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(Ophelia y Griffin)
INMEDIATAMENTE CADA UNO PASÓ AL INTERIOR. Se encontraron con la punta de un arma, mientras entraban, pero nadie se fue. En cambio, una figura masculina emergió a la luz. Su cabello delgado, arenoso y ligero, su piel áspera y llena de bultos, mientras preguntó.
"¿Alguien infectado?".
"Uno de nuestro grupo lo estaba, no lo logró". Rick respondió.
El doctor asintió con la cabeza, su mirada aguda nunca abandonó la del sheriff. No había visto a un humano en tanto tiempo, que se sentía extraño aceptar que había en su presencia una persona real que respiraba. Una persona era lo suficientemente difícil de procesar, pero a medida que avanzaba más, la encontraba más abrumadora.
"¿Qué quieren? ¿Por qué están aquí?"
Rick se tragó el nudo que tenía en la garganta sintiendo la mirada del hombre de pelo rubio, mientras respondía honestamente: "Una oportunidad".
"Eso es estar pidiendo muchísimo en estos días".
"Lo sé."
El hombre se mordió el labio inferior, mientras contemplaba qué hacer con estas personas. No las conocía, pero como médico, siempre había sido su deber proteger a las personas, a pesar de sus antecedentes. Entonces suspiró profundamente, "todos ustedes se someterán a un análisis de sangre. Ese es el precio de admisión".
Ophelia, que estaba tranquila en la parte de atrás, observó la escena desarrollarse intensamente. Su estómago se retorció dentro de ella, mientras miraba al doctor. No confiaba en él, era extraño. Esto iba a terminar mal, siempre es así. Pero, cuando el grupo comenzó a agarrar sus maletas, supo que era demasiado tarde para irse.
"Podemos hacerlo".
El médico esperó hasta que todos hubieran traído sus maletas antes de levantar la voz. "Vi, cierra la entrada principal".
Todos observaron con asombro cómo las puertas se cerraban automáticamente, Ophelia solo se sentía más atrapada.
"Rick Grimes". Se presentó. El doctor asintió con la cabeza en respuesta, "Dr. Edwin Jenner".
El grupo comenzó a seguir al médico, en quien habían depositado toda su confianza de forma tan ingenua, que a Ofelia le pareció ridículo, pero de todos modos obedeció.
Eventualmente, Jenner los había llevado a un ascensor. Uno por uno entraron, hasta que estuvieron apretados. Ophelia había sido empujada delante de Daryl y al lado de su hermano, quien se había disculpado con Andrea en repetidas ocasiones por estar tan cerca de ella. Ella insistió en que estaba bien, y Ophelia rió en su cabeza ante la torpeza de su hermano.
El viaje en ascensor fue interrumpido con un incómodo silencio. Todo el tiempo, la mujer pudo sentir el cálido y cálido aliento del arquero en su nuca cada vez que exhalaba. Ella estaba parada frente a él con su espalda presionando fuertemente contra su torso, ambos maldiciendo varias veces en sus cabezas.
