• Parte 5 •

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Es el día.

El día que estuve esperando durante tiempo había llegado, mi plan iba perfecto.

Era tiempo de empezar. Tome algunas sabanas y comencé a atarlas por las orillas, una tras otra hasta hacer un gran lazo, con este fácilmente podría salir de esta horrible prisión que tenia que llamar "hogar". Cuando el lazo estuvo completo, lo amarre a la esquina de mi cama y la otra la lance, lo siguiente fue tomarme de el lazo y comenzar a bajar con ayuda de este, mis rodillas se raspaban por la pared, ahora mis padres estarían vistiéndose para la fiesta navideña, debía actuar rápido.
Como el lo prometió, había un tipo de aspecto perturbador en la esquina de la calle, cuando me acerque lo suficiente el me entrego un paquete sin decir nada y yo le entregué el dinero.
Pronto comencé a correr, de regreso a casa.
Me sujete de las sabanas y volví a subir, era muy difícil debido a que yo no tenia una buena condición física.

Muchos dirán "¿por que no solo te fuiste? Por que así no tendría mi venganza...

Apenas mis padres comenzaron a gritar que saliera de mi habitación comencé a reír, estaba vestida con un traje bastante parecido a un vestido de novia, llevaba también un abrigo rojo y debajo de todo esto llevaba mas dinero.

Cuando comencé a abrir el paquete, en bastante papel burbuja se encontraba una pistola además de una docena de balas sueltas, más que suficientes.
Tome aquella pistola y meti las balas, no todas, la pistola tenia seis casillas así que decidí meter tres balas salteadas, eso le daría mas diversión.
Metí la pistola en mi abrigo y salí con emoción de mi habitación, incluso me había maquillado un poco y me había cortado el cabello por mi misma.

-Ya estoy lista!-

Vaya asquerosos, sus miradas eran repugnantes hacia el como estaba vestida.

-Bonitos trajes! Saben...seria una pena-

Sin miedo alguno, saque la pistola y con una sonrisa macabra comencé a hablar mientras que amenazaba a todos con esta, incluso di un disparo al piso, sin la intención de dañar a nadie pues sabia que esta casilla estaba vacía.

-Seria una pena que se mancharan con sangre, la sangre no se quita-

La próxima casilla tenia una bala, si alguno de ellos se movía no tendría un final muy bonito.
Me acerque a su hermano, se veía tan asustado, por primera vez no era yo la que tenia miedo, era realmente hermosa esta sensación, me abalance sobre mi hermano y lo abrace poniendo la pistola en su cabeza con una sonrisa macabra de oreja a oreja.

-Esto es divertido, tan divertido como cuando me prostituías ¿no?-

Pronto me aleje, no podía jugar por mucho o mi oportunidad se perdería, tome mi bolso y comencé a correr a la salida, apenas pude sentir una mano tomandome del hombro, un temblor recorrió mi piel blanca y fría. Pronto esa mano paso a mi cuello y comenzaba a ahorcarme mientras que mi padre se acercaba a quitarme la pistola, no sabia que hacer, solo levante la pistola y dispare hacia atrás para asustarlos, nunca pensé en darle a mi hermano y menos que le diera en la cabeza, estaba muy asustada. Mi hermano estaba en el suelo, tirado en agonía por mi culpa, las lágrimas corrían por mis mejillas pero no podía quedarme ahí, no quería ir a la carcel.

-NO! Perdón!-

A gran rapidez yo me dirigí a la puerta para luego salir con la pistola escondida y con las manos ensangrentadas, no  sabía a donde ir, no tenia a nadie que me ayudará, era mi fin.

Me quede en un callejón oscuro, realmente no era la única, mucho vago me acompañaba, eso no me daba miedo pues incluso ellos parecían mas amables y puros que los que me contrataron una vez con un motivo sexual.

No comía.

No bebía.

No jugaba.

Ni siquiera podía bajar la guardia, si hacia eso podrían robarme el poco pero muy poco dinero que me quedaba o incluso mi pistola y yo no dejaria que eso pasara, ni hoy ni nunca.

Mi respiración estaba muy agitada debido a que había robado unos panes a una señora, estaban realmente buenas y me los acabe en poco tiempo, comía muy rápido como si ni siquiera masticara, solo quería llenar mi vacío estómago.

Mi vestido comenzaba a maltratarse, mis piernas estaban sucias y bastante heridas, mis brazos estaban debiles y cubiertos de sangre y mugre además mi cabello estaba muy grasoso, comenzaba a tener el aspecto de esos vagos y eso no me gustaba.

Debido a la ansiedad que me dejaron mis padres, un día de la nada mientras un adulto se acercaba a dejarme unas cuantas monedas yo comencé a ponerme nerviosa hasta el punto de comenzar a convulsionar, mi cuerpo se movía incluso bajo mi consentimiento y de mi boca salía algo de espuma, como un perro con rabia, esto dolía mucho, dolía incluso mas de lo que mi hermano llego a hacerme.

-Por favor! Matame! Matame! Tame!-

Ni siquiera podía completar las palabras, esto era mucho para mi y aquel señor adulto no podría ayudarme por mas que el quisiera pues no era ningún tipo de médico, lo único que puso hacer es llamar a las autoridades.

No recuerdo nada desde eso, tal vez caí inconsciente o me dieron algún calmante, estaba en un tipo de habitación de hospital, tenia algunos tubos al rededor de mi, no había rastro de mi familia y eso me aliviaba pero al parecer habían encontrado mi pistola.
Mi cuerpo comenzó a temblar y aquel aparato conectado a mi comenzó a sonar, un tipo, al parecer un doctor, se me acerco y tomo mi mano como si mi padre fuera, parecía apretar mi mano y sonreirme:

-Calma...calma-

Comencé a calmarme, solo para que el terminara de hablar.

-¿Lilith? ¿Cierto? Lindo nombre, soy Jorge, tu nuevo amigo, desde ahora no estarás mas en la calle si no que iras a un orfanato!-

-Hasta eso es mejor que mi casa...-

-¿pass algo, Lilith?-

-No, nada, sólo estoy algo nerviosa...-

-Que lindura...-

-No me...no me...-

Me abalance sobre el enojada mientras que mis pupilas se hacían más pequeñas, mis puños apretaban su bata, mi sonrisa despareció volviéndose una mueca y aquel aparato volvía a sonar.

-No me llames lindura!-

\\es todo por hoy UvU
Espero les guste!
Que tengan buen día!
Bai!

° Mi historia, mi infierno. °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora