II: Condena.

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Atrapado como un animal. Así lo sentía mientras los golpes de ese hombre robusto que tenía encima caían sobre él.

—¡Obedece niño estúpido! — Gritó, como un ladrido salpicando con su asquerosa saliva. El sujeto en cuestión era un oficial, que trataba de quitarle la bolsa para poder procesarlo. Lo que significaba meterlo en un cuarto cerrado y dirigir una de esas calientes y deslumbrantes lamparas a su rostro para hacerlo confesar incluso cosas que no había hecho.

Slug resistió, manteniendo la maltratada bolsa sobre su rostro, lo cual le salía caro. Dio pelea, pero ellos tenían más extremidades para golpear su delgado cuerpo. Al menos poseía una resistencia al dolor que casi debía ser considerada un súper poder.

Y su orgullo se mostraba tan recio en pensar aquello, que aseguraba tener todo bajo control.

Así es, definitivamente no necesitaba la ayuda del mismo héroe que lo había puesto ahí en primer lugar.

—Ya basta. — Escucharon una voz serena pero severa, que hizo al enorme oficial parar con el puño en el aire.

Lo siguiente fue terminar ambos solos en esa desolada habitación.
La situación era especialmente incomoda para el joven villano que seguía aturdido por los golpes. Ni siquiera contesto cuando el héroe trato de asegurarse si estaba bien.

—No pienso agradecerte. — Fue lo primero que dijo.

—No era la intención. — Respondió con una convicción que para el villano sonaba falsa.

—Se lo que intentan, conozco su método.

El héroe arqueo una ceja, sin dejar de mirar al más joven. Su curiosidad crecía cada vez más.

—¿Y cual es ese? — Realmente no sabia a que se refería, pero estaba encantado de escuchar sus teorías.
Pero para Slug, aquello era una burla.

—No finja demencia. Acaban de meterme la golpiza de mi vida, y ahora vienés aquí a defenderme, a fingir que eres mi amigo para que coopere más rápido, ¿no? — Explico, e inmediatamente pudo escuchar a ese héroe soltar una carcajada. Claro que podría estar más enojado, sólo bastaba con que lo pusiera a prueba.

—Eres muy listo, pero te equivocas. — Contestó, sabia que había ofendido al criminal de esa manera. No le causaba satisfacción, no era ningún sínico, pero vaya que le hacia gracia.
—Estas metido en muchos problemas jovencito, ¿Sabes lo que harán contigo después de procesarte?

Slug hizo silencio, no se sentía con la obligación de contestarle a ese héroe. Simplemente cruzo los brazos.

—Ni siquiera quisieron concederte una audiencia, dictaron tu sentencia sin juicio.

—¿Y eso es de tu incumbencia por que...? — Espero su respuesta, obteniendo no más que un paciente suspiro.

—Vas a morir, te sentenciaron a muerte. — Confesó, obteniendo silencio; Una fugaz mirada de unas tensas y temblorosas pupilas tras unas enormes gafas.

Slug no esperaba que fueran a tomar una medida tan drástica.

—Tranquilo, hijo.

—No me llame así. — Contesto altanero. Desvío la mirada al ver suspirar al héroe.
—¿Y qué? ¿Qué es lo que usted pretende al venir aquí?

—Tengo una propuesta jovencito, me temo que vas a tener que aceptarla si es que quieres salir de aquí.

—¿Propuesta? He oído demasiadas veces esa palabra y lo que le sigue no suele ser decente, ¿Qué clase de propuesta?

White Hat soltó una ligera carcajada.

—Iras conmigo.

—¿Esta bromeando?

—Nop, ya lo propuse. Hay quienes se oponen, pero van a terminar aceptando. — Dijo con tanta seguridad, casi convencido. Lo señalo con la mirada, tal como si lo estuviera insinuando, sabia que se opondría al inicio.

—¿Qué es lo que puedes buscar de mi?

—Quiero salvarte, eres un niño.

—¿Me ve como un niño? — Levanto una ceja. Tenia diecisiete años y había dejado de ser un niño desde los doce.

—Se que eres uno, leí tu experimente. También se que eres brillante, podrías utilizar ese don para algo bueno.

Slug juraba que su estomago se revolvía.

—¿Es eso? ¿Quieres unirme a tu ñoña lucha por el bien? — Termino riendo con un sabor amargo.
En algún momento quiso utilizar la ciencia para el bien, sí mal no recordaba, y claro que no lo hacía, fue el bien quien lo rechazo a él.
—Es inútil.

—Pues según lo veo, es tu única alternativa. Escapar no es opción, principalmente porque yo no te dejare hacerlo.

El planteamiento quedo en su cabeza.

Aquello le sonaba a chantaje.

Se levanto, dejandose ver más imponente con esa altura y esa elegancia arribando tan repentina.

—No sabes a lo que me voy a enfrentar para salvarte, dudo que quieran liberarte fácil. Así que más vale que te hagas a la idea hijo. Volveré por ti. — Dio la vuelta para dirigirse fuera. Lo dejaría pensar, o mas bien sopesar las cosas. Mientras buscaría como convencer a todos.

KryptonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora