— ¡Por Dios! ¡Cálmate! ¡¿Quieres?! —me gritó Kristine—. Habla más lento. ¿Qué quieres que haga que cosa?
Tome aire y le rogué—. Que inyectes a Liam con…algo.
— ¿Qué? —me miro atónita.
—Es una broma —intente decir convencida y divertida—. Te encanta hacerle pasar un mal rato.
—Sí, me gusta, pero eso, inyectarle algo, es pasarse —me miro nerviosa—. ¿Estás bien?
— ¡Si, por supuesto! —aunque yo sabía que mentía. Que Harry me haya expresado sus sentimientos tan abiertamente me ponía más que nerviosa. Sentía la necesidad de decirle que lo amaba, pero yo no lo amaba, o bueno, no sabía si lo amaba o no. Solo quería decirle algo para que me besara con todo el amor que decía que me tenía, lo necesitaba abrazándome a cada segundo, diciéndome lo que sentía a cada momento, y necesitaba hacer lo mismo con él. Lo necesitaba para sentir que mi vida era normal, por lo menos un día, y si no me iba de Warrington pronto cometería una estupidez. Así que estaba recurriendo a medidas más estúpidas que desesperadas para una situación mucho más que desesperada; de vida o muerte, literalmente.
—Britget no haré eso. Es estúpido. Además ¿por qué tendría que hacerlo yo?
— ¿No es obvio? Liam claramente siente algo por ti. Aunque ambos quisieran dar a entender que se odian todos sabemos que no es así. El haría cualquier cosa que le propongas, si le das un buen incentivo claro —dije intentando que supiera a que me refería.
Desde el mentón hasta la frente, toda la piel de Kristine que se veía debajo de sus ropas, como siempre en absurda cantidad, se sonrojó, más que eso su piel era de un color rojo intenso ahora, como si la hubieran pintado con algún tipo de maquillaje.
No estaba segura antes, pero ahora estaba claro que había dado en el clavo. Liam y Kristine se gustaban, y mucho.
Lo sospechaba más bien por Liam, al ver ese día como se comportó cuando Kristine tuvo esa recaída. Pero sabía que Kristine era demasiado vergonzosa y si se lo comentaba, aunque le atrajera poco y nada Liam, ella se ruborizaría al instante.
Mi plan era improbable y utópico. Pero ahora, quizás, tenía una esperanza.
— ¿Qué? —rió nerviosa—. Claro que no, además, aunque fuera cierto, nadie se dejaría inyectar por quizás que cosa por más que le gustará la persona que lo está haciendo.
—Kristine —camine a su alrededor—. Con la distracción adecuada podrías hacerlo sin que él se dé cuenta.
— ¿Distracción? —inquirió.
—Un beso, Kristine. O quizás un poco más que eso.
Ya está. Ahora me sentía oficialmente loca. ¿En realidad quería que la única amiga que había tenido se acostara con un chico solo para ver si era un puto Nhor? Vaya que estaba desesperada.
—No, claro que no —dijo al instante tratando de ocultar su nerviosismo—. No hare eso. No funcionaría ni en un millón de años. Además, aunque funcionara, ten por seguro que luego de esto Liam me odiara, y hablo de odiarme enserio.
— ¿Y? —casi podía sentir el peso del pequeño diablillo en mi hombro izquierdo que me susurraba al oído que lo que estaba haciendo iba perfectamente de acuerdo al plan. Una parte de mi cabeza sabía que esto estaba mal, pero el ángel que se suponía que estaba en mi hombro derecho ni se molestó en aparecer. Una rápida imagen cruzo por mi mente. El pequeño diablillo enjaulando al ángel y tirándole comida mientras se reía de él y el ángel intentaba gritarme « ¡No,Britget! ¡No lo hagas!», pero de su boca no salía ningún sonido y solo podía ver como sus labios se movían—. Ustedes no son amigos, se ‘’odian’’ —y solo para que me soltara la verdad hice comillas con mis dedos en la última palabra.