Capitulo 36

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Volví a despertarme con esa pesadilla que me perseguía desde el día que ese tipo se coló en nuestra habitación. No podía separarme de ella. Y siempre era la misma. Una cara desconocida encima de mí, intentando hacerse paso entre mis piernas, obligándome a hacer algo que no quería. Yo luchaba y luchaba, me revolvía, le pegaba, le arañaba, pero era mucho más fuerte que yo y, al final, ganaba la pelea. Cosa que podía haber pasado si Harry no hubiera estado conmigo. Como la última vez

Estaba volviendo a revivir aquella horrible noche de instituto, aquella noche que tanto me costó olvidar, aquella noche que fue la causante de que llevase todas esas cicatrices en mi piel. Esta persona estaba reviviendo mi más tenebroso pasado, sólo que ahora era él el protagonista de la película. O ella. Ésa era otra posibilidad que debía de tener en cuenta. La chica desconocida

Me sequé el sudor de la frente, intentando normalizar mi respiración, y miré a todas partes para asegurarme que estaba en mi cuarto, sana y salva, pero vi que Harry no estaba en la cama. Los mayores temores se apoderaron de mí. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si se había ido? ¿Y si mi acosador había vuelto a entrar en nuestro cuarto y le había hecho algo? Mis pensamientos iban más rápidos que mi razón. Decidí levantarme e ir en su busca. Tenía que verle. Necesitaba verle bien

Nada más salir del dormitorio, me encontré a Harry atándose las zapatillas de deporte. Llevaba un pantalón corto y una camiseta sin mangas de Nike. El pelo lo llevaba atado en un pequeño moño improvisado y despeinado. Me tranquilicé de inmediato. Sólo se iba a entrenar

-¿Vas al gimnasio? -pregunté, aunque ya sabía la respuesta

-Sí. Necesito descargar tensión. Ya lo sabes

Harry siempre se ponía muy nervioso el día previo a alguna actuación o concierto, o cuando el grupo estaba nominado a un premio. O varios, como en esta ocasión. Siempre era así. Y lo que mejor le iba para templar los nervios era ir al gimnasio a levantar unas cuantas pesas y hacer unas flexiones

Harry se levantó y me rodeó la cintura con sus enormes brazos tatuados

-Tú vuelve a la cama, ¿vale? Descansa. Las dos -tocò mi tripa. Siempre se preocupaba de la niña

-Vale. Pero no te machaques mucho -toqué sus impresionantes biceps- Ya estás bastante cañón. No quiero estar vigilándote por si alguna lagarta se te tira encima

Él se rió con nerviosismo, casi de forma histérica

-Eso no ocurrirá jamás -besó mis labios de forma tierna- Tú eres y serás siempre la única

Eso hizo que mi corazón se hinchara de alegría y amor. Yo era la única en su vida. La única que le hacía reír por tonterías, la que le robaba esos besos tan pasionales y la que le hacía el amor de la misma forma. Él era mío y yo era suya. Ambos pertenecíamos al otro. Y nadie jamás podría cambiar eso. Ya sé que eso es lo que dicen todas las parejas, pero lo nuestro era diferente. Nosotros teníamos una conexión que era única y especial. Y el fruto de esa conexión era la hija que ambos esperábamos

-Te amo

-Y yo a ti -le besé con fuerza- Ten cuidado

-Muy bien. Volveré en unas horas -volvió a besarme antes de salir por la puerta. Tantos besos en tan pocos segundos...- Hasta luego, bebé

-Hasta luego

La puerta se cerró tras de él, dejándome a mí sola en aquella enorme habitación de hotel

Volví a la cama e intenté dormir, pero lo único que hacía era pensar y dar vueltas, pensar y dar vueltas, pensar y dar vueltas... Acabé con la mitad de las sábanas liadas en mis piernas y la otra mitad en el suelo. No podía dormir ni aunque contase ovejitas

Conectada a ti 2: ¿Para siempre? (Harry Styles y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora