El inicio del mejor de los tiempos

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Lincoln Loud no era un campista feliz. ¿Por qué? Si fuera un boy scout, se habría ganado la insignia de "Gustavo el Gruñón" con la actitud que tenía ahora.

Pero, una vez más, entrar en discusiones con Clyde hizo que terminara así, y la sensación fue incluso más intensa de lo habitual, ya que Lincoln creía que tenía razón. "Haciéndose el nerd con Clyde" (como Lynn a menudo lo llamaba) comenzó bastante bien; eran dos niños que disfrutaban de la compañía del otro mientras jugaban videojuegos.

Entonces, una cosa llevó a la otra cuando Clyde pausó el juego a favor de divulgar otro esquema para hacer de Lori su novia de una vez por todas. Para cuando llegó a la parte en donde involucraba una manguera de jardín y mantequilla de maní (a lo cual no sabía a dónde iba con eso desde el principio), Lincoln ya se estaba hartando de los balbuceos amorosos y estúpidos que hacía sobre Lori y amablemente le dijo que dejara eso por la paz. Sin embargo, eso no evitó que Clyde se ofendiera, reprendiéndolo por "no pensar como un hermano para él" (ya sea que eso significara), a lo que Lincoln replicó con sus propias y desagradables palabras. Su acalorado intercambio de comentarios intensos se prolongó durante varios minutos, haciendo que la severidad de sus insultos aumentara con cada servicio, hasta que Lincoln salió de su casa furioso.

Ahora, caminando enojado hacia su hogar, Lincoln no quería hacer nada más que pasar lo que le quedaba de su preciado sábado acurrucado en la cama con uno o dos historietas mientras hacía lo posible por olvidarse del estúpido Clyde y de su estúpida obsesión por Lori y de su estúpido... bueno, de todo.

Cuando finalmente llegó a la puerta principal, Lincoln estaba a punto de arrancarla de las bisagras en un ataque de ira, pero se detuvo cuando recuperó la previsión suficiente como para saber que se lastimaría si lo intentaba, y que la puerta no merecía ser maltratada debido a que su "mejor amigo" no paró con su estúpida charla acerca Lori por un día para pasar el rato con él adecuadamente.

Suspirando, extendió la mano y golpeó con los nudillos varias veces contra la puerta y esperó a que alguien la abriera. Suspiró de nuevo, esperando que alguien le respondiera más de lo que quería. Después de todo, dado que era sábado, sospechaba que la mayoría de sus hermanas habían salido para pasar el día, y como Vanzilla no estaba en su lugar, había muchas posibilidades de que Lori o al menos uno de sus padres no estuviera en casa.

Pero para su sorpresa, ambas expectativas se desvanecieron cuando la puerta no solo se abrió apenas cuatro segundos después de su último golpe, sino que la responsable era la hermana mayor de los Loud.

‒ ¡Bienvenido a casa, Lincoln! ‒ exclamó Lori, con una sonrisa que le daría competencia a cualquiera de los Yates, sus nuevos vecinos.

Lincoln retrocedió un poco, aturdido por la expresión de Lori. Por supuesto, ver a Lori así de feliz no era exactamente raro, pero por lo que él podía ver, su hermana estaba eufórica por... ¿él? ¿Por qué? Él no lo sabía, pero todo lo que sabía era que su sonrisa lo ponía nervioso.

Lincoln le dirigió una sonrisa tímida, sin saber cómo responder adecuadamente.

‒ Ah... hola, ¡Lor-iiiiiiii!

Él gimió cuando, sin previo aviso, Lori lo agarró de su brazo, lo jaló hacia adentro, cerró de golpe la puerta detrás de ellos, corrió hacia el sofá, y dejó caer a su hermano completamente confundido en el asiento del medio. Lincoln se volvió asustado ahora, creyendo que la sonrisa de Lori no era más que un pretexto para las intenciones sórdidas que tenía reservadas para él.

La sensación solo creció cuando Lori se paró frente a él, todavía radiante, mientras su sombra se cernía sobre él como la retribución que pensó que estaba a punto de enfrentar, haciendo que la piel de Lincoln se rompiera en un sudor nervioso, y comenzara a sentirse mal del estómago.

Muy buenas chicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora