I: Un hombre de acero.

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El héroe siempre estará atormentado, siempre estará lleno de cargas ajenas.

El camino del héroe esta rodeado de un profundo abismo en el cual puedes ir a parar en una de sus muchas desviaciones.

Justo ahí nos encontramos con el Dr. Slug.

Algún día había soñado con ser el héroe, y sin embargo, termino por convertirse en el villano de la historia en donde también fue una víctima.

Llevaba su desgracia guardada y oculta en una bolsa de papel. Mientras huía sin problema del montón de sirenas policíacas que nunca estuvieron ni cerca de pisar sus huellas.

La suerte le sonreía ese día.
Esa mañana la ciudad había recibido la visita de un héroe, aparentemente de gran perfil.

Nunca vio de quien se trataba. Pero la ciudad estaba en paro, y por las calles se veía a las personas, principalmente jovencitas, eufóricas como fans en espera de una figura idol.

Pero sin importar como fuera el asunto. La calles estaban más concurridas que en cualquier manifestación. Eso hacía infructuoso cualquier intento de dar con él.

Ese día había cometido un pequeño crimen, casi una travesura. Robo unas pequeñas piezas de un laboratorio.

Pero Slug ya era alerta roja para la ley del lugar.
Los afiches con su nombre se hacían casi un papel tapiz para las paredes de sitios importantes.

Había una buena recompensa por la cabeza que esa bolsa de papel escondía.
Y ninguno de esos héroes, ni con su fuerza ni con sus poderes, había logrado arrancarle siquiera la mascara.

No hasta ahora.

Y después de haber burlado la seguridad, a la policía y a todo lo que se le pudiera anteponer. Se retiraba a manos llenas y totalmente satisfecho. 

Había sido bastante más fácil que otras veces. Era la primera vez que podía agradecer a un héroe por algo.

Pero la sonrisa bajo la bolsa se desvaneció fácilmente.
Rodó los ojos al escuchar pasos sincronizarse con los suyos, justo detrás de él.
Entre más rápido caminaba, más podía escucharlos si prestaba atención. Le venían siguiendo.

Antes de verse acorralado de forma completamente cliché en un callejón, cosa que era imposible al conocer esa ciudad como la palma de su mano. Se detuvo para enfrentar lo que fuera que viniese atrás de él.

Había esperado que le saliera otro leotardo terriblemente ajustado a unos prominentes músculos como todos los héroes fracasados que había enfrentado en esa ciudad. Un intento de Superman más que afrontar.
Pero se encontró con la deslumbrante elegancia vistiendo una fuerte presencia. Una figura humanoide realmente alta y de hombros anchos; vestido de manera anticuada pero que denotaba alto estatus, con ese traje y alto sombrero de copa.

Debía admitir que en primera impresión le hizo dar un paso hacia atrás.

Imponía, pero no intimidaba. Había benevolencia en la forma que lo miraba.

—Inteligente maniobra de escape, jovencito. — Le alabo con un rostro lleno de sonriente convicción. —Aunque fue bastante deshonesto usar a tu compañero de señuelo.

Slug se quedó callado unos cuantos segundos.
Ese debía ser el héroe tan ovacionado. Ya lo había visto antes, de hecho debería haber vivido dentro de una cueva como para no reconocerlo.
Aunque vivir en una cueva no estaba muy lejos de su situación.

—Entregue a un criminal, tomenlo como un pequeño servicio comunitario. — Respondió el joven villano de la bolsa de papel, con un cinismo tan propio que hasta podría sonar carismático si no fuera una burla.
—Pero bueno, no tengo tiempo para agradecimientos. — Desde el interior de su bata negra, saco un pequeño dispositivo.
—¡Piense rápido! — Lo presiono para arrojarselo.
Pudo ver como lo atrapaba con una mano. Este exploto, envolviendo el panorama que tenía del héroe en un espesa nube de humo negro.

Sonrió tenuemente, dándose la vuelta para seguir con su camino.
Pero la figura blanca atravesó aquella nube negra, y se dirigía hacia él, mucho antes de lo que esperaba.
Aquello era un gas que se supone debía paralizarlo.

