Si de por sí caer lentamente en una espiral de ciclos interminables no fuera poco, ahora Nayeon estaba aún más apegada a mi.
Lo bueno... mis palabras lograron un gran efecto en ella, cuando estaba conmigo dejaba esa actividad tan egocéntrica y mostraba... no lo sé... ¿Su verdadero yo?
Todas sabemos que es así en parte por actuación, pero eso terminó por fusionarse con su personalidad.
Da igual, de todos modos, me gusta más esta Nayeon.
Pasó una semana de aquel día en la azotea.
Creo que estoy empezando a perder la cabeza.
Además de perderme entre todo esto.
Hoy día solo veo fantasmas.
Los fantasmas de mi felicidad.
Mentiría si digo que estoy bien...
Pero eso a la opinión pública daría igual, y además, no quiero preocupar a nadie más.
Necesito... no lo sé, realmente no lo sé...
Mis lágrimas empezaron a surgir sin siquiera notarlo, cuando sentí aquellas gotas frías cayendo lentamente de mis ojos la única reacción instantánea fué limpiarlas, eso, sin siquiera mover un musculo de mi rostro.
Curiosamente, todo esto está pasando en la terraza, el sitio que empecé a tomar como espacio personal, nadie más sube aquí exceptuando a Jihyo cuando limpia, y eso no es demasiado seguido.
Tomé una manta que previamente traje y me arropé en una silla, muy parecida a las que se usan en las playas.
También estaba empezando a ser algo masoquista porque siempre me gusta venir de noche, cuando el frío llega a su máximo nivel.
Mientras intentaba parar las lágrimas sentí que alguien más se sentó a un lado de la silla.
No quería que nadie me viera de esa manera... débil, impotente, sin importancia.
"¿Puedes dejarme sola?"
"Lo siento, no me iré"
"¿Por qué?"
"Jeong... me hice una promesa, no voy a dejarte sola mientras estés triste... y si, noté que estás deprimida desde hace mucho"
Cuando escuché eso lentamente me senté y quite la manta de mi cabeza dejando ver lentamente a aquel ser que puede que empiece a confundir últimamente con mi ángel de la guarda.
"¿Ves? Estas llorando, ahora me voy a quedar aún más hasta que dejes de llorar ¿Si?"
"Eres molesta, deberías saberlo"
"No hables, tapate, el frío va a hacer que te enfermes"
No me dió tiempo a seguir sus instrucciones cuando ella misma fué la que me tapó.
"¿No te importa si... entró contigo no? Me estoy empezando a congelar"
"Entra"
Empezó a acomodarse dentro de la manta y la silla y increíblemente quedamos ambas en una posición cómoda... aunque muy pegadas.
"¿Quieres hablar sobre por qué te sientes así?"
"Lo siento... no"
"Bien, puedes hablarme en cualquier momento"
Deslizó sus brazos por detrás de mí y los junto acercándonos aún más, ya no existía distancia entre ambas.
"Te extraño Jeong" un pequeño sollozo salió junto a esa oración demostrando que estaba empezando a llorar ella también.