08: La noche de las estrellas

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Mike Hanlon visitaba el cementerio todos los viernes por la tarde, pero no sabe por qué hoy, lunes, siente la necesidad de hacerlo. Visitar a su padre en su tumba es algo increíblemente importante para él. Habían pasado dos años de su muerte, pero aún sentía que había sido apenas ayer que fue a verlo en el hospital, el cáncer había consumido la mayor parte de su cuerpo y ya no le quedaban ni fuerzas para hablar, su madre y él sabían que Will Hanlon no aguantaría otra noche, sabían que había llegado la hora de partir.

Y allí estaba, parado frente a una lápida que dejaba ver un escrito "Aquí yace William Hanlon, un maravilloso esposo, padre y amigo. 1934 – 1990". Suspiraba, qué manera de morir, la vida tenía muchos misterios y, a veces, sólo a veces, Mike se preguntaba por qué teníamos que morir de maneras tan tristes. Un día estamos en la cima del mundo, y al otro, postrados en una cama de hospital viendo lentamente como una enfermedad letal te consume.

O a veces, apenas comienzas tu vida, y llega alguien a arrebatártela. A mutilarte. Como...

"Quisiera que estuvieses aquí" dice a la nada, o mejor dicho, a su padre "Creo que eres el único adulto que comprendió que hay algo mal con Derry"

No había respuesta para él, pero se sentía bien poder hablarle, sentía que le escuchaba desde las alturas, se sentía seguro estando allí frente a sus restos. Se decidió sentarse en la grava, simplemente a pasar el tiempo, recordando todos los buenos momentos con su padre, cuando dejaba notas para él después de llegar de la escuela, simplemente para hacer las tareas del día o visitar algún lugar de Derry, pensaba en eso mientras comía sus sándwiches de mantequilla de maní y cebolla, y luego, con mucha alegría iba hasta aquel lugar y luego al regresar por la tarde, cuando su padre ya estaba en casa, él le preguntaba sobre el lugar que había visitado y tenían charlas largas sobre eso. Will Hanlon fue el que hizo que Mike se interesara por la historia de Derry, fue el que hizo que amara a lo que muchos llamarían pueblucho, no importaba, Mike lo adoraba. Aun cuando cosas muy extrañas siempre estaban pasando allí.

La explosión de la fundición Kitchener en 1930, el incendio del Black Spot en 1957, la desaparición y mutilación de niños en 1989... no, no debe pensar en eso, le pone los pelos de punta, recuerda aquel verano con tanta claridad que de vez en cuando despierta por las noches sudoroso y muy asustado, teniendo pesadillas con aquel horrible cuervo gigante que trató de matarlo aquella vez cuando había decidido entrar a husmear en los restos de la fundición Kitchener. Fue uno de los días más terroríficos de su vida, honestamente.

De pronto, en el silencio del cementerio, escuchó un ruido, era un animal, lo sabe porque conoce exactamente qué animal es el que hace aquel ruido. Un cuervo. Levanta su mirada para ver dónde se encuentra aquel animal, y puede verlo, parado en la lápida de su padre, parece estarlo mirando justo a él. Su corazón se acelera, no era tan grande como aquel que vio hace tres años atrás, pero ciertamente sabía que no era un cuervo común y corriente. Lo sabía porque su mirada era amarilla, lo sabía porque aquel jodido animal había volteado y había levantado su cola para luego defecar sobre la tumba de su padre. Mike se levantó con el ceño fruncido.

"¡Oye! Ave estúpida, vete de aquí" alza sus brazos buscando que el ave se vaya, pero aparentemente no tiene esas intenciones "Vamos, idiota, vete de aquí. Deja de cagar en la tumba de mi padre"

Escucha una risa, la sangre en su cuerpo se congela, su corazón comienza a latir más fuerte de lo normal y en su mente sólo puede pensar: otra vez no, por favor.

"Otra vez sí, negrito" susurraron en su oído, cerró los ojos fuertemente y contó hasta diez, había descubierto que esa técnica hacía que se calmara y que no tuviese tanto miedo en ciertas situaciones. Espera que funcione esta vez.

Shit, I love you - ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora