Una áspera y húmeda lengua lamio mi mejilla haciéndome despertar de mi sueño. Con mi mano aleje a lo que sea que fuera lo que molestaba mi sueño.
Abrí un ojo y vi a un perro vagabundo mirándome con los ojos abiertos de curiosidad. Mire a mi alrededor, me había quedado dormida debajo de un puente.
Aparte al perro con el ceño fruncido. Tome mi mochila negra y desgastada del suelo, y me la colgué al hombro. Me levante, decidida a seguir mi rumbo…hacia algún lugar.
Llevaba más de un día caminando. No me había bañado y mi ropa estaba algo sucia. Aunque nada que no se pudiera ocultar.
Tome el pequeño mapa que pude conseguir y seguí la línea que había hecho con marcador rojo para indicar los lugares que ya había visitado semanas atrás. Según esto estaba en algún lugar al norte de Cheshire, el lugar más cercano era una ciudad llamada Warrington. Se hacía de noche, así que lo más sensato sería apurar el paso y pasar la noche allí. No volvería a intentar dormir en una caja, como la noche anterior.
Luego de una hora de caminar tratando de guiarme por la carretera y, ciegamente por un mapa, que definitivamente no sabía leer, llegue hasta un letrero de metal verde que en letras blancas tenia grabado una frase: ‘Bienvenido a Warrington’.
Camine, casi corrí, por el lado de la carretera hasta por fin llegar al centro de la ciudad, me aterraba la oscuridad, y estuve sumamente aliviada al llegar a un parque con varias luces artificiales alumbrando los caminos.
En realidad era un lugar lindo, tal vez podría quedarme unas cuantas semanas, quizás podría averiguar algo.
Compre un mapa barato para turistas de los lugares turísticos de Warrington y me puse a buscar, pidiendo direcciones, algún hostal. Ya que no me quedaba mucho dinero de mi anterior trabajo como camarera, tendría que conseguir un trabajo nuevo, y como solo tenía diecisiete años y tenía mis estudios interrumpidos seguramente solo conseguiría trabajo en una cafetería.
Un pequeño timbre sonó cuando abrí la puerta del hostal.
—Buenas noches —me saludo la señora detrás de un escritorio.
Le sonreí y me acerque a ella.
— ¿Tiene alguna habitación disponible? —pero apenas termine de decir la frase, supe que su respuesta sería no.
—Lo siento, estamos llenos —respondió.
Suspire pesadamente.
— ¿No sabe de un lugar donde pueda pasar la noche?
La señora pensó un momento y luego saco una pequeña libreta.
— ¿Cómo cuanto estas dispuesta a pagar? —me pregunto mientras pasaba las página de su libreta.
—No mucho.
—Bueno, somos la hostería más barata —se detuvo en una página y leyó en voz baja para sí misma. —Pero al oeste de la ciudad hay una casa que tiene un cuarto en alquiler.
— ¿Es barato?
— ¿Tienes dinero real? —pregunto.
Asentí extrañada.
—Entonces no te será difícil que te de la habitación, al dueño le sirve cualquier cantidad de dinero aunque sea algo pequeña.
—Está bien, iré allá.
— ¿Sabrías encontrar la dirección? —dijo mientras escribía en un papel.
—Si —No, me dije en mi mente, pero no quería parecer del todo estúpida.