por la cual me dijo perdón el día anterior, lloré porque nadie pudo ni puede salvarme, lloré porque no sabía si era correcto hablar con alguien y quitarme este peso de encima. Lloré porque siempre estarán en mí y soy parte de esos hombres.

Anna no hizo preguntas, sólo me abrazó, y besó mi mejilla izquierda. Después de unos minutos nos separamos ella me sonrió dulcemente, iba a decir algo pero nada salió de mí.

—No necesitas decir nada cariño pero déjame darte algo de medicamentos para el dolor

Después de unos minutos, me sentía mejor físicamente.

— Noah te está esperando en la sala y no te preocupes tu mamá no está aquí— Sentí como mi corazón se aceleraba de emoción y nervios... ¿Pero era porque tenía miedo de nuestra plática o por otra razón algo distinta?

Caminé hacia la sala con la mirada baja y algo de miedo hacia la reacción que él tendría por culpa de cómo lucía yo en ese momento.

— ¿Leila?— La voz ronca de Noah me hizo voltear hacia arriba para mirarlo— ¡Oh! Mon ange, ¿Qué te pasó?— Sin dudarlo me envolvió en sus brazos mientras yo pensaba en el apodo que ahora me había puesto. Me relajé por completo, me sentía tan segura y querida con él.

Luego de un rato me tomó de la mano
—Ven sígueme—  Dudé un poco pero igual lo seguí.

Nos dirigimos a la parte trasera de la casa y nos sentamos en una banca que estaba allí.

—Necesito saber... ¿Qué pasa?

Mi boca no transmitió ningún sonido. Estaba analizando lo que pasaba en mi vida esta última semana.

Nos mudamos a un lugar solitario.
Mi madre me dejó en un sótano con hombres de nuevo, eso era algo normal para mí pero ¿Cómo podría explicarlo?
Y creo que el hijo de Anna está apunto de saber lo que escondo...

Luego de unos minutos sus dedos tomaron mi mentón para hacer girar mi rostro hacia él.

—Por favor mon amour—En su mirada podía ver que rogaba por la verdad.

Su voz tan dulce me hizo estremecer, sentía que no era lo correcto pero creo era necesario. Necesitaba desahogarme, necesitaba hablar.

Mis labios seguían sin articular nada, hasta que él rompió el silencio

— Quiero que me respondas algo—Chasqueó la lengua-¿Podrías ange?—Asentí insegura— ¿Confías en mí?— Su pregunta me desconcertó por un momento, no quería que pensara que él es el problema así que volví a afirmar con mi cabeza, esta vez con más firmeza.

— Quiero tu voz Leila

—Sí— Susurré. Sonrió de lado con ternura y orgullo y sólo esa sonrisa bastó para hacerme quebrar en llanto.

Él asustado tomó mis mejillas y sin importar qué, hablé, dije todo lo que mi alma permitió— Mi madre me vende y por su culpa tengo historia con un millón de hombres. Ellos abusan de mí, esos señores me quitaron todo lo que quedaba de mi infancia, esos hombres hacen esto— Con mis manos temblorosas me apunté— Por su culpa soy así. Noah, nunca puedo permanecer bien, no puedo estar feliz todo un día. No puedo, ya me cansé de llorar siempre, me cansé de ser yo...— Comencé a hipar y me levanté— Soy un asco—Noah se levantó al notar que me alejaba de él. Estiró su mano para tratar de tomar mi brazo— ¡No! No me toques, soy una chica sucia, ¿¡Qué no lo ves!? Estoy amargada en mi corazón

Algo pareció encenderse en él

— ¡Jamás vuelvas a decir eso! ¡Claro que no lo eres! Nunca te he visto de esa manera mon ange— En sus ojos había tristeza y preocupación pura— Ven aquí Leila, por favor— Trató de acercarse nuevamente

— ¡No!— Las lágrimas bañaban mi rostro por completo— Mírame ahora, me veo tan frágil—  Y sin más hice la acción en la que más experta soy "correr". Corrí dentro, sin importar los llamados de Anna.

Seguí moviendo mis pies escaleras arriba, teniendo en cuenta que Noah iba casi pisando mis talones. Llegué a mi habitación y cerré la puerta frente a su cara con seguro.

Mon ange déjame entrar, por favor— Su voz sonaba preocupada— Anda, Leila necesito verte... sin importar que hace unos minutos lo haya echo—Me senté, estando apoyada en la puerta, con el corazón acelerado—Está bien, está bien— Luego de esas palabras no escuché más.

Deducí que él se había marchado. Me levanté para poder recostarme en mi cama.

Tenía miedo de que él piense que soy una persona sucia como me lo habían dicho. Tenía miedo de que no comprendiera que mi mamá me vendió a los viejos malvados y miedo de lo que podría pasar ahora.

Después de unos 20 minutos, volví a levantarme y abrí la puerta para así sorprenderme y encontrarme con un Noah sentado en el suelo, jugando con una pulsera negra.

Me miró con un afecto que no había visto antes

—Noah necesita un abrazo— Dijo y se señaló, yo sonreí un poco ante eso—Leila también necesita un abrazo—Asentí con lágrimas en los ojos.

Se levantó y me envolvió en sus brazos, yo escondí mi rostro en su pecho.

—Necesitamos hablar, prometo no dejarte ir—Besó mi cabello con dulzura y nos introducimos en mi habitación.

A MILLION MEN (RAMÉ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora