Prologo

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Escuchaba un montón de voces a mí alrededor. Una voz chillona y entusiasta, probablemente de mujer,

hablaba sin parar, hasta que una voz grave y rasposa la silenció. Solo mascullaban, no podía oír con claridad lo que decían.

Tenía frío, sentía como si aun estuviera debajo del agua. Me sentía sola, mi cuerpo sabía que estaba en

un lugar desconocido.

El corazón me salto, pareció como si hubiera estado a punto de vomitarlo. Tal vez, tal vez estaba secuestrada. Trate de escuchar mejor. Mmm. Esas

voces podrían ser de unos alemanes.

Moví suavemente mis manos, aun no podía abrir los ojos pero aun así tenía que tener cuidado de que ellos no se enteraran de que estaba despierta, sentía agua o algo parecido a ella. Era algo viscoso y extraño.

Las voces callaron.

Caí en la cuenta de que en todo este tiempo no había estado respirando. Inspire, e inspire ese líquido viscoso. Mis pulmones se llenaron de eso

haciéndome abrir la boca para escupir, pero en mi boca entró ese líquido desconocido también.

Me intente incorporar alterada y abrí mis ojos.

Dios mío. Estaba sumergida en un líquido espeso como el aceite y de un rojo transparente que me recordaba todo el dolor pasado.

Intente salir a flote y al llegar me di cuenta de que estaba como en una gran bañera. Mire hacia abajo y estaba desnuda, podía sentir mis pies luchando con algo que los tocaba repetidamente, era mi cabello.

Era tan extraño, no me acuerdo de tenerlo tan largo como para que llegue a mis pies. Intente afirmarme

al borde de la gran bañera y con terror vi mis uñas, estaban horrorosamente largas, eran como del doble de mi mano.

Unas manos fuertes me tomaron por los brazos y entre varios jalones me pudieron sacar de la bañera.

Patalee intentando cubrir mi cuerpo desnudo de esos extraños. '¡Aléjese!' quise gritarle pero de mi boca no salió ninguna palabra, sino más bien un gemido ahogado, como de los potrillos recién nacidos del establo.

-Tranquilízate, niña -el hombre me dejo con algo de brusquedad en una silla.

Junte mis piernas con miedo. Eran alemanes, eran alemanes y querían hacerme daño. Una mujer alemana de unos cincuenta años me cubrió con una tela delgada y de contextura esponjosa de color rosa pálido. Mire la tela extrañada, con miedo, y luego mire los atuendos de esas personas. Eran tan extrañas.

-Tranquila, no te haremos daño -me sonrió haciendo que en su rostro se mostraran varias arrugas.

- ¿Quie-quiénes son? -susurré.

-Ella es Julie y yo soy Rob -respondió el hombre de nombre Rob.

- ¿Son alemanes? -me atreví a preguntar con algo de miedo.

-No, somos ingleses -respondió la mujer de nombre Julie.

- ¿Titulo? -interrogue y puse mi espalda recta.

Siempre perfecta, siempre digan, recordaba la voz

de mi madre en mi cabeza.

- ¿Titulo? -repitió con extrañeza Rob.

- ¿Conde, duque? -les dije algunos ejemplos extrañada, ¿Cómo no sabían lo que eran los títulos?

- ¿Qué títulos tienen? Rob rió con aspereza.

-Estás loca, muchacha -dijo.

-No permitiré que un simple campesino me hable así -respondí enojada. Rob bufo y Julie se paro con

una sonrisa hasta un mesón. - ¿Qué hago aquí, con ustedes? ¿Por qué me tenían en eso y hace cuanto?

-Bueno. Niña. Déjame decirte...

- ¡Rob! -lo interrumpió Julie. -Yo le diré.

- ¿Decirme que?

-Veras -puso una extraña y brillante silla frente a mí y se sentó.

-Llevas aquí un tiempo -explico.

Quizá ya llevaba aquí unos días, suspire enojada, tendrían que darme una buena explicación. No puedes llevar a su extraña morada a la princesa de Inglaterra porque si. Mire a la mujer, llevaba una especie de ropa muy extraña cubriendo su torso y sus brazos. Dios, los campesinos se vestían tan extraño. Mire sus piernas y llevaba un par de

pantalones de una extraña tela. ¿Dónde estaban los vestidos y los trajes? La única vez que fui al pueblo, hasta las mujeres más pobres llevaban vestidos, por más simples que fueran.

- ¿Por qué usas pantalones? -la mire disgustada.

-Eso es una falta de respeto enorme a nuestro genero -nos incluí en una misma oración pero no me gusto nada la sensación, estar mezclada con el pueblo. Tal vez era un de esas mujeres de la noche de las que hablaban mis hermanos cuando salían de caza, decían que eran muy descaradas, pero ¿eran

tan descaradas como para usar pantalones? ¡Y en frente de la princesa! -Te ordeno que te los quites y te vistas con un vestido, como corresponde.

Julie le golpeo el brazo a Rob cuando este río.

-Chica, las cosas han cambiado desde que tú... desde el último recuerdo que tienes en esa cabecita

tuya -me dijo él.

-Solo fueron unos días, ¿qué pudo haber cambiado tanto para que uses pantalones? ¡Es inaceptable!

-Veras -ella me sonrió dulce. -No solo han sido unos días.

- ¿Cuánto ha sido? -pregunté con miedo. Quizás llevaba semanas en esta casa de la locura.

-Niña, estamos en 1991 -dijo Rob.

- ¿Qu-que? -tartamudee. -No, no, aun seguimos en 1915 -mi respiración se acelero. - ¡No pueden

bromear así con la princesa! -me altere.

-De hecho... -Julie tomo una cosa recta, delgada, y brillante, el material se parecía al de la silla en la que me habían obligado a sentarme. -Entraste en fase en 1915, horas antes de la boda que arreglaron tus padres. Aquí también dice que estaban en la mitad de la Primera Guerra Mundial.

-La Gran Guerra -aclare.

-Así se le decía, pero después de esa hubo una Segunda Guerra Mundial, aun peor.

Lleve mis manos a mi rostro y sentí las uñas largas

y encorvadas.

- ¡Ah! -grite horrorizada y mire mi cabello anormalmente largo. - ¡¿Qué me hicieron?!

-Sabia que esas hojas de papel no te preparaban para el término de la transformación de un Nhor - escuché como murmuro Rob.

- ¿Un qué? -le mire confusa.

-No lo escuches -me dijo Julie. -Mira, que tal si vamos a que te corten ese cabello y esas uñas, que

te arreglen completa y mientras tanto, hablamos.

Aclarando criaturitas, esta historia no es de mi creación.(Espero que no alla malos entendidos).

Muchas gracias por votar esta maravillosa historia.

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