Capitulo 1

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Una tragedia había ocurrido en aquella carretera. Aquella noche. Horrenda y oscura noche. Pobre muchacha, lanzando sus últimos alaridos de dolor y suplica por ayuda, como si alguien fuera a escucharla. Estaba en su lecho de muerte y nadie nunca sabría cómo pasó todo. Ella no pensó que su vida de cuentos de hadas terminara así; ninguna persona que le conociera imaginó un destino así para ella. Tenía todo lo que necesitaba para ser feliz. No merecía estar allí en ese momento. ¿Por qué ella? ¿Por qué?

Sus lágrimas brotaban sin control, mezclándose con las cascadas de sangre que sus heridas perdían. El miedo la carcomía. Si, tenía mucho miedo. Miedo de morir. Su cara y sus manos ardían como el infierno. Sus piernas, atrapadas bajo el tablero del auto, dolían tan fuerte por momentos, que sentía como si se las estuvieran arrancando. Los cristales del parabrisas destruido se habían colado en su ropa, causándole miles de pequeñas laceraciones que igualmente, la hacían sufrir.
Temblorosa y con dificultad, buscó de nuevo, insistente, la manera de salir. Estaba mareada y su vista era borrosa, nublada. Con desespero, sacude ferozmente el cinturón de seguridad. Busca a tientas removerlo para poder salir, pero es imposible, está atascada en esa bestia metálica y no tiene oportunidad alguna de salir. Ella persiste, pero el malestar la debilita y sus intentos son cada vez más patéticos.

Por lo menos podía gritar todavía. Solo para eso utilizó la poca energía que le quedaba. Pero los sonidos de pánico que surgían de su garganta, no eran más que un eco lejano que se perdía en los pastosos bosques. Después de tantos estruendos del auto al golpear contra el asfalto, todo quedó en silencio, mientras ella recuperaba poco a poco la conciencia. La colisión de su cabeza contra la capota, había sido letal. Fue de milagro que aun estaba viva, insistiendo en permanecer así.

La carretera seguía húmeda a causa de la lluvia torrencial que hacía poco había cesado.

-Alguien por favor... que me ayude... por favor- su voz cada vez se apagaba más y las ideas eran menos coherentes. Sabía que no saldría de allí. Se desvanecía lentamente ante el dolor y la pena.

Lloraba, a pesar de saber que eso no le devolvería la posibilidad de vivir. Todo ese tiempo lloró con todas sus últimas fuerzas unidas. Ella no se quería ir. No merecía irse tan temprano. Y lucharía por eso. Lucharía para vivir si hiciera falta. Ella no era débil. Era valiente. Una princesa guerrera; su caso y el hecho de que fuera capaz de tratar de sobrevivir a la catástrofe después de todos los golpes y heridas, sorprendería a muchos. Su perseverancia era algo increíble. Algo fuera de lo común.
Afuera del pequeño infierno en que esa muchacha había quedado atrapada, todo era calmado, totalmente ajeno al pánico y la desesperanza. El cantar de los grillos escondidos en el pasto empapado y el soplido del viento aplacaban las inútiles palabras de ella.
El auto era un desastre. Estaba totalmente volcado. Marcadas exageradamente, había abolladuras de magnitudes descomunales. El parachoques estaba hundido y totalmente destruido, al igual que los costados. Las ventanas, los focos y los retrovisores estaban hechos añicos. Ella permanecía atada al asiento, gracias al cinturón de seguridad. Quedó recostando su peso sobre la puerta del piloto y con ello, tambien golpeo su cabeza, su rostro y sus costillas. Eso fue todo lo que se necesitó para dejarla inconsciente antes de que despertara en el medio del caos.
Ella recordaba todo por el momento. Era un trauma que perduraría en su memoria para siempre si salía con vida de eso. Los ruidos, el horror, los gritos, el dolor. Su vista tornándose oscura. Recordaba perfectamente el sonido de los neumáticos chirriando ante el frenazo que pegó. Sintió el auto patinar en la carretera empapada e intentó detenerse, pero fue demasiado tarde.
Justo en ese momento, creyó ver pasar toda su vida frente a sus ojos. Un vacio en el estomago y después ese dolor punzante.
Jamás sabría con exactitud, cuánto tiempo pasó sin saber nada acerca de si misma ¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido?
Su respiración se volvió errática, su pecho se sentía oprimido y el oxigeno empezaba a agotarse debido al espanto. Se sentía peor que cuando todo su cuerpo chocó contra las terriblemente duras partes del auto. Se sentía como si la hubieran golpeado incansablemente con un bate de baseball. Se quejaba demasiado del torturoso malestar, pero eso no parecía ser suficiente para ser escuchada por alguien que pudiera brindarle ayuda.

Eso era todo.
Ya no se sentía con voluntad para tratar de abrir la maldita puerta de ese maldito auto. Los brazos se hicieron blandos y poco resistentes, al igual que su cabeza y las piernas, casi inmóviles. Perdía la memoria a plazos y no entendía porque aun intentaba salir. Se sentía como flotando en una nube lejana, una nube que la aislaba del sufrimiento. Era ligera como una pluma. Un cosquilleo relajante la recorrió de pies a cabeza, adormeciéndola. Y así, poco a poco perdió el impulso que se aseguró nunca perdería. Eso no fue decisión de ella; una fuerza más poderosa que ella así lo quiso. Estaba débil debido a la perdida de sangre.

Cayó en un sueño profundo del que parecía no despertar.

A su alrededor todo era oscuridad y tranquilidad. Los sonidos de la naturaleza se perdían, se hacían menos audibles. Suspiró. El sentido del tacto ya casi ni le funcionaba, solo sabía que su brazo chocaba contra una superficie dura. Solo se dejó llevar y cerró sus ojos en total paz, ahora sintiendo, quizás alucinando, como alguien la levantaba en brazos y la sacaba de allí, después de tanto pedir por ello. Pero probablemente era un sueño.

Beauty and the beast (klaus Mikaelson y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora