Conóceme y deséame

Capítulo 28: Sam y Luci

Narra Aroa

Llevábamos unas 3 horas de camino en coche, Sergio cada vez estaba mas preocupado y yo no sabia muy bien que me iba a encontrar cuando llegase a casa de Sam. Era extraño verme en esta situación después de todo lo que Luc me izo, todo el daño que me causo fue remplazado por la pena de verlo morir solo.

Es cierto que no se merece la ayuda de absolutamente nadie, pero somos humanos e incluso los perros se ayudan entre ellos, yo no iba a ser tan cruel. 

Mire una vez mas por la ventana del coche, el paisaje era hermoso, todo a mi derecha y a mi izquierda era verde y florido, era todo campo y naturaleza. No existían los rascacielos, ni semáforos, no había contaminación, todo era aire puro y flores. Sonreí sin darme cuenta, seguro que a Hanna le encantaría vivir en un sitio como  este. 

-Aroa, ya casi llegamos-me informo Sergio.

Yo solo asentí, debía de pensar en que decirle y como decírselo a Sam. Tampoco sabia como ella lo tomaría, así que eso me ponía mas nerviosa de lo que ya estaba. ¿Despues de todo no era una buena noticia o si?

Unos 20 minutos después llegamos a una pequeña casita, rodeada por campo, a decir verdad la casita no era ni muy grande ni muy lujosa, pero era hermosa. Las paredes estaban pintadas de blanco, tenia dos ventanas que daban al porche y un espacioso porche con escaleras donde había una pequeña niña jugando con un poni de peluche.

Mire a la niña curiosa ¿Seria la hija de Luc? Observe a la niña jugar tranquila con su poni, ajena a lo que yo venia a contarle a su madre, ajena a esa noticia que podría cambiar su vida.

La pequeña levanto su cabecita y me miro con algo de duda. Se levanto de las escaleras y cogió a su poni abrazándolo contra su pecho.

-Hola-le sonreí mientras me acercaba despacio. Tampoco pretendía asustarla.

-Mama, dice que no debo hablar con desconocidos-dijo la pequeña.

-Y tiene razón, pero yo no voy hacerte daño, vengo a ver a tu madre-dije sonriendole y sentándome en el escalón.

La pequeña asintió y se dirigió al interior de la casita, seguramente avisaría a su madre así que debía esperar. Mientras esperaba mire todo el lugar que rodeaba la casita, era un sitio encantador. Había gallinas comiendo en un cercado no muy apartado de la casita, a mi derecha escuche un ruido parecido a un relincho de animal, así que supuse que tendría algún caballo o burro.

-¿Que desea?-escuche que preguntaron a mis espaldas.

Me levante del escalón para poder mirar a la cara a la persona que estaba hay, mi sorpresa fue cuando la vi. ¡Jamas vi a una mujer tan hermosa! A pesar de vestir con un simple vaquero y una camiseta, se veía hermosa. 

-¿Eres Sam?-pregunte.

-Si-afirmo.

Me quede mirándola un segundo, entendiendo porque Luc se había enamorado de ella. Sam era una mujer de piel pálida, sus mejillas estaban sonrosadas, sus ojos eran azules como  el cielo y su pelo rubio como si fuese oro. Sus facciones era muy finas, su nariz un poco respingada, sus pestañas largas y rizadas, sus labios ni muy finos ni muy gruesos, solo lo justo.

Me quede mirando sus ojos, esos ojos azules que te atrapaban, era como si pudiese ver tu alma a través de ellos.

-Disculpe, ¿Que desea?- volvió a preguntar. Sacudí mi cabeza saliendo del pequeño trance de sus ojos.

-Soy Aroa Salvatore-me presente estrechándole la mano.

-Sam, Samantha Ushon-me miraba confundida, la pobre no sabia a lo que  venia.