Maldijo, dando unos pasos hacia atrás. Sacando la pistola láser que llevaba dentro de la bata negra que usaba.

Una lluvia de rayos láser le cayeron encima al héroe, sin hacer mucho más que acompañar la persecución con múltiples disparos sin sentido.

Cada que apretaba el gatillo un rayo salia e impactaba contra su objetivo, tenía un tino perfecto, pero este era absorbido por el cuerpo del héroe, sin siquiera hacerle cosquillas.

Chasco la lengua y aumento la potencia. Aunque lo único que hizo fue ganar tiempo.

—¿Qué edad tienes, 15 años? — Preguntó, estando más cerca del criminal de lo que este mismo esperaba.

Le extraño la pregunta, pero esto no lo detuvo de dispararle en la cara, logrando que al menos retrocediera.

Se escabulló por una vereda entre dos enormes condominios, yendo a parar a la vía publica.

—Mierda... — Mascullo.

Ahí estaba el tumulto de gente, con carteles en mano, y algunos hasta disfrazados de ese héroe.
Le sería imposible pasar desapercibido.

No contaba con que el héroe, que apareció justo en ese momento, los dejara tan ciegos como para evitar que lo notaran a él.

La turba se amontono hacía el héroe del sombrero blanco. Como una masa de fanáticos escandalosa.
El hombre trataba de no perderlo de vista, tratando de hacer a un lado a la gente, pero sin lograr mucho al respecto.

—Disculpen, permiso.

«White Hat, tomate una foto conmigo» «Te amo» «Dame tu autógrafo»

Slug no pudo evitar soltar una carcajada, para luego sin previo aviso salir huyendo de ahí, airoso nuevamente.
Aunque debía darse prisa, pues las personas no iban a contener al héroe, sólo le darían una pequeña ventaja.

En la carrera, comenzó a buscarse entre la ropa para corroborar que tenía lo que necesitaba, entonces fue cuando se dio cuenta de que no llevaba con él lo que había tomado de ese laboratorio.

—¡Oh, diablos! Lo que me faltaba, esto fue en-maldito- vano. — Dijo, para luego farfullar algunas cosas más. Le seria imposible volver en esos momentos.

—¡Todo por ese pedazo de héroe! Debí perderlo cuando me perseguía.

—¿Qué, esto? Se te cayo cuando escapabas entre las personas. — Escucho esa voz grave con un tono inocente totalmente nuevo para sus oídos.

Slug volteo lentamente para volver a encontrarse con esa figura de blanco sosteniendo sus preciadas piezas.

—Robar tampoco es bueno, muchacho. — Ironizó, haciendo sentir al otro como si se estuviera burlando.

—Tú... Que molesto eres. — Saco otra arma, una que muy rara la vez usaba, la más letal que había hecho hasta ahora. Ningún héroe seguía fastidiando tras recibir un disparo de aquello.

—¿Cuantas de esas tienes ahí? — Preguntó, manteniéndose tan estoico que enfurecía al muchacho de la bata negra.

—Esta es la única que te debe importar. — Respondió, y sin vacilar apretó el gatillo.
Un rayo salió disparado directo en el pecho de la criatura. Lo siguiente que vio, fue al mismo limpiándose el traje que había quedado dañado al recibir tremendo impacto, dejando intacto al portador, como si fuera de un material más resistente que en acero, ese metal que terminaba dañado tras recibir el disparo de su arma.

No era un tonto, ni estaba desesperado para seguir disparando. Sabia que era una perdida de tiempo sólo para ensuciarle el traje.

—Ya esta bien hijo, baja el arma y deja la resistencia.

Slug negó, aun no planeaba entregarse. Trato de analizar la situación, si tan sólo tuviera el tiempo suficiente lo hubiese logrado.
Pero sintió sus músculos contraerse repentinamente.
Una especie de energía rodeaba su cuerpo y lo estrechaba dejándolo inmóvil.

El de blanco maniobraba con su mano enguantada. Utilizaba alguna clase de poder en él.

—Se acabaron los juegos.

Ese día fue entregado a la ley del lugar, donde debía ser juzgado con todo el peso que el sistema jurídico pudiese aplicar a un menor de edad.

Lo recordaba tan tenuemente como un sueño.



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