Capítulo 6.

10.1K 1K 507
                                    

Esa noche Harry no pudo dormir en lo absoluto y supo que la clase de ese día iba a ser un asco.
Sin embargo Draco había dormido como un bebé, finalmente.

La mañana había pasado terriblemente lenta para ambos. Harry aún estando nervioso y asustado, deseaba verlo. Incluso si era sólo de vista, deseaba saber que estaba allí.
Apenas llegó la hora de la clase, el rubio casi se escondió en su asiento, con la mirada sospechosa de Pansy sobre él, como culpándolo de algo que no sabía que era.
Cuando el joven profesor entró en la sala, se notaba lo mucho que le encantaba a todos los alumnos, probablemente todos esperaban su clase ansiosos sólo para deleitarse con su cuerpo.
Eso molestaba algo a Draco, le gustaría ser el único que disfrutara de esa bella vista, pero no todo podía ser perfecto.

El moreno como siempre, saludó a los estudiantes y recibió respuesta de los mismos, incluso un silbido bastante provocativo.

—Pueden guardarse eso, chicos.

Algunos de los chicos rieron ante el reto del hombre frente a ellos, mientras que el rubio intentaba desaparecer de la sala, pasar desapercibido.
Notó que no lo logró cuando los ojos del profesor lo recorrieron de arriba abajo, colocando su cuerpo tenso al instante.
Draco tragó saliva notoriamente nervioso ante la mirada intimidante que lo observaba.
Al notar eso, Harry aclaró su garganta para luego decir una sola cosa.

“Vamos a comenzar la clase.”

A pesar de que el menor había querido verlo, no podía simplemente hacerlo como si nada. Al terminar la clase, tomó sus cosas con rapidez para prácticamente escapar, sin éxito alguno.

—Draco. ¿Puedo hablar contigo?

Entonces el rubio se quedó helado por completo, parado ante la puerta, intentando decidirse entre enfrentarlo o correr lejos de allí y no parar nunca.
Se decidió por la primera, ya arreglaría como.

—¿Sí?
—Sobre ayer…
—No. Por favor.
—Draco.
—Fue algo… No fue nada.

De pronto el cuerpo de Harry se sintió más pesado de lo normal, soltando un pequeño suspiro. Eso había dolido.

—Está bien.
—Profesor, yo…
—Dije que está bien.
—¡No lo está!

Cuando se dio cuenta de que había comenzado a alzar la voz, se calmó un poco.

—Señor Potter… No creo que debamos hablar sobre este tema acá.
—Tienes razón.
—Deme la llave de su habitación.
—¿Qué?
—La llave.

Buscó en sus bolsillos la llave de su habitación, ni siquiera sabía por qué hacía eso. Simplemente obedeció a la orden del rubio como si nada.

—Lo espero allá. En 10 minutos.
—Draco, tengo una clase.
—¡Diez!

Dijo mientras se alejaba agitando las llaves como un premio.
Y por alguna razón, Harry quería correr tras él sin preocupación alguna y besarlo, sólo para sentir sus labios una vez más. Eso definitivamente estaba mal.

Tomó sus cosas a la velocidad de la luz y caminó lo más rápido posible cuando el chico ya había desaparecido de su vista.

Cuando llegó a la puerta de la habitación, se detuvo un momento, para entonces darse cuenta de lo nervioso que se encontraba. Era sólo un chico, un adolescente. Era uno de sus estudiantes, por Dios.
Entonces abrió la puerta, intentando convencerse de aquello, para luego encontrarse con el chico tirado en su cama, sonriéndole. Con aquella sonrisa que tan sólo él podía dedicarle. Esa sonrisa que le hacía sentir en el cielo.

—Hola, cariño.
—Draco, ¿Qué…?
—No han pasado ni cinco minutos, ¿Estabas ansioso?

Su mano se pasó por su rostro, intentando quitarse todas las ideas que pasaban por su mente.

—Draco, esto está mal. Está muy mal.
—Ayer eso no te importó mucho.
—Lo sé… Demonios, lo sé, pero… Jodida mierda, podrían despedirme por esto.

Entonces el rubio se levantó de la cama y se dirijo hasta el mayor. Sus manos se posaron en sus hombros y su lengua se paseó por su labio inferior.

—¿Entonces? ¿Quieres que me vaya? Dímelo una vez y no volveré a molestarte con este tema.
Los ojos de Harry se cerraron por unos segundos. Todo eso estaba mal, pero no quería que el chico se fuera, no podía dejarlo ir así.

—Entonces… ¿Señor Potter?
—Mierda, esto está tan mal.

Apenas terminada la frase, cerró la puerta con seguro, para pegar contra ella la espalda del rubio al cual ya se encontraba besando como si no hubiera mañana.
Los brazos del chico rodearon su cuello, pasando por sus hombros, mientras que las manos de Harry se posaban en sus caderas, pegándolo a él.
Un pequeño salto y sus piernas se hallaban rodeando las caderas del moreno, las manos del mayor en sus muslos, sujetándolo.
Sus lenguas se habían encontrado a gusto con la compañía.
Cuando el hombre se separó de su boca, el rubio soltó una queja.

—Tengo… Tengo una clase. Tú también.
—No quiero.
—Draco.

Otro quejido escapó dejando otro beso corto en sus labios, bajando de su agarre.

—Está bien.
—Oye, Malfoy.
—Dígame.
—Esto…
—Es nuestro pequeño secreto, Señor Potter.

Hey, Sr. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora