Momento de inocencia

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Fue como si estuviera escrito para una de esas comedias románticas que ambos despreciaban aunque por diferentes motivos. Todos rodeando el lugar, ocupados en sus cosas, farfullando por haber caído en la trampa y ahora ser empleados (otra vez) para los "negocios" del gordo que ya ni por su edad, dejaba de hacer pendejadas de vez en vez, como para no perder la costumbre.

Stan colgaba las telarañas en el techo con pegamento de secado rápido, debía ser muy hábil porque ya tenía los dedos resecos por tanto contacto con el mismo. Abajo, Wendy mantenía sus manos sobre la escalera, para que no se ladeara y su novio cayera.

Por allá, Kenny jugueteaba con espuma en spray mientras Ike intentaba hacer diseños con la suya en los grandes ventanales. Karen se reía sosteniendo una caja repleta de arañas de plástico que Leopold tomaba con algo de temor y colocaba en las sillas, en las mesas, en los pasillos y sobre las telarañas que ya había pegado Stan.

Kyle recibía llamadas, tenía dos celulares y tres teléfonos, además de un radio, a los que tenía que atender uno tras otro y a veces al mismo tiempo. Revisaba dinero, consultaba tiendas para el evento, revisaba pedidos y pagos.

Y el gordo, gritaba y hacía que todos se movieran lo más rápido que podían, incluso los mismos proveedores y cocineros, que en realidad no eran sus empleados pero ya se sentían como si lo fueran por el liderazgo impulsivo del chico.

-¡Tengan cuidado con el puré, tiene que ser suave pero debe sentirse la hojuela de papá! –le regañó a una chica. –Ah... es difícil ser jefe.

-¡Cállate, no sé por qué nos metimos en esto! –se quejó Stan mientras intentaba arrancarse el pegamento de los dedos.

-¿Qué por qué? Es la fiesta de Mel Gibson. A cambio de adornar, podremos estar en ella y con las estrellas de Hollywood.

-Vinimos de vacaciones, no a trabajar. –se quejó entonces Kenny mientras se limpiaba el cabello.

-Oh, vamos, es un Halloween diferente... chicos... el terror está en el aire. –dijo emocionado mientras admiraba el detallado trabajo que hicieron sus amigos.

-Sí, es Kyle cobrando un reembolso por no traer el pastel con detalles de la Pasión de Cristo. –dijo de nuevo el rubio mientras apuntaba con su pulgar a unos metros detrás, en una pequeña mesita donde se veía a un judío pelirrojo sacando sus peores frases para menospreciar y amedrentar los ánimos de cualquiera. Sus cejas estaban tan juntas y sus ojos amables se habían muerto para ser remplazados con una mirada que helaba la sangre. Su voz tan calmada de siempre también parecía haber emigrado, griterío y medio era lo que podía ver salirse de esa boca que hábilmente contestaba sin permitir más de dos palabras a los del otro lado de la llamada.

-Oh... ¿no es lindo mi novio? –Cartman mantenía sus manos entrelazadas cerca de su mejilla, moviéndose infantilmente hacia los lados sin dejar de verlo colgar con coraje.

-¡Culón!

-¡Judío!

-¡Necesito aire!

-¡Pues lárgate al jardín! -Todos observaron cautivos del mismo escalofríos de siempre al verlo así de alterados. –Es tan dulce ¿no creen? –cambió el tono de nuevo y miró la tabla de obligaciones. –Wendy, ¿ya hiciste las invitaciones?

-Aun no las imprimo.

-Demonios, mujer, me vas a matar un día, ¿qué tanto haces? –se fue alejando haca la cocina para joder a alguien más.

-Recuérdame por qué estoy aquí, Stan.

-Porque me amas y decidiste compartir parte de mi vida conmigo. –le dijo divertido mientras tomaba más telarañas. -¿Y esto?

Cartman Week (?) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora