Mujeres insolentes #2

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Anita Perichon (1775-1847): "Agente Secreta"

 Dicen que todo empezó el 12 de agosto de 1806, cuando Santiago de Liniers, el héroe de las invasiones inglesas y que había sido convertido en virrey por decisión de los vecinos, desfilaba con su ejército. Parece que que alguien arrojó a sus pies un pañuelo como homenaje, que Liniers lo recogió con su espada y que al contestar el saludo pudo ver a la bella Anita. 

Anita era en verdad Marie Anne Périchon de Vandeuil, más recordada luego como la "Perichona". Había nacido en 1775, en la isla de Reunión, en el océano Índico y llegado a Buenos Aires en 1797 con Thomas O'Gorman , su marido, con el que se había casado muy joven. Él era un oficial irlandés al servicio de Francia y ella pertenecía a la  elite colonial francesa.

A poco de llegar, O'Gormancompro campos, aunque también cometió el error de colaborar con el enemigo inglés, lo que le costó primero la cárcel y finalmente, la expulsión virreinato. 

Su esposa Anita se quedó en Buenos Aires y no solo eso sino que inicio con Liniers una relación muy fogosa, que por esos días fue el escándalo de la ciudad. En parte, porque a sus 31 años, Anita el ya no era considerada una jovencita y se suponía que una "señora" debía ser mucho más discreta. Y también porque puso en práctica y perfeccionó las artes que eran habituales en las mujeres de su época y su entorno. Ya que si bien ellas no participaban en forma directa de la vida política, movían los hilos de las relaciones familiares para
obtener cargos o "favores" para sus maridos e hijos. 

"Madame O'Gorman" o la "virreina" se instaló en casa de Liniers, y para horror de las damas porteñas, llegó a usar uniforme militar y pasearse montada a caballo. Aunque lo más irritante para la sociedad era el rumor de que a través suyo se realizaban excelentes negocios y que ella dominaba al virrey.

Cuando Napoleón decidió apoderarse de España y poner en el trono a su hermano José, Liniers y Anita fueron atacados por su condición de franceses. Liniers soportó estos y otros ataques, pero no que su hija quisiera casarse con el hermano menor de Anita. Esto fue demasiado para el virrey, quien acusó a su amante de conspirar contra él y la expulsó a Río de Janeiro.

En su nuevo destino, Anita siguió organizando tertulias que reunían a rioplatenses, británicos y portugueses enemigos de Liniers, y se hizo de un nuevo protector y amante: nada menos que lord Strangford, el representante británico en Río de Janeiro. Esto no le gustó ni un poco a la princesa Carlota, hermana del rey Fernando VII, y Anita fue nuevamente expulsada, esta vez de Brasil. 

Las autoridades españolas de Montevideo y de Buenos Aires le negaron a "madame O'Gorman" el permiso para desembarcar, por lo que tuvo que esperar hasta después de la Revolución de Mayo para que la dejasen bajar a tierra, aunque le pusieron como condición que debía vivir lejos de la ciudad. 

Anita permaneció encerrada en la estancia familiar de La Matanza los restantes treinta años de su vida, mientras se casaban sus hijos y nacían sus numerosos nietos. Entre ellos, la también célebre Camila O'Gorman.   

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  * Recuerden que este relato no me pertenece, sino al autor del libro "Mujeres Insolentes de la Historia", Felipe Pigna.  

Más adelante escribiré sobre "Camila O'Gorman", pero primero voy a transcribir otras mujeres importantes, debido a que sigo la línea cronológica del libro.

OTROS DATOS:

Anita Perichon falleció el 1 de diciembre de 1847, a sus 72 años de vida. Actualmente se encuentra sepultada en el cementerio de Recoleta en Buenos Aires, Argentina. 

La Perichona según la familiaridad española, era una mujer muy bonita "cuya elegancia estrepitosa daba realce a su belleza, ardiente y volcánica", al decir de Groussac. De estatura menuda, su galante protector la llamaba "la petaquita".  

Sobre esta mujer lo más importante no es su belleza, sino el poder político que logró conseguir estableciendo vínculos con personas muy importantes en las sociedades de su época. Anita jamás se dio por vencida, y lucho sin rendirse por no abandonar su pasión, demostrando que no le importaba en lo absoluto la discriminación que sufría por involucrarse en "asuntos de hombres".

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