LA BRISA otoñal revolvió sus cabelleras al salir del casino. Las hojas secas yacían cubriendo la acera, anunciando que el frío invierno, que adormece la vida, estaba próximo. El portero les aduló con todo los cumplidos del repertorio que guardaba en su mente, tratándolos con la misma atención que esperaría recibir un rey, hasta el punto de rayar en lo irritante, con la esperanza de recibir una buena propina. No tenía ni la más mínima idea de quién era ese sujeto; sólo había escuchado a los demás empleados cuchichear que había obtenido suntuosas ganancias, tras apostar en la ruleta. Para él, Futakuchi no era más que una billetera con patas. Futakuchi le tendió un billete de dos mil yenes, el primero que halló en su billetera, mientras Sakunami se le adelantaba y le esperaba junto a la camioneta.
—¿Y bien, qué opinas? —Le preguntó Kenji, una vez hubo llegado a su lado—. ¿Quedaste deslumbrado con mis extraordinarias habilidades para la ruleta?
—Sí —reconoció el joven, subiendo al auto—, nunca había visto a una persona hacer tantas trampas seguidas.
—¡Hey, habla más bajo! —Le reprendió el castaño, mirando por encima del hombro, para asegurarse de que nadie más había escuchado eso.
Después de que se hubo quejado a gusto, subió al asiento del conductor. Encendió el motor del vehículo, y la camioneta arrancó y enfiló por la calle, alejándose del casino.
Un par de metros detrás de ellos, el detective Shirabu Kenjirō, de la policía de Tokio, puso en marcha el motor de su auto. Manteniéndose a una distancia prudente, pero lo suficientemente cerca para no perderles de vista, les siguió calle arriba.
—¿SABES? —Habló Sakunami, después de un tiempo, cuando estuvieron a trecientos metros de entrar al túnel Yamate—. He notado que ese auto nos viene siguiendo, quizás desde el casino... —y señaló el sedán plateado que venía pisándoles los talones.
Futakuchi miró el sedán plateado por el espejo retrovisor.
—Parece un policía —observó.
—Estás en lo cierto —indicó Sakunami—. Tiene su arma y su placa en el otro asiento.
—Eres buen observador —elogió el mafioso—, ¿seguro que no quieres trabajar para mí?
—Me basta con fingir ser tu amante... —replicó—. Además, sabes que no pudo intervenir.
En ese momento, entraron al túnel Yamate. Kōsuke volteó, y notó que el mismo coche continuaba siguiéndoles de cerca.
—¿Qué harás con él? —Le preguntó a Kenji—. ¿Matarlo?
—Tsk —bufó el castaño—. Sólo un novato mataría a un policía.
Kōsuke enarcó una ceja.
—¿Y bien? ¿Qué piensas hacer?
—Lo que haría un profesional. —Y esbozando una maliciosa sonrisa, pisó el acelerador.
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Mr. Muerte | Haikyuu!!
Фанфик❝Del polvo vienes, al polvo volverás...❞ GÉNESIS 3:19 Alcohol, sexo y drogas. Así era la vida de Futakuchi Kenji, el líder de una de las mafias más grandes y peligrosas de Japón. Superficial, vacía, fría. Vasitos de whisky con hielo, putas rubias c...