Arrepentimiento (SASUHINA ONESHOTS)

Circunstancias de la vida

GENERO: ROMANCE-DRAMA

ADVERTENCIAS: LEMON, OOC (ligero por parte de Hinata).

Por alguna extraña razón Sasuke nunca había entendido por que envidiaba a Naruto si le parecía tan poca cosa a comparación consigo mismo. Ni siquiera le agradaba esa estúpida sonrisa, pensaba que, si él la tuviera solo se miraría ridículo, pero fuera de eso, a lo mejor, tal vez, quería ser un despreocupado, tener, aunque sea un poco de desorden en su departamento, dejar alguna responsabilidad para después, tomar lo que le daban sin sentir que si no se había esforzado por ello no tenía ningún valor, disfrutar de la vida. Eso era lo que envidiaba, que Naruto tomaba más oportunidades que él, quien no tomaba ninguna.

Fue encerrado por un año, podría haber escapado, pero regresar a ser parte de la aldea sin haberse esforzado no era algo que le encantara, solo por eso aguanto la asquerosa comida y demás condiciones decadentes, incluso, en algunos días, el frio. Todo formaba parte de un pago que él estaba dispuesto a dar para poder ser parte de Konoha una vez más.

Ansiaba quedar bien con su hermano, con su familia, con sus amigos.

Quería una vez más sentirse parte de algo sólido, y no solo ser el integrante de un grupo de delincuentes que no eran bien visto en ningún lugar, algo que le molestaba, pues se sentía muy por encima de todos como para ser despreciado de esa manera.

A sus casi diecisiete, y después de haber cumplido su condena, aun no sentía que su pago estuviera saldado, tal vez con la aldea todo ya estuviera bien, pero aun debía al resto del mundo, porque si quería tener una vida estable en todas partes, su pago debía ser mayor, ya que no solo había hecho mal a Konoha y su gente, durante los años en que estuvo con Orochimaru, y aunque fueron pocas las ocasiones, tuvo que hacer cosas de las que no se sentía orgulloso, y sabía de ante mano que siempre, habría familias infelices por su causa, pues mató a personas inocentes aun cuando lo quiso evitar a toda costa, a22sí mismo fue testigo de muchas crueldades hacia otras tantas de las que se sentía cómplice al no haber hecho nada para detener a Orochimaru, estaba tan concentrado en sus propios problemas como para ver a los demás y eso le pesaba en la consciencia.

Por esos motivos y por otros tantos, después de haber vivido un mes en la aldea como un hombre libre, optó por emprender un viaje de redención, uno largo en donde intentaría ser el héroe de héroe, uno anónimo, porque incluso el reconocimiento seria parte del pago, ya que había descubierto que sus maldades aun no terminaban, haría uno, el último, y tal vez el peor, porque estaba dispuesto a vivir con él el resto de su vida.

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Su libertad no sabía salada, ni acida, más bien era algo dulce y amarga, no le gustaba. Sakura le dio todo en bandeja de plata, y él debía agradecer de la mejor manera, convencía a su cerebro de aceptar las atenciones de su compañera, para él todo era una penitencia y esa sería una bien recibida, no amaba a su amiga, pero le tenía un gran estima, y si sus padres se habían enamorado después de casarse ¿por qué no podría ser igual en su caso?, sus hijos serian guapos, con rasgo de los que no se sentiría orgulloso pues probablemente perderían la mayoría de las características Uchiha con el tiempo, y si quedaban juntos lo más probable es que después sus hijos se casarían con los de Naruto, quien tenía características (que a él no le gustaban para su sangre) más dominantes, pues le parecía una reverenda estupidez que el cuarto impuso sus genes sobre uno de los clanes más puros, los Uzumaki, y dando como resultado a aun Naruto rubio, moreno y de ojo azul, ya ni modo, tendría hijos y nietos de colores.

Hasta ese momento su viaje era aún un proyecto, y contra todo lo que se pensaba no despertaba miedo en los habitantes, de hecho, todos eran curiosos con el regreso del ultimo Uchiha. Algunos se sentían orgullosos de tenerlo de regreso ya que eso daba cierto prestigio a la aldea, otros querían saber lo que pasaba por su cabeza, y por qué no decirlo, querían que les narrara sus viajes, sus experiencias, saber todo lo que había hecho, bueno y malo, y por otro lado, uno que no podía faltar, un grupo de féminas que no se apenaron en nombrarse como su club de fan, el cual se había extendido pues ya no solo eran las chicas que rondaban su edad, también mayores y menores, incluso señoras de las cuales no sabía si sentirse orgulloso o avergonzado.