Capítulo 11.

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Draco no apareció en sus clases, ni siquiera se asomaba por allí.
Ya no lo veía en los pasillos casi nunca.

Harry se había detenido en ese mismo instante, cuando Draco salió por la puerta. No pudo continuar.
El chico lo había buscado en varias ocasiones para continuar en lo que habían quedado, pero Harry se excusaba diciendo que tenía mucho trabajo, prometiendo falsamente que pronto estaría disponible para él.

Los días pasaban y el profesor cada vez se preocupaba más por su rubio favorito.
Ni siquiera sabía donde podía estar, y preguntarle a alguien sería muy riesgoso.

Un día de clases normal, se levantó como cualquier día, pero no era cualquier día.
Se asombró al ver un cúmulo de personas en el pasillo, mayormente estudiantes y docentes, incluso un policía.

¿Qué demonios estaba pasando?

Entre todo el alboroto, en medio de todo, se encontraba el chico que tanto lo había molestado el último tiempo.

—¡Eso no es mío! ¡Ni siquiera lo utilizo! ¡Nada de esto es mío!

—Lamentablemente esta escuela tiene tolerancia cero con este tipo de cosas, ninguna acción ilegal ni engañosa será aceptada, será sancionada con expulsión inmediata y permanente. El privilegio de esta institución no será manchada, ni mucho menos su nombre.

El hombre que hablaba era el director. Hablaba con voz calmada, casi aburrido de la situación.
Habían encontrado drogas en su casillero, además de varios exámenes robados a los profesores, que habían estado desapareciendo las últimas semanas.

Charles se notaba exageradamente asustado, sus ojos se fijaron en la gente al rededor, pero alguien le sonreía con burla. La cabellera rubia platinada se hacía notar entre todos los demás.

Cuando el chico pasó por un lado siguiendo al director, Draco ladeó la cabeza.

—No te metes con un Malfoy. Algunas serpientes son venenosas.

Lo último que se vio, fue a Draco caminando hacia el lado contrario con aires de superioridad.

Draco no estaba ni un poco preocupado, su familia era importante, quizás demasiado. Eso le jugaría siempre a favor.

Debía demostrar que no se juega con el orgullo ni la dignidad de un Malfoy.

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