Un descubrimiento inoportuno

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Lynn suspiró, dándose por vencida después de revisar debajo de su cama por unos largos treinta segundos desde que se despertó en lo que se supone que tendría que haber sido un sábado agradable. Ella pensó que no había ninguna otra mejor manera de empezar el día que sentir un poco de música que la sacudiera desde adentro, pero eso terminó en una vana ilusión, ya que solo tenía que afrontarse ante los hechos: sus auriculares habían desaparecido ya hacía un tiempo.

‒ ¡Demonios! Podría haber jurado que los tenía justo en mi cajón, debajo de mi gorra de béisbol verde. ‒ exclamó molesta. ‒ ¿Cómo le pueden crecer patas a un par de auriculares y decidir dejarme durante un sábado en medio de la noche?

Ella no lo sabía y, francamente, no le importaba. Todo lo que sabía era que ella necesitaba esos auriculares. ¿Cómo se suponía que debía hacer otra cosa mientras golpeaba su saco de boxeo? ¿Qué otra cosa más que su música para estimularla a hacer un esfuerzo adicional mientras luchaba contra el peso de sus pesas de 30 libras de peso? Claro, no era como si tuviese que usarlos, pero nada más la impulsaba a hacer un esfuerzo adicional como bombear sus latidos de galvanización directamente a través de sus canales oculares, estimulando un entusiasmo latente que incluso ella no sabía que era capaz de hacer.

Ella gruñó de nuevo, arrojándose sobre su cama mientras que su inhabilidad para encontrar sus preciosos auriculares hacía peso sobre su mente, una niebla pesada que nublaba su visión en un túnel enfocado en un curso solitario: sus auriculares.

De nuevo, ella necesitaba esos auriculares. Ella tenía que...

"Esperen... ¡Eso es!"

Una sonrisa se formó cuando levantó su cara de su almohada. Ella no necesitaba esos auriculares, per se. Ella solo necesitaba un par.

Y ella sabía exactamente dónde conseguir uno.

‒ Oye, Linc, ¿estás ahí? ¡Necesito un favor tuyo!

Lynn frunció el ceño ante la falta de respuesta después de esperar pacientemente durante quince segundos completos. Antes de gritar, ella había llamado a su puerta varias veces y eso había demostrado ser igualmente infructuoso. Lincoln nunca fue tan lento para abrir la puerta, especialmente con ella. Por lo que Lynn podía ver, Lincoln tal vez estaba ocupado, probablemente escuchando música con sus auriculares... o tal vez...

‒ Hmm... Supongo que no está en su habitación ‒ decidió Lynn después de darse cuenta de que Lincoln nunca sería tan irresponsable como la sugerencia anterior implicaba. ‒ Es probable que esté haciéndose el nerd con Clyde en su casa.

La deportista ahora estaba en una clara desventaja. Sin Lincoln en su habitación no podía tener acceso a sus auriculares, y así entrenar de manera estimulante. Por un momento pensó en entrar sin permiso, pero Lincoln ya había levantado una acusación seria al respecto anteriormente, y lo último que quería era tener que acarar otro sermón de sus padres.

Aún así... había otro detalle que estaba dejando de lado:

"Ahora que lo pienso, ¿qué tanto le podrían importar? De hecho, ni siquiera los utiliza tan a menudo"

‒ Bueno, supongo que eso significa que tendré que pedir prestados sus auriculares y traerlos de vuelta más tarde.

Mientras sus dedos se enroscaban alrededor del pomo de la puerta, ella prácticamente podía escuchar la voz persistente de su hermano diciéndole que no entrara en su habitación sin obtener primero su permiso. Sin embargo, ella simplemente lo ignoró mentalmente y le dijo que tenía que dejar de llorar como un bebé por una boba "violación de la privacidad" y que ella se iría antes de que él lo supiera.

Muy buenas chicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